/ lunes 2 de agosto de 2021

Agonizante río Papaloapan

Hace décadas el río Papaloapan poseía una riqueza increíble. Hay fotografías de montañas de robalo depositadas en la calle, producto de la pesca con redes...

Ese afluente era un enorme criadero de “mojarras guapotas”, especie local endémica que alcanzaba hasta kilo y medio de peso; podía capturarse jaiba, camarón, tortuga blanca, guabina, jolote, juile, y un sin fin de peces. Fue época de abundancia, se capturaba tanto que de un pez diminuto, la naca, sólo se aprovechaba la hueva y el resto se tiraba. En época de verano, como ahora, los lugareños capturaban con horquetas y tela de algodón “tismichi” (mezcla de minúsculos alevines de distintas especies, incluidos cangrejos y camarón) que es un platillo delicioso, pero dañino a la reproducción, pesca que aún se practica. En fin, había hasta nutrias, que los pescadores solían llamar “perros de agua”.

La gente vivía de la pesca, o el rio era su principal fuente de alimentación. Todo eso fue acabándose. La industria, en especial la azucarera y los desechos domésticos sin control, vertían a ese río veneno que comenzó a matar a toda esa fauna. El Papaloapan está excesivamente contaminado y en agonía. Lo peor es que las personas en todas esas poblaciones de la rivera, siguen utilizando esa agua para satisfacer sus necesidades del hogar y, la inmensa mayoría, para su consumo, a pesar de que frecuentemente se observan reses, caballos o perros muertos, flotando. Hay todo tipo de basura, desde bolsas de plástico, hasta llantas de autos. Eso es algo que debería ser motivo de vergüenza para los gobiernos anteriores y el actual. Han sido omisos, irresponsables, y sólo recurren a lo espontáneo, lo fácil, pero que es rentable mediáticamente. No hay soluciones de fondo. En este contexto debe inscribirse el inicio de operaciones del catamarán “El Cuenqueño”, con una travesía río arriba de Tlacotalpan a Otatitlán, los lunes, miércoles y viernes de la semana, según se puede leer en la plataforma de Servicios Marítimos Rivera del Papaloapan S.A. de C.V., una empresa que “surge de una alianza estratégica entre el gobierno del estado de Veracruz y la iniciativa privada”, en busca de “que la economía de la cuenca del río Papaloapan detone apostando a la promoción del turismo, aprovechando toda la riqueza histórica y cultural de sus pueblos, así como la natural de la zona”.

¿A quién o quiénes va a beneficiar este proyecto? No a la población, si acaso, a unos pocos, pero sí a sus promotores de esos viajes que tienen un costo de tres mil 995 pesos, la ida, la vuelta costaría es mismo monto, y ni quien quiera regresar de Otatitlán a Xalapa, Veracruz, Puebla o Ciudad de México, pues sólo podrá hacerlo en autobuses “totoleros” que hacen parada en cada pueblo o rancho, ya que desde ese lugar no hay servicio de transporte de primera clase. El beneficio es mínimo, y difícilmente habrá turismo, una familia de tres o cuatro integrantes dispuesta a gastar entre entre 24 a 32 mil pesos, sólo en el viaje, para ir y regresar en ese catamarán, además del pago de hotel, dos mil pesos mínimo, y los alimentos, otros tres mil pesos o más.

Claro, para la empresa seguramente será un negocio muy rentable...patrocinado desde el gobierno del estado. Sea por Dios y venga más, solía decir A. Puente Rosado.

Hace décadas el río Papaloapan poseía una riqueza increíble. Hay fotografías de montañas de robalo depositadas en la calle, producto de la pesca con redes...

Ese afluente era un enorme criadero de “mojarras guapotas”, especie local endémica que alcanzaba hasta kilo y medio de peso; podía capturarse jaiba, camarón, tortuga blanca, guabina, jolote, juile, y un sin fin de peces. Fue época de abundancia, se capturaba tanto que de un pez diminuto, la naca, sólo se aprovechaba la hueva y el resto se tiraba. En época de verano, como ahora, los lugareños capturaban con horquetas y tela de algodón “tismichi” (mezcla de minúsculos alevines de distintas especies, incluidos cangrejos y camarón) que es un platillo delicioso, pero dañino a la reproducción, pesca que aún se practica. En fin, había hasta nutrias, que los pescadores solían llamar “perros de agua”.

La gente vivía de la pesca, o el rio era su principal fuente de alimentación. Todo eso fue acabándose. La industria, en especial la azucarera y los desechos domésticos sin control, vertían a ese río veneno que comenzó a matar a toda esa fauna. El Papaloapan está excesivamente contaminado y en agonía. Lo peor es que las personas en todas esas poblaciones de la rivera, siguen utilizando esa agua para satisfacer sus necesidades del hogar y, la inmensa mayoría, para su consumo, a pesar de que frecuentemente se observan reses, caballos o perros muertos, flotando. Hay todo tipo de basura, desde bolsas de plástico, hasta llantas de autos. Eso es algo que debería ser motivo de vergüenza para los gobiernos anteriores y el actual. Han sido omisos, irresponsables, y sólo recurren a lo espontáneo, lo fácil, pero que es rentable mediáticamente. No hay soluciones de fondo. En este contexto debe inscribirse el inicio de operaciones del catamarán “El Cuenqueño”, con una travesía río arriba de Tlacotalpan a Otatitlán, los lunes, miércoles y viernes de la semana, según se puede leer en la plataforma de Servicios Marítimos Rivera del Papaloapan S.A. de C.V., una empresa que “surge de una alianza estratégica entre el gobierno del estado de Veracruz y la iniciativa privada”, en busca de “que la economía de la cuenca del río Papaloapan detone apostando a la promoción del turismo, aprovechando toda la riqueza histórica y cultural de sus pueblos, así como la natural de la zona”.

¿A quién o quiénes va a beneficiar este proyecto? No a la población, si acaso, a unos pocos, pero sí a sus promotores de esos viajes que tienen un costo de tres mil 995 pesos, la ida, la vuelta costaría es mismo monto, y ni quien quiera regresar de Otatitlán a Xalapa, Veracruz, Puebla o Ciudad de México, pues sólo podrá hacerlo en autobuses “totoleros” que hacen parada en cada pueblo o rancho, ya que desde ese lugar no hay servicio de transporte de primera clase. El beneficio es mínimo, y difícilmente habrá turismo, una familia de tres o cuatro integrantes dispuesta a gastar entre entre 24 a 32 mil pesos, sólo en el viaje, para ir y regresar en ese catamarán, además del pago de hotel, dos mil pesos mínimo, y los alimentos, otros tres mil pesos o más.

Claro, para la empresa seguramente será un negocio muy rentable...patrocinado desde el gobierno del estado. Sea por Dios y venga más, solía decir A. Puente Rosado.