/ viernes 23 de octubre de 2020

Con Durazo la traición se paga, pero no se premia

Un buen policía no se improvisa, mucho menos un excelente jefe policiaco, quien como titular de una corporación en la estructura gubernamental de nuestro país deba rendir los mejores resultados al servicio del gobierno federal, de una entidad federativa o municipio, puesto que el buen desempeño policial se mide por la eficacia para combatir a la delincuencia, sin métodos de fuerza, acatando los procedimientos de ley y haciendo acopio de la experiencia obtenida en el trabajo; ya se vio que Alfonso Durazo Montaño nunca lo fue.

En teoría, el liderazgo policial es reconocido por los miembros de la comunidad a la que sirve y se distingue de todo el equipo que trabaja en la prevención del delito, por la acertividad, comportamiento y técnicas que aplica el valiente que acepta defender con su vida la de los demás. Alfonso Durazo tampoco demostró asertividad y respeto al orden jurídico establecido, puesto que los índices de criminalidad en el renglón de homicidios dolosos no fueron abatidos, ni siquiera reducidos, durante los casi dos años en que el secretario de Seguridad de AMLO desempeñó su función.

Basta con recordar el llamado “culiacanazo”, que colocó contra la pared a la Guardia Nacional y al Ejército por el operativo en el que se detuvo a Ovidio Guzmán, hijo de Joaquín Guzmán Loera, extraditado y sentenciado a cadena perpetua en Estados Unidos. La liberación de Ovidio ha sido cuestionada por la responsabilidad que ello implica, al encubrir a quienes hayan hecho el favor de soltar al hijo de “el Chapo”, sin descartar al mismo secretario renunciante.

Durazo Montaño fue secretario particular de Colosio, secretario del expresidente Vicente Fox, diputado federal y actualmente es senador con licencia para ser secretario de Seguridad en el gobierno de la 4T; ahora pretende, abanderado por Morena, contender por la gubernatura de su natal Sonora.

Mejor ejemplo de un político maromero, saltinbanqui, no puede haber, puesto que el cambio de camiseta partidista del hasta ayer secretario de Seguridad ha roto récord entre el número de arribistas que dejando a otros partidos que los cobijaron bajo sus siglas antes del triunfo de Andrés Manuel, decidieron sumarse al proyecto del líder tabasqueño para enquistarse en las nóminas y manejo convenenciero del presupuesto público que hoy detentan personajes bien identificados por el pueblo con la traición.

Un buen policía no se improvisa, mucho menos un excelente jefe policiaco, quien como titular de una corporación en la estructura gubernamental de nuestro país deba rendir los mejores resultados al servicio del gobierno federal, de una entidad federativa o municipio, puesto que el buen desempeño policial se mide por la eficacia para combatir a la delincuencia, sin métodos de fuerza, acatando los procedimientos de ley y haciendo acopio de la experiencia obtenida en el trabajo; ya se vio que Alfonso Durazo Montaño nunca lo fue.

En teoría, el liderazgo policial es reconocido por los miembros de la comunidad a la que sirve y se distingue de todo el equipo que trabaja en la prevención del delito, por la acertividad, comportamiento y técnicas que aplica el valiente que acepta defender con su vida la de los demás. Alfonso Durazo tampoco demostró asertividad y respeto al orden jurídico establecido, puesto que los índices de criminalidad en el renglón de homicidios dolosos no fueron abatidos, ni siquiera reducidos, durante los casi dos años en que el secretario de Seguridad de AMLO desempeñó su función.

Basta con recordar el llamado “culiacanazo”, que colocó contra la pared a la Guardia Nacional y al Ejército por el operativo en el que se detuvo a Ovidio Guzmán, hijo de Joaquín Guzmán Loera, extraditado y sentenciado a cadena perpetua en Estados Unidos. La liberación de Ovidio ha sido cuestionada por la responsabilidad que ello implica, al encubrir a quienes hayan hecho el favor de soltar al hijo de “el Chapo”, sin descartar al mismo secretario renunciante.

Durazo Montaño fue secretario particular de Colosio, secretario del expresidente Vicente Fox, diputado federal y actualmente es senador con licencia para ser secretario de Seguridad en el gobierno de la 4T; ahora pretende, abanderado por Morena, contender por la gubernatura de su natal Sonora.

Mejor ejemplo de un político maromero, saltinbanqui, no puede haber, puesto que el cambio de camiseta partidista del hasta ayer secretario de Seguridad ha roto récord entre el número de arribistas que dejando a otros partidos que los cobijaron bajo sus siglas antes del triunfo de Andrés Manuel, decidieron sumarse al proyecto del líder tabasqueño para enquistarse en las nóminas y manejo convenenciero del presupuesto público que hoy detentan personajes bien identificados por el pueblo con la traición.