/ viernes 27 de noviembre de 2020

De la coordinación depende la pandemia

La protección personal en contra del Covid-19 no ha funcionado con la eficacia requerida para frenar y disminuir los contagios del virus, cuyo número de personas fallecidas por esa causa ya rebasa el 1.4 millones de seres humanos de todas las edades y casi todas las nacionalidades.

Los gobiernos responsables han impuesto limitaciones a las actividades oficiales y privadas, bajo el lema de que para preservar la salud, lo mejor es “quedarse en casa”, usar cubrebocas y aplicar con frecuencia el lavado de manos, guardando “sana distancia” con los demás. Lamentable resulta para quienes queriendo cumplir con las recomendaciones para preservar su salud y la de su familia, carecen de recursos económicos por haber perdido sus empleos durante la cuarentena o porque el gasto diario de mantenimiento familiar y atención privada de la salud los han dejado sin ingresos y los programas anunciados por el gobierno de la 4T no se han cumplido de acuerdo a lo prometido. Se han hecho esfuerzos también por gobiernos estatales, pero los reportes que publican en redes sociales y medios impresos indican que hay un incumplimiento ciudadano, que la autoridad no sabe frenar, y ahí está la responsabilidad directa del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien con su indiferencia ante la pandemia y negación para el uso del cubrebocas se ha hecho acreedor a señalamientos y denuncias por la responsabilidad oficial que le resulta de los más de cien mil muertos; podrán detener el trámite para enjuiciarlo, como él desea hacerlo con sus antecesores, porque él goza de inmunidad, pero nada ni nadie podrá salvar al doctor Hugo López-Gatell, cuya ineptitud encuadra en los elementos del tipo penal de genocidio. El semáforo epidemiológico vigente obliga a suspender actividades que no resultan indispensables y urgentes para la población, de ahí que los cierres y limitantes en horas y días para bares, gimnasios, plazas comerciales, lugares de esparcimiento al aire libre, iglesias y cines, deberían ser verdaderamente obligatorios y no permanecer abiertos, pero para lograr esto se requiere una coordinación entre las autoridades municipales y sanitarias de la Federación, de lo contrario seguirá incrementándose el número de contagios y como consecuencia, cada día más, cerrarán los comercios y empresas que fueron productivos y que hoy padecen la desatención y abandono de las autoridades.

La protección personal en contra del Covid-19 no ha funcionado con la eficacia requerida para frenar y disminuir los contagios del virus, cuyo número de personas fallecidas por esa causa ya rebasa el 1.4 millones de seres humanos de todas las edades y casi todas las nacionalidades.

Los gobiernos responsables han impuesto limitaciones a las actividades oficiales y privadas, bajo el lema de que para preservar la salud, lo mejor es “quedarse en casa”, usar cubrebocas y aplicar con frecuencia el lavado de manos, guardando “sana distancia” con los demás. Lamentable resulta para quienes queriendo cumplir con las recomendaciones para preservar su salud y la de su familia, carecen de recursos económicos por haber perdido sus empleos durante la cuarentena o porque el gasto diario de mantenimiento familiar y atención privada de la salud los han dejado sin ingresos y los programas anunciados por el gobierno de la 4T no se han cumplido de acuerdo a lo prometido. Se han hecho esfuerzos también por gobiernos estatales, pero los reportes que publican en redes sociales y medios impresos indican que hay un incumplimiento ciudadano, que la autoridad no sabe frenar, y ahí está la responsabilidad directa del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien con su indiferencia ante la pandemia y negación para el uso del cubrebocas se ha hecho acreedor a señalamientos y denuncias por la responsabilidad oficial que le resulta de los más de cien mil muertos; podrán detener el trámite para enjuiciarlo, como él desea hacerlo con sus antecesores, porque él goza de inmunidad, pero nada ni nadie podrá salvar al doctor Hugo López-Gatell, cuya ineptitud encuadra en los elementos del tipo penal de genocidio. El semáforo epidemiológico vigente obliga a suspender actividades que no resultan indispensables y urgentes para la población, de ahí que los cierres y limitantes en horas y días para bares, gimnasios, plazas comerciales, lugares de esparcimiento al aire libre, iglesias y cines, deberían ser verdaderamente obligatorios y no permanecer abiertos, pero para lograr esto se requiere una coordinación entre las autoridades municipales y sanitarias de la Federación, de lo contrario seguirá incrementándose el número de contagios y como consecuencia, cada día más, cerrarán los comercios y empresas que fueron productivos y que hoy padecen la desatención y abandono de las autoridades.