/ miércoles 23 de septiembre de 2020

Descrédito de la UPAV

ESCALERAS: Desde sus orígenes, en el duartazgo, la UPAV, Universidad Popular Autónoma de Veracruz, ha caminado en el descrédito educativo.

En su coctel explosivo, lo peor. Directivos impuestos por dedazo. Maestros bajo evidencia profesional. Garages y salas de casa, y hasta recámaras, habilitadas como salones de clases. Planteles prestados. Anuncios para inscribirse hasta en la corteza de los árboles callejeros. Filiales en otras entidades federativas, como Puebla y Tabasco, con denuncias de por medio. Cobros excesivos. Lo peor, cobros depositados en cuentas particulares de los directivos.

PASAMANOS: Incluso, venta de títulos académicos. Y sin pudor ni rubor. Hubo un tiempo cuando algunos empresarios publicaban anuncios en la prensa impresa ofertando empleos con una advertencia sórdida y sombría. "Menos, decían, egresados de la UPAV". Y con todo, y debido a que en las universidades oficiales, como la UV, por ejemplo, en cada ciclo escolar rechazan más de veinte mil jóvenes por falta de recursos oficiales, entonces, número incalculable de chicos apostaron a la UPAV. ¡Vaya desencanto! Javier Duarte terminó en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México sentenciado a 9 años de cárcel, más abierto el expediente sobre desaparición forzada, y la UPAV, en un callejón sin salida.

CORREDORES: El último ramalazo fue en Ciudad Mendoza. Los alumnos denunciaron anomalías en el campus. El cobro de inscripción. El cobro de la limpieza del plantel prestado. Y el depósito de pagos en cuenta bancaria del director, Oscar Damián León (Diario de Xalapa, Mayra Figueiras).

El pago de 750 pesos por trimestre. Más 200 pesos para el mantenimiento. Y sin comprobante. De ñapa, la denuncia de estudiantes que han cursado la educación media superior y cubierto los pagos, y un año después, ningún papel entregado.

BALCONES: Si el secretario de Educación de Veracruz y el rector de la UPAV se hubieran dado un espacio para investigar el historial de la UPAV quizá habrían puesto candados rigurosos para evitar tales desaguisados.

Y ahora, cuando los alumnos protestaron y exhibieron en el tendedero público la podredumbre, la misma de los orígenes de la UPAV, entonces, el estercolero en la cancha habría sido prevenido. Lo peor es que los estudiantes cabildearon la posibilidad de aclarar los pendientes tanto con el director del Bachillerato y la rectoría y nunca encontraron tierra fértil ni voluntad política y social para el diálogo. Por el contrario, y estallada la insumisión, el director de Ciudad Mendoza se dio "golpes de pecho" asegurando que lo desprestigian, porque "la mafia en el poder", ajá, pejecito, mira la UPAV como un botín económico y social.

PASILLOS: Es decir, y de entrada, el director "curándose en salud" y al mismo tiempo, denigrando a sus enemigos y adversarios.

ESCALERAS: Desde sus orígenes, en el duartazgo, la UPAV, Universidad Popular Autónoma de Veracruz, ha caminado en el descrédito educativo.

En su coctel explosivo, lo peor. Directivos impuestos por dedazo. Maestros bajo evidencia profesional. Garages y salas de casa, y hasta recámaras, habilitadas como salones de clases. Planteles prestados. Anuncios para inscribirse hasta en la corteza de los árboles callejeros. Filiales en otras entidades federativas, como Puebla y Tabasco, con denuncias de por medio. Cobros excesivos. Lo peor, cobros depositados en cuentas particulares de los directivos.

PASAMANOS: Incluso, venta de títulos académicos. Y sin pudor ni rubor. Hubo un tiempo cuando algunos empresarios publicaban anuncios en la prensa impresa ofertando empleos con una advertencia sórdida y sombría. "Menos, decían, egresados de la UPAV". Y con todo, y debido a que en las universidades oficiales, como la UV, por ejemplo, en cada ciclo escolar rechazan más de veinte mil jóvenes por falta de recursos oficiales, entonces, número incalculable de chicos apostaron a la UPAV. ¡Vaya desencanto! Javier Duarte terminó en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México sentenciado a 9 años de cárcel, más abierto el expediente sobre desaparición forzada, y la UPAV, en un callejón sin salida.

CORREDORES: El último ramalazo fue en Ciudad Mendoza. Los alumnos denunciaron anomalías en el campus. El cobro de inscripción. El cobro de la limpieza del plantel prestado. Y el depósito de pagos en cuenta bancaria del director, Oscar Damián León (Diario de Xalapa, Mayra Figueiras).

El pago de 750 pesos por trimestre. Más 200 pesos para el mantenimiento. Y sin comprobante. De ñapa, la denuncia de estudiantes que han cursado la educación media superior y cubierto los pagos, y un año después, ningún papel entregado.

BALCONES: Si el secretario de Educación de Veracruz y el rector de la UPAV se hubieran dado un espacio para investigar el historial de la UPAV quizá habrían puesto candados rigurosos para evitar tales desaguisados.

Y ahora, cuando los alumnos protestaron y exhibieron en el tendedero público la podredumbre, la misma de los orígenes de la UPAV, entonces, el estercolero en la cancha habría sido prevenido. Lo peor es que los estudiantes cabildearon la posibilidad de aclarar los pendientes tanto con el director del Bachillerato y la rectoría y nunca encontraron tierra fértil ni voluntad política y social para el diálogo. Por el contrario, y estallada la insumisión, el director de Ciudad Mendoza se dio "golpes de pecho" asegurando que lo desprestigian, porque "la mafia en el poder", ajá, pejecito, mira la UPAV como un botín económico y social.

PASILLOS: Es decir, y de entrada, el director "curándose en salud" y al mismo tiempo, denigrando a sus enemigos y adversarios.

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