/ viernes 23 de septiembre de 2022

Educación e innovación

Andrés Oppenheimer recientemente comentó que estamos frente a la economía del conocimiento y el trabajo mental vale cada vez más. De ahí que en educación se debe hablar de “la innovación como premisa fundamental para poder tener derecho a formar parte del futuro, estimula la creatividad y reconoce que el costo de la innovación es equivocarse. Hay que atreverse. La reinvención empieza por conocer mejor las necesidades de nuestros alumnos, de los empleadores, de los padres de familia, del país, para así poder replantear nuestros programas y nuestras propuestas de valor como universidad”, expuso Salvador Alva, del Tecnológico de Monterrey.

Todo esto ocurre en un ambiente de diseño pedagógico, con base en metodologías, estrategias y tendencias en las tecnologías de información y comunicación, enfocadas a la labor docente y a las experiencias de aprendizaje de los alumnos. En su sentido amplio, la innovación educativa es un cambio significativo en el proceso de enseñanza-aprendizaje: en los materiales empleados para el mismo, en los métodos de entrega de las sesiones, de los contenidos o en los contextos que implican la enseñanza. La diferencia percibida debe estar relacionada con la calidad de novedad del elemento mejorado, así como la aportación de valor de este al proceso de enseñanza-aprendizaje. Esta diferencia se percibe en la comparación con el estatus previo del contexto educativo.

Una educación con calidad e integridad debe ser la aspiración de los pueblos en estos tiempos de integración, globalización y modernización de la educación, que tanto demandan las comunidades latinoamericanas y mexicanas en lo particular para su desarrollo.

Economía, educación e innovación van de la mano. Oppenheimer comenta que el Fondo Monetario Internacional precisa que la economía global va a crecer un promedio del 3.2% este año, la de todo el mundo en conjunto; la economía mexicana crecerá 1.2% en 2023 (FMI). Por qué crecemos tan poco, hay muchas razones pero quiero resaltar dos de las que he hablado mucho en mis libros, la primera es que en América Latina no hemos terminado de darnos cuenta que estamos en la era de la economía del conocimiento, donde el trabajo manual o el petróleo, las materias primas, valen cada vez menos y mientras los asiáticos han creado una meritocracia educativa en que los estudiantes estudian cada vez más y cada vez mejor, en América Latina la calidad educativa se está quedando cada vez más atrás.

Angélica Gutiérrez Limón de Atlantic International University comenta que la tendencia hacia el conocimiento está provocando cambios acelerados, pues se dice que el conocimiento se duplicará cada cinco años, por lo que el campo laboral demanda recursos humanos de alta calidad que solo puede surgir de sistemas educativos bien calificados; de tal manera que esta revolución del conocimiento obliga a las instituciones a modificar sus programas educativos y adaptarse al cambio. Sin embargo, un reto de tal magnitud solo puede cumplirse por los países que tengan mejores economías y que sus sistemas educativos busquen transformar continuamente sus procesos de enseñanza-aprendizaje, generando vivencias memorables que faciliten y fortalezcan el aprendizaje de los alumnos y los prepare para enfrentar los retos y oportunidades del siglo XXI.

En los países latinoamericanos, incluido México, se habla poco de los innovadores. Es lamentable que, según el Fondo Económico Mundial en su reporte de 2018, México se encuentre en el lugar 86 de 140 países en materia de calidad educativa.

Es necesaria una educación que cambie paradigmas y contribuya al crecimiento de mexicanos con pensamiento crítico, innovadores, competentes y responsables.

Andrés Oppenheimer recientemente comentó que estamos frente a la economía del conocimiento y el trabajo mental vale cada vez más. De ahí que en educación se debe hablar de “la innovación como premisa fundamental para poder tener derecho a formar parte del futuro, estimula la creatividad y reconoce que el costo de la innovación es equivocarse. Hay que atreverse. La reinvención empieza por conocer mejor las necesidades de nuestros alumnos, de los empleadores, de los padres de familia, del país, para así poder replantear nuestros programas y nuestras propuestas de valor como universidad”, expuso Salvador Alva, del Tecnológico de Monterrey.

Todo esto ocurre en un ambiente de diseño pedagógico, con base en metodologías, estrategias y tendencias en las tecnologías de información y comunicación, enfocadas a la labor docente y a las experiencias de aprendizaje de los alumnos. En su sentido amplio, la innovación educativa es un cambio significativo en el proceso de enseñanza-aprendizaje: en los materiales empleados para el mismo, en los métodos de entrega de las sesiones, de los contenidos o en los contextos que implican la enseñanza. La diferencia percibida debe estar relacionada con la calidad de novedad del elemento mejorado, así como la aportación de valor de este al proceso de enseñanza-aprendizaje. Esta diferencia se percibe en la comparación con el estatus previo del contexto educativo.

Una educación con calidad e integridad debe ser la aspiración de los pueblos en estos tiempos de integración, globalización y modernización de la educación, que tanto demandan las comunidades latinoamericanas y mexicanas en lo particular para su desarrollo.

Economía, educación e innovación van de la mano. Oppenheimer comenta que el Fondo Monetario Internacional precisa que la economía global va a crecer un promedio del 3.2% este año, la de todo el mundo en conjunto; la economía mexicana crecerá 1.2% en 2023 (FMI). Por qué crecemos tan poco, hay muchas razones pero quiero resaltar dos de las que he hablado mucho en mis libros, la primera es que en América Latina no hemos terminado de darnos cuenta que estamos en la era de la economía del conocimiento, donde el trabajo manual o el petróleo, las materias primas, valen cada vez menos y mientras los asiáticos han creado una meritocracia educativa en que los estudiantes estudian cada vez más y cada vez mejor, en América Latina la calidad educativa se está quedando cada vez más atrás.

Angélica Gutiérrez Limón de Atlantic International University comenta que la tendencia hacia el conocimiento está provocando cambios acelerados, pues se dice que el conocimiento se duplicará cada cinco años, por lo que el campo laboral demanda recursos humanos de alta calidad que solo puede surgir de sistemas educativos bien calificados; de tal manera que esta revolución del conocimiento obliga a las instituciones a modificar sus programas educativos y adaptarse al cambio. Sin embargo, un reto de tal magnitud solo puede cumplirse por los países que tengan mejores economías y que sus sistemas educativos busquen transformar continuamente sus procesos de enseñanza-aprendizaje, generando vivencias memorables que faciliten y fortalezcan el aprendizaje de los alumnos y los prepare para enfrentar los retos y oportunidades del siglo XXI.

En los países latinoamericanos, incluido México, se habla poco de los innovadores. Es lamentable que, según el Fondo Económico Mundial en su reporte de 2018, México se encuentre en el lugar 86 de 140 países en materia de calidad educativa.

Es necesaria una educación que cambie paradigmas y contribuya al crecimiento de mexicanos con pensamiento crítico, innovadores, competentes y responsables.