/ miércoles 6 de julio de 2022

El descuido del Carnaval podría provocar mala imagen

Este año el Carnaval de Veracruz celebró el 97 aniversario de que se instituyó y que, conforme fueron pasando los años su presentación ha ido cambiando, como todas las cosas, pero en esta ocasión las quejas por el descontrol, la impuntualidad, las carrozas recicladas y los excesos fueron muy recurrentes.

Las autoridades correspondientes deberán adoptar las medidas más adecuadas porque es una fiesta que no debiera ser improvisada, porque es un evento de prestigio internacional que además de proporcionar sano esparcimiento provoca una gran derrama económica.

Con ese grave descuido se afecta la imagen del estado de Veracruz porque difícilmente la gente salió contenta de esos desfiles, porque hubo retrasos hasta de tres horas. Todo parece indicar que alguien tomó esta celebración como un negocio particular y todo se fue al traste, dejando un mal sabor de boca para propios y visitantes, por lo que la autoridad correspondiente debiera evaluar técnica y administrativamente que es lo que realmente pasó ahí.

Los carnavales de hace 30 o 40 años eran creativos, porque el ingenio de los veracruzanos salía a relucir con muchas ocurrencias, disfraces, música y colorido que los hacían muy vistosos.

Muchas artistas del cine mexicano llegaron invitadas en aquellas épocas y a bordo de una de esas carrozas o carro alegórico, recorrían las calles de Independencia y 5 de mayo, que era originalmente la ruta de esos paseos, donde acudían miles de personas y se hacía el encuentro entre familiares y amigos.

Por muchos años las serpentinas, el confeti, los antifaces y las máscaras fueron parte de esa celebración; las trompetas de cartón y los grupos musicales que se instalaban en cada esquina, hacían el deleite de los turistas que bailaban en cualquier lugar, sin importar el qué dirán, porque para eso eran los Carnavales, para la diversión.

El Carnaval de Veracruz no se puede volver a descuidar porque es uno de los símbolos de nuestro pueblo, pero además, con las ventas que se logran en una semana, los comerciantes pueden recuperarse de las pérdidas que hayan sufrido en meses anteriores.

Hoteles, restaurantes, taxistas y todo tipo de ventas tiene auge en un Carnaval, sobre todo la cerveza por los intensos calores que se viven en el puerto, entonces aunque sea una diversión, los organizadores lo deben tomar muy en serio y evitar esa mala imagen que ahora trasciende por su propio descuido. Más claro ni el agua.

Este año el Carnaval de Veracruz celebró el 97 aniversario de que se instituyó y que, conforme fueron pasando los años su presentación ha ido cambiando, como todas las cosas, pero en esta ocasión las quejas por el descontrol, la impuntualidad, las carrozas recicladas y los excesos fueron muy recurrentes.

Las autoridades correspondientes deberán adoptar las medidas más adecuadas porque es una fiesta que no debiera ser improvisada, porque es un evento de prestigio internacional que además de proporcionar sano esparcimiento provoca una gran derrama económica.

Con ese grave descuido se afecta la imagen del estado de Veracruz porque difícilmente la gente salió contenta de esos desfiles, porque hubo retrasos hasta de tres horas. Todo parece indicar que alguien tomó esta celebración como un negocio particular y todo se fue al traste, dejando un mal sabor de boca para propios y visitantes, por lo que la autoridad correspondiente debiera evaluar técnica y administrativamente que es lo que realmente pasó ahí.

Los carnavales de hace 30 o 40 años eran creativos, porque el ingenio de los veracruzanos salía a relucir con muchas ocurrencias, disfraces, música y colorido que los hacían muy vistosos.

Muchas artistas del cine mexicano llegaron invitadas en aquellas épocas y a bordo de una de esas carrozas o carro alegórico, recorrían las calles de Independencia y 5 de mayo, que era originalmente la ruta de esos paseos, donde acudían miles de personas y se hacía el encuentro entre familiares y amigos.

Por muchos años las serpentinas, el confeti, los antifaces y las máscaras fueron parte de esa celebración; las trompetas de cartón y los grupos musicales que se instalaban en cada esquina, hacían el deleite de los turistas que bailaban en cualquier lugar, sin importar el qué dirán, porque para eso eran los Carnavales, para la diversión.

El Carnaval de Veracruz no se puede volver a descuidar porque es uno de los símbolos de nuestro pueblo, pero además, con las ventas que se logran en una semana, los comerciantes pueden recuperarse de las pérdidas que hayan sufrido en meses anteriores.

Hoteles, restaurantes, taxistas y todo tipo de ventas tiene auge en un Carnaval, sobre todo la cerveza por los intensos calores que se viven en el puerto, entonces aunque sea una diversión, los organizadores lo deben tomar muy en serio y evitar esa mala imagen que ahora trasciende por su propio descuido. Más claro ni el agua.