Hace tres años este sexenio inició ejecutando una acción principal, la cual fue el preámbulo de todo lo mal que se aproximaba: la cancelación del aeropuerto.
Este fue el inició de la pérdida de confianza de los inversionistas, impulsó la fuga de capitales y con ello venía la crisis económica que a la fecha seguimos teniendo.
Posteriormente tuvimos un desabasto de gasolina y se inició una movilización para erradicar el huachicoleo, misma que cobró la vida de 93 personas en el municipio de Tlahuelilpan, Hidalgo. Casi alternamente, la ineficacia, ocurrencia e improvisación iniciaba otro desatino más al desaparecer el Seguro Popular bajo el pretexto de una corrupción aún sin comprobar, se daba otro desabasto, pero ahora de medicamentos.
Mientras los desabastos iniciaban y comenzaban a cobrar la vida de miles de personas, la delincuencia seguía predominando y aventajando por todo el país, es decir, a tres años del sexenio del “cambio”, el país rebasa los 100 mil homicidios y feminicidios, cifras oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Y como si todo eso no fuera suficiente llegó el virus del Covid-19, donde no sólo colapsó el sistema de salud que hoy ha cobrado la vida de más de 290 mil personas, sino que también mostró las carencias que ya se tenían y provocó más quebranto en la economía del país y de las familias mexicanas. Sumando el mal manejo de la pandemia se produjo otro daño colateral, la pérdida de millones de empleos y el aumento de más de 6 millones de nuevos pobres.
Y mientras el virus nos tenía en total confinamiento y la mayoría de la población sin ingresos, afuera se veía el peor escenario, iniciaban los cierres de negocios y empresas por todo el país, con ello llegaba la fuga de capital y de parte del gobierno morenista no llegó ni una ayuda, ni apoyos económicos, ni alicientes para que los negocios no se fueran a la quiebra.
En ese tiempo los expertos en economía indicaban que teníamos el menor crecimiento económico contra las proyecciones, como resultado hoy hablan que la moneda se devaluó más de un peso desde que López Obrador ganó la elección, y en muchas ocasiones la moneda mexicana ha tocado una depreciación de más de dos pesos y tenemos la mayor inflación de los últimos 20 años. En todo este transcurso también se tejía la militarización del país. Al Ejército y a la Marina se le empezaron a poner diversas tareas que no entraban en sus funciones, que van desde la aplicación de vacunas hasta la construcción de un aeropuerto, un sistema ferroviario y sucursales bancarias. La promesa de Andrés Manuel, quien dijo sacaría de las calles a las Fuerzas Armadas, en estos tres años no ha sido materializada.
En resumen, si hablamos de economía, salud, seguridad, inversión, educación, migración y corrupción, arrojan un sexenio perdido y si dialogamos de las reformas a la ley en la primera mitad de esta administración, desde el día uno mostró que su administración haría historia por las veces en que han violado la Constitución.
Vamos en la primera mitad del sexenio “obradorista”, que parecen dos, y todavía nos faltan tres años más, donde desde el inicio se originaron una serie de eventos desafortunados, y en la rendición de cuentas de los tres años de este gobierno ya hasta nos quieren dejar sin transparencia, ni derecho a estar informados, porque días antes de su festival decretó que todas las obras se clasifiquen como de "seguridad nacional".
En conclusión, estimado lector, ya van tres años donde “primero los pobres” no saben qué comerán al día siguiente; no hay inversión y las empresas transnacionales se van retirando un día sí y el otro también; de haber un “hermano incomodo”, ahora hay más miembros de la familia involucrados en actos de corrupción; hay más balazos que abrazos, hay más festivales políticos que empleos formales. En fin, tres años y nada que celebrar.
(*) Senador por Veracruz. PAN
