/ lunes 25 de abril de 2022

La tumba de la oposición a Morena; ¿aguantarán la presión?

La votación de la reforma eléctrica se perdió, en un alto porcentaje, en las elecciones del año pasado y, en otro tanto, cuando fue presionada de más la oposición y no hubo las negociaciones adecuadas.

Así que una parte de la culpa de que al Presidente no le están resultando las cosas como desea, es de quienes fallaron en la orden de arrasar en las elecciones de junio de 2021.

Aquí en Veracruz cumplieron, permitiendo solo la victoria, como candidato a diputado federal, de José Francisco Yunes, porque a los demás los hicieron añicos, con nuevas formas de operar electoralmente.

Claro que también tuvo que ver el desgaste en el ejercicio del poder. El presidente Andrés Manuel López Obrador conserva su popularidad, pero eso no quiere decir que, en el país, todos los de Morena estén intactos con relación a la evaluación del pueblo.

Gobernadores, senadores, diputados federales y locales, así como alcaldes, en un número no menor, ya son vistos como cualquier político tradicional de México.

En 2018, cuando la gran mayoría de mexicanos se puso de parte del Movimiento de Regeneración Nacional, decepcionados del PRI, PAN y PRD, salieron a votar alrededor de 56.6 millones de ciudadanos (63.42% del padrón), de los cuales el 53% sufragó a favor de AMLO, es decir, poco más de 30 millones, como nunca en la historia.

Tres años después, con López Obrador aún popular, los candidatos de Morena no fueron lo mismo. De los 48 millones que sufragaron, solo 17 millones votaron por ellos, el 35.8%.

Sí fue una diferencia importante. Tal vez en Veracruz no se notó porque, insistimos, arrasaron y el Presidente, que es muy bueno para la retórica, compuso los resultados y, en síntesis, los hizo ver como buenos, que sí lo eran, pero no para como le gusta operar y llevar adelante sus proyectos.

Ya sin mayoría absoluta, no le preocupó o hizo como que no le preocupaba, pues llegado el momento se haría lo necesario para negociar y convencer, para así llevar a buen puerto sus proyectos políticos más importantes: las reformas eléctrica y electoral.

Ese momento llegó y… no hubo negociación y por lo tanto tampoco convencimiento.

El PRI se quedó a la espera de que le dieran la seguridad de ganar Hidalgo. No le ofrecieron nada sobre esa gubernatura y lo que se desencadenó fue una alianza más sólida entre el PAN, PRI y PRD, a los que se unió el Movimiento Ciudadano, y simplemente no pasó la reforma eléctrica.

Sabía el Presidente que ya no pasaría. Envió su propuesta de reforma a sabiendas de eso, porque pensó que de la derrota sacaría provecho: hacer quedar como vende patrias a los opositores y después como los responsables de lo malo que haga la CFE.

Pero se les ha pasado la mano y la alianza opositora, que se veía tan endeble (cada uno con intereses muy distintos, incluso peleando por la supervivencia), ahora está más cohesionada.

Los millones (en conjunto) que el año pasado votaron a favor del PAN, PRI y PRD, lo hicieron en su mayoría en contra del Presidente y Morena, por la polarización existente.

Su tumba hubiera sido (y es) no oponerse a lo que dicta el Presidente. Haber dejado pasar la reforma eléctrica habría provocado pesar y enojo en lo que votaron por ellos para que se opongan a las políticas de López Obrador.

Hicieron lo que tenía que hacer, más en forma circunstancial que ideológicamente, y si quieren llegar con vida a las elecciones de 2024 tendrán que oponerse igualmente a la reforma electoral, a lo de la Guardia Nacional incorporada al Ejército y a todo lo que un sector de la población ve como negativo del gobierno de la Cuarta Transformación.

Ese sector de la población, que hizo que ganaran 222 diputados en las pasadas elecciones, les exige no verse como los acorralados y miedosos por lo que hicieron (cuando fueron gobernadores, alcaldes y demás), en su pasado aún reciente.

¿Aguantarán las presiones, ya fuertes, pero que irán subiendo de tono?

La votación de la reforma eléctrica se perdió, en un alto porcentaje, en las elecciones del año pasado y, en otro tanto, cuando fue presionada de más la oposición y no hubo las negociaciones adecuadas.

Así que una parte de la culpa de que al Presidente no le están resultando las cosas como desea, es de quienes fallaron en la orden de arrasar en las elecciones de junio de 2021.

Aquí en Veracruz cumplieron, permitiendo solo la victoria, como candidato a diputado federal, de José Francisco Yunes, porque a los demás los hicieron añicos, con nuevas formas de operar electoralmente.

Claro que también tuvo que ver el desgaste en el ejercicio del poder. El presidente Andrés Manuel López Obrador conserva su popularidad, pero eso no quiere decir que, en el país, todos los de Morena estén intactos con relación a la evaluación del pueblo.

Gobernadores, senadores, diputados federales y locales, así como alcaldes, en un número no menor, ya son vistos como cualquier político tradicional de México.

En 2018, cuando la gran mayoría de mexicanos se puso de parte del Movimiento de Regeneración Nacional, decepcionados del PRI, PAN y PRD, salieron a votar alrededor de 56.6 millones de ciudadanos (63.42% del padrón), de los cuales el 53% sufragó a favor de AMLO, es decir, poco más de 30 millones, como nunca en la historia.

Tres años después, con López Obrador aún popular, los candidatos de Morena no fueron lo mismo. De los 48 millones que sufragaron, solo 17 millones votaron por ellos, el 35.8%.

Sí fue una diferencia importante. Tal vez en Veracruz no se notó porque, insistimos, arrasaron y el Presidente, que es muy bueno para la retórica, compuso los resultados y, en síntesis, los hizo ver como buenos, que sí lo eran, pero no para como le gusta operar y llevar adelante sus proyectos.

Ya sin mayoría absoluta, no le preocupó o hizo como que no le preocupaba, pues llegado el momento se haría lo necesario para negociar y convencer, para así llevar a buen puerto sus proyectos políticos más importantes: las reformas eléctrica y electoral.

Ese momento llegó y… no hubo negociación y por lo tanto tampoco convencimiento.

El PRI se quedó a la espera de que le dieran la seguridad de ganar Hidalgo. No le ofrecieron nada sobre esa gubernatura y lo que se desencadenó fue una alianza más sólida entre el PAN, PRI y PRD, a los que se unió el Movimiento Ciudadano, y simplemente no pasó la reforma eléctrica.

Sabía el Presidente que ya no pasaría. Envió su propuesta de reforma a sabiendas de eso, porque pensó que de la derrota sacaría provecho: hacer quedar como vende patrias a los opositores y después como los responsables de lo malo que haga la CFE.

Pero se les ha pasado la mano y la alianza opositora, que se veía tan endeble (cada uno con intereses muy distintos, incluso peleando por la supervivencia), ahora está más cohesionada.

Los millones (en conjunto) que el año pasado votaron a favor del PAN, PRI y PRD, lo hicieron en su mayoría en contra del Presidente y Morena, por la polarización existente.

Su tumba hubiera sido (y es) no oponerse a lo que dicta el Presidente. Haber dejado pasar la reforma eléctrica habría provocado pesar y enojo en lo que votaron por ellos para que se opongan a las políticas de López Obrador.

Hicieron lo que tenía que hacer, más en forma circunstancial que ideológicamente, y si quieren llegar con vida a las elecciones de 2024 tendrán que oponerse igualmente a la reforma electoral, a lo de la Guardia Nacional incorporada al Ejército y a todo lo que un sector de la población ve como negativo del gobierno de la Cuarta Transformación.

Ese sector de la población, que hizo que ganaran 222 diputados en las pasadas elecciones, les exige no verse como los acorralados y miedosos por lo que hicieron (cuando fueron gobernadores, alcaldes y demás), en su pasado aún reciente.

¿Aguantarán las presiones, ya fuertes, pero que irán subiendo de tono?