/ lunes 23 de mayo de 2022

Los gobernadores y su poder; las cosas han cambiado en Veracruz

¿Quién llega a la gubernatura sabiendo ser un buen gobernador?

Gobernadores hemos tenido de todo, desde los que ascienden sin saber nada de política hasta los que les sobra experiencia.

Desde los que sentían que ya sabían todo, pero ante los problemas fuertes lloraron o se daban de cabezazos en la pared, hasta los que se admiraron cuando empezaron a conocer las riquezas que tiene Veracruz.

Eso sí, temprano o tarde, pero todos, a su manera, han terminado aprendiendo a disfrutar y ejercer el poder que da esa posición.

Tal vez el más claro ejemplo de un gobernador al que no le gustaba la política y ejercer el poder, pero que con el paso del sexenio acabaron por gustarle ambas cosas fue Agustín Acosta Lagunes (I980-1986).

Economista cuyo único contacto con la función pública había sido la parte de la administración, Acosta Lagunes desde su campaña por la gubernatura mostró aversión por los políticos.

Los menospreciaba, los corría de su presencia, pero los golpes que da la vida y una actividad tan compleja como es la política terminaron cambiándolo. Así que de expresar que de la grilla se encargaba su secretario de Gobierno, Ignacio Morales Lechuga, porque él solo estaba concentrado en hacer de Veracruz granero y yunque de la nación, terminó quitando del cargo a quien después fue procurador del Distrito Federal y General de la República, pues ya no le gustó que la gente dijera que su segundo era el que mandaba.

Y de despreciar a los políticos por sus discursos pasó a hablar como ellos, como cuando reapareció en el entonces Cine Xalapa de Ávila Camacho, en el corazón de Xalapa, tras una enfermedad que acrecentó los rumores que dejaba la gubernatura, y de su pecho y garganta ya no salió la voz delgada de siempre, sino gritos, acompañados de gesticulaciones y manotazos al aire.

El poder que da la gubernatura de Veracruz había cambiado al economista nativo de Paso de Ovejas que odiaba a los políticos.

Ahora bien, ¿es absoluto el poder de un gobernador? No. En el estado hay presiones desde los familiares, pasando por los grupos económicos hasta de los colaboradores, por mencionar algunos factores que inciden en las decisiones de un gobernador.

Javier Duarte de Ochoa nunca pudo quitarse del todo la pesada sombra de su hacedor, Fidel Herrera Beltrán, quien si bien lo hizo gobernador, de inicio le impuso alcaldes, diputados y colaboradores. Le puso un cerco que Duarte lo fue abriendo poco a poco, pero no logró abrirlo del todo y la voz de Fidel siempre tuvo eco en el Palacio de Gobierno aunque ya no despachara ahí.

Y están las presiones que vienen de fuera del estado: del Presidente, de secretarios de Estado y grupos políticos, entre otros.

Recordemos como en los dos primeros años del actual gobernador, Cuitláhuac García Jiménez, meses tras mes hacían correr la versión de que renunciaría para irse a un cargo de segundo nivel al gobierno federal, porque así convenía a algunos cercanos al Presidente.

Pero con los resultados en elecciones y consultas, todos a favor del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) revirtió eso.

¿Y han notado en qué han terminado las renuncias de los secretarios de despacho?

Sí, las de Rocío Pérez (Secretaría de Medio Ambiente), Xóchitl Arbesú (Turismo) y Roberto Ramos Alor (Salud).

A los tres los unían dos cosas: ser del sur del Estado (Cosoleacaque, Minatitlán y Coatzacoalcos) y estar ligados a la secretaria de Energía, Rocío Nahle, de las funcionarias verdaderamente influyentes en el gabinete del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Así que el sur se ha quedado sin ningún representante importante en el gobierno estatal y, por las circunstancias que tienen los tiempos políticos y otros factores, la titular de la Sener no colocó a los sucesores.

Mientras tanto los morenistas locales avanzan en su tarea de consolidarse como una posibilidad para lo que cada vez está más cerca: la guerra electoral de 2024 que abarcará la gubernatura.

¿Quién llega a la gubernatura sabiendo ser un buen gobernador?

Gobernadores hemos tenido de todo, desde los que ascienden sin saber nada de política hasta los que les sobra experiencia.

Desde los que sentían que ya sabían todo, pero ante los problemas fuertes lloraron o se daban de cabezazos en la pared, hasta los que se admiraron cuando empezaron a conocer las riquezas que tiene Veracruz.

Eso sí, temprano o tarde, pero todos, a su manera, han terminado aprendiendo a disfrutar y ejercer el poder que da esa posición.

Tal vez el más claro ejemplo de un gobernador al que no le gustaba la política y ejercer el poder, pero que con el paso del sexenio acabaron por gustarle ambas cosas fue Agustín Acosta Lagunes (I980-1986).

Economista cuyo único contacto con la función pública había sido la parte de la administración, Acosta Lagunes desde su campaña por la gubernatura mostró aversión por los políticos.

Los menospreciaba, los corría de su presencia, pero los golpes que da la vida y una actividad tan compleja como es la política terminaron cambiándolo. Así que de expresar que de la grilla se encargaba su secretario de Gobierno, Ignacio Morales Lechuga, porque él solo estaba concentrado en hacer de Veracruz granero y yunque de la nación, terminó quitando del cargo a quien después fue procurador del Distrito Federal y General de la República, pues ya no le gustó que la gente dijera que su segundo era el que mandaba.

Y de despreciar a los políticos por sus discursos pasó a hablar como ellos, como cuando reapareció en el entonces Cine Xalapa de Ávila Camacho, en el corazón de Xalapa, tras una enfermedad que acrecentó los rumores que dejaba la gubernatura, y de su pecho y garganta ya no salió la voz delgada de siempre, sino gritos, acompañados de gesticulaciones y manotazos al aire.

El poder que da la gubernatura de Veracruz había cambiado al economista nativo de Paso de Ovejas que odiaba a los políticos.

Ahora bien, ¿es absoluto el poder de un gobernador? No. En el estado hay presiones desde los familiares, pasando por los grupos económicos hasta de los colaboradores, por mencionar algunos factores que inciden en las decisiones de un gobernador.

Javier Duarte de Ochoa nunca pudo quitarse del todo la pesada sombra de su hacedor, Fidel Herrera Beltrán, quien si bien lo hizo gobernador, de inicio le impuso alcaldes, diputados y colaboradores. Le puso un cerco que Duarte lo fue abriendo poco a poco, pero no logró abrirlo del todo y la voz de Fidel siempre tuvo eco en el Palacio de Gobierno aunque ya no despachara ahí.

Y están las presiones que vienen de fuera del estado: del Presidente, de secretarios de Estado y grupos políticos, entre otros.

Recordemos como en los dos primeros años del actual gobernador, Cuitláhuac García Jiménez, meses tras mes hacían correr la versión de que renunciaría para irse a un cargo de segundo nivel al gobierno federal, porque así convenía a algunos cercanos al Presidente.

Pero con los resultados en elecciones y consultas, todos a favor del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) revirtió eso.

¿Y han notado en qué han terminado las renuncias de los secretarios de despacho?

Sí, las de Rocío Pérez (Secretaría de Medio Ambiente), Xóchitl Arbesú (Turismo) y Roberto Ramos Alor (Salud).

A los tres los unían dos cosas: ser del sur del Estado (Cosoleacaque, Minatitlán y Coatzacoalcos) y estar ligados a la secretaria de Energía, Rocío Nahle, de las funcionarias verdaderamente influyentes en el gabinete del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Así que el sur se ha quedado sin ningún representante importante en el gobierno estatal y, por las circunstancias que tienen los tiempos políticos y otros factores, la titular de la Sener no colocó a los sucesores.

Mientras tanto los morenistas locales avanzan en su tarea de consolidarse como una posibilidad para lo que cada vez está más cerca: la guerra electoral de 2024 que abarcará la gubernatura.