/ lunes 19 de octubre de 2020

Oxígeno al PRI

Las elecciones locales de Coahuila e Hidalgo fueron para el priismo oxígeno puro.

Los resultados preliminares consignan un resultado inesperado por exitoso para el tricolor: en Coahuila podría llevarse 16 de 16, carro completo en la contienda por las curules; en tanto que en Hidalgo, el PRI lograría 25 de 84 ayuntamientos en disputa, nada mal para un partido al que hasta hace poco se le daba por muerto. Si bien no se espera que 2021 se parezca a 2020 en cuanto al rumbo de la contienda, el éxito para el PRI en la jornada del domingo pasado demostró básicamente dos cosas: que el Movimiento de Regeneración Nacional no puede confiarse ni basar su estrategia en la imagen del presidente López Obrador; y que en política no hay muertos. En este momento, cuando estamos a poco más de dos meses del inicio del proceso local en Veracruz, nadie apuesta por un resultado favorable al PRI; de hecho, todas las encuestas que se han difundido ubican al tricolor en un rezagado tercer lugar. Sin embargo, como se demostró en Coahuila e Hidalgo, en política todo puede pasar. En el PRI de Veracruz, la contienda del domingo contribuyó a generar confianza entre dirigentes y militantes; una vez que se dieron a conocer los resultados, el CDE se apresuró a convocar a rueda de prensa en el Puerto. El resultado no solo generó confianza, sino que despertó a un aletargado partido que basaba sus esperanzas en la elección local de Veracruz en una posible alianza con los partidos Acción Nacional y de la Revolución Democrática. Si solos pudimos ganar, en alianza con panistas y perredistas las cosas podrían facilitarse más, parece la lógica que impera en la dirigencia estatal, donde no se cierra la puerta a una coalición. El PRI veracruzano, por cierto, se reorganiza; y lo destacable de ese trabajo interno es que desde la dirigencia se impulsa una mayor participación de quienes han ocupado espacios relevantes en el pasado; para el próximo jueves, por ejemplo, está programada una reunión entre ex presidentes del comité estatal, ex directivos, cuadros destacados, ex alcaldes y ex legisladores del partido. Ahí, por ejemplo, estará gente como Raúl Ramos Vicarte, quien ha ocupado diferentes espacios en el comité estatal (la presidencia) y el Gobierno de Veracruz (la Subsecretaría, entre otros); ha sido diputado local y alcalde de Boca del Río; y en los últimos dos años es el dirigente estatal que mejores cuentas ha entregado a su partido en cuanto a resultados. Recordemos que en el año 2000, en un contexto adverso, cuando el PAN ganaba al PRI la Presidencia de la República, el tricolor veracruzano, con Ramos Vicarte como dirigente, logró el triunfo en la mayoría de las diputaciones y alcaldías en disputa. El PRI, al parecer, aprovechará la experiencia y los años de trayectoria de algunos de sus ex presidentes del Comité Estatal, como Raúl Ramos por ejemplo, para operar políticamente rumbo a 2021 y tratar de evitar un descalabro más.

Las elecciones locales de Coahuila e Hidalgo fueron para el priismo oxígeno puro.

Los resultados preliminares consignan un resultado inesperado por exitoso para el tricolor: en Coahuila podría llevarse 16 de 16, carro completo en la contienda por las curules; en tanto que en Hidalgo, el PRI lograría 25 de 84 ayuntamientos en disputa, nada mal para un partido al que hasta hace poco se le daba por muerto. Si bien no se espera que 2021 se parezca a 2020 en cuanto al rumbo de la contienda, el éxito para el PRI en la jornada del domingo pasado demostró básicamente dos cosas: que el Movimiento de Regeneración Nacional no puede confiarse ni basar su estrategia en la imagen del presidente López Obrador; y que en política no hay muertos. En este momento, cuando estamos a poco más de dos meses del inicio del proceso local en Veracruz, nadie apuesta por un resultado favorable al PRI; de hecho, todas las encuestas que se han difundido ubican al tricolor en un rezagado tercer lugar. Sin embargo, como se demostró en Coahuila e Hidalgo, en política todo puede pasar. En el PRI de Veracruz, la contienda del domingo contribuyó a generar confianza entre dirigentes y militantes; una vez que se dieron a conocer los resultados, el CDE se apresuró a convocar a rueda de prensa en el Puerto. El resultado no solo generó confianza, sino que despertó a un aletargado partido que basaba sus esperanzas en la elección local de Veracruz en una posible alianza con los partidos Acción Nacional y de la Revolución Democrática. Si solos pudimos ganar, en alianza con panistas y perredistas las cosas podrían facilitarse más, parece la lógica que impera en la dirigencia estatal, donde no se cierra la puerta a una coalición. El PRI veracruzano, por cierto, se reorganiza; y lo destacable de ese trabajo interno es que desde la dirigencia se impulsa una mayor participación de quienes han ocupado espacios relevantes en el pasado; para el próximo jueves, por ejemplo, está programada una reunión entre ex presidentes del comité estatal, ex directivos, cuadros destacados, ex alcaldes y ex legisladores del partido. Ahí, por ejemplo, estará gente como Raúl Ramos Vicarte, quien ha ocupado diferentes espacios en el comité estatal (la presidencia) y el Gobierno de Veracruz (la Subsecretaría, entre otros); ha sido diputado local y alcalde de Boca del Río; y en los últimos dos años es el dirigente estatal que mejores cuentas ha entregado a su partido en cuanto a resultados. Recordemos que en el año 2000, en un contexto adverso, cuando el PAN ganaba al PRI la Presidencia de la República, el tricolor veracruzano, con Ramos Vicarte como dirigente, logró el triunfo en la mayoría de las diputaciones y alcaldías en disputa. El PRI, al parecer, aprovechará la experiencia y los años de trayectoria de algunos de sus ex presidentes del Comité Estatal, como Raúl Ramos por ejemplo, para operar políticamente rumbo a 2021 y tratar de evitar un descalabro más.