El hombre inquisitivo es una fábula, de una página de extensión, escrita por el poeta, epigramista y autor de comedias ruso Iván Krylov en 1814.
Cuenta la historia de un hombre que visita un museo y luego narra su experiencia a un amigo, descubriendo las distintas colecciones naturalistas que encontró en el lugar y haciendo énfasis en la pequeñez de los insectos que pudo observar allí.
¡Algunos medían lo que una cabeza de alfiler!
¿Pero viste el elefante? ¿Qué te pareció? Me imagino que te sentiste como si estuvieras frente una montaña, replicó el amigo.
¿Estás seguro que está ahí? Preguntó el primero muy sorprendido. Muy seguro.
Pues, hermano, no me lo tomen a mal, pero para decirte la verdad, no vi el elefante.
Nadie negará que la mayoría de los nombramientos que ha hecho la futura gobernadora en funciones de Veracruz Rocío Nalhe tienen como común denominador la capacidad profesional, experiencia, propiedad y eficacia.
Necesitamos el golpe de timón expresión marinera que significa dar un cambio brusco de dirección, solamente se trata de fijar el rumbo hacia un Veracruz más incluyente, con justicia social y con nuevas expectativas de crecimiento, no solo en el tema económico, si no en aspectos que permitan abrir oportunidades mediante la educación y otras herramientas a las nuevas generaciones, además de garantizar el respeto a los derechos fundamentales de los veracruzanos.
En otro contexto estoy seguro de esto. Ninguna buena persona que se considere mexicano respondería negativamente a una pregunta tan sencilla como: ¿Desea usted el bienestar y la prosperidad para México?
Es posible generar unidad en todo no al sueño. Pero es estéril, esperar que todo mundo piense en la misma manera en como lograrlo. Por eso, primero tenemos que sentarnos a la mesa y ponernos de acuerdo en qué país queremos.
El cómo viene después. Y será primordial escuchar a todos los actores sociales.
Como consecuencia, generar la colaboración de personas e instituciones. No importa su origen, pero que carezcan de la miope visión del egoísmo estúpido en su alma.
Que aporten experiencia, sabiduría, que gocen de la sensibilidad social y conciencia de la trascendencia humana, con capacidades intelectuales y técnicas.
Y con la Magna y hermosa visión de concebir un proyecto de nación libre, equitativa, incluyente y civilizada, respetuosa de su diversidad y unida en su misión.
Proyecto para construirse en el largo plazo, Durante los próximos 30 a 40 años. Es un tema complejo por naturaleza.
A la complejidad del mundo actual habrá que abordarla, necesariamente, con una disciplina y visión, si no integradora porque la propia complejidad lleva en sí misma la paradoja de una imposibilidad de unificar, si con una estrategia multidisciplinaria e interinstitucional.
No podemos de resignarnos a un saber parcelarizado; no podemos aislar un objeto del estudio de su contexto, de sus antecedentes, su devenir, anota Edgar Morin.
Y la actitud de cómo afrontar el futuro conlleva a comprender que las verdades profundas, antagonistas, unas de las otras, deben ser complementarias, sin dejar de ser antagonistas, unas de las otras, deben de ser complementarias, sin dejar de ser antagonistas.
“No se puede reducir la fuerza de la incertidumbre y la ambigüedad”, complementa Morin.
Muchos consideran una quimera esto. No obstante, en el mundo abundan “lecciones del espíritu quimérico”.
Charles de Gaulle fue un gran estadista y logró crear la quinta República en Francia. Churchill se convirtió en Pilar en la Inglaterra de la Segunda Guerra mundial cuando casi todos los ingleses dudaron de él. Los Padres de la Nación estadounidense soñaron con la Independencia y un nuevo país. José María Morelos y Pavón vislumbró en sus Sentimientos de la Nación la esencia de México.
Steve Jobs tiene una estupenda frase dirigida a inventores, a empresarios, a líderes que piensan más allá de lo convencional.
“Las personas que están suficientemente locas para pensar que pueden cambiar el mundo, son las que lo hacen”.
Pareciera que es una sugerencia “utópica” impulsar a “soñar el país que se quiere” valga la redundancia.
Estoy seguro de que, para cualquier arquitecto, al menos terrícola, es prácticamente ineludible, y me atrevería a decir que es un proceso axiomático, el que se sigue para desarrollar un proyecto arquitectónico ejecutivo.