/ lunes 14 de marzo de 2022

Sucesión en Veracruz y cómo jugará AMLO

Cada vez se habla más de la sucesión en la gubernatura porque el tiempo avanza y dentro de 21 meses en Veracruz ya habrá candidatos o se estará en plena efervescencia de los destapes.

Por ahora lo evidente es que Morena, el partido que aquí parece invencible, ya tiene candidata y es Rocío Nahle, la secretaria de Energía y una de las funcionarias federales más cercanas al presidente López Obrador. Eso es lo evidente ¿y lo seguro? Nada es seguro al 100%, de ahí que haya quienes pelean esa candidatura, aunque su pelea por ahora sea más bien por el escaño en la Senaduría o una curul por la vía plurinominal en la Cámara de Diputados.

La política puede ser muy cambiante, de un día para otro llegan a caerse decisiones ya tomadas, pero por lo general eso no sucede y prevalece lo que, desde el poder, se manda como señales que no siempre son bien interpretadas o descifradas.

Recordemos lo que ha sucedido en los últimos tiempos en las sucesiones de gobernadores de Veracruz.

En la de Patricio Chirinos fue una decisión del presidente Ernesto Zedillo a favor de Miguel Alemán Velazco. Chirinos fue muy prudente y se mantuvo al margen. Fue la última que peleó Carvajal, pero era evidente que la tenía en la bolsa Alemán, tras las derrotas de Yunes al frente del PRI estatal.

Alemán, en su sucesión, alentó a Tomás Ruiz González, quien vio cerca ese sueño, incluso lo ayudaron a conseguir documentación para acreditarlo como veracruzano, pero Fidel Herrera le sacó de la bolsa la candidatura.

Fidel decidió la sucesión casi desde un inicio. Tuvo en mente a algunos, como David Velasco, pero la preferencia de él y familiar estaba con Javier Duarte. JDO vio dos veces tambalear sus posibilidades: antes de que arrancara el gobierno, cuando supo que podría ser nombrado director del DIF estatal y luego como coordinador de los diputados federales veracruzanos, con el caso del IVA. Per sorteó todo.

Duarte no pudo imponer candidato (quería a Alberto Silva) y la candidatura la consiguió Héctor Yunes. Duarte estaba ya muy disminuido ante el presidente Peña Nieto y el titular de la Segob, Miguel Ángel Osorio Chong.

Miguel Yunes sí puso candidato, a su hijo, pero no lo pudo hacer ganar. Ganó la candidatura para su vástago un año después de ser gobernador, cuando triunfó en las elecciones locales, pero fue derrotado por Andrés Manuel López Obrador y Cuitláhuac García.

Y ahora que se está a unos 27 meses de las elecciones hay un factor muy importante a tomarse en cuenta para la sucesión en Veracruz.

Para que se gane la presidencia, con la candidata o el candidato que finalmente decida López Obrador, forzosamente hay que ganar Veracruz, es decir, no hay forma de que el candidato a la gubernatura jarocha se decida fuera del Palacio Nacional.

AMLO, que desayuna, come y cena política ya tiene una idea muy completa de cómo resolverá las sucesiones. Lo ha mostrado con las anteriores gubernaturas y no tendría por qué salirse de su guion.

Por eso puso a caminar a Claudia Sheinbaum y solo cambiará de idea si es muy evidente que no levanta. Y como la suerte de Claudia está ligada a Veracruz, con su gran reserva de votos, pues también ya tiene decidido resolver Veracruz con Rocío Nahle por delante.

¿Puede cambiar estas decisiones?, Sí, aunque por ahora se ve muy complicado que eso suceda. Tras perder dos veces la presidencia, no solo le gusta lo seguro, sino lo muy seguro.

Pero ahí andan en la pelea Sergio Gutiérrez, Manuel Huerta, Patrocinio Cisneros, Zenyazen Escobar y Juan Javier Gómez Cazarín, buscando la candidatura a la senaduría o una diputación o en espera de un resbalón o de plano de una caída.

Si se dio el carbonelazo, han de decir. Aunque en aquella ocasión la candidatura a la gubernatura simplemente le fue dada al final a quien la tenía en la bolsa desde un inicio, pero su sobrada seguridad, convertida en descuido, hizo que la perdiera por unos días. La amistad y el cariño que el presidente Echeverría le tenía a Rafael Hernández Ochoa simplemente se impuso.

Cada vez se habla más de la sucesión en la gubernatura porque el tiempo avanza y dentro de 21 meses en Veracruz ya habrá candidatos o se estará en plena efervescencia de los destapes.

Por ahora lo evidente es que Morena, el partido que aquí parece invencible, ya tiene candidata y es Rocío Nahle, la secretaria de Energía y una de las funcionarias federales más cercanas al presidente López Obrador. Eso es lo evidente ¿y lo seguro? Nada es seguro al 100%, de ahí que haya quienes pelean esa candidatura, aunque su pelea por ahora sea más bien por el escaño en la Senaduría o una curul por la vía plurinominal en la Cámara de Diputados.

La política puede ser muy cambiante, de un día para otro llegan a caerse decisiones ya tomadas, pero por lo general eso no sucede y prevalece lo que, desde el poder, se manda como señales que no siempre son bien interpretadas o descifradas.

Recordemos lo que ha sucedido en los últimos tiempos en las sucesiones de gobernadores de Veracruz.

En la de Patricio Chirinos fue una decisión del presidente Ernesto Zedillo a favor de Miguel Alemán Velazco. Chirinos fue muy prudente y se mantuvo al margen. Fue la última que peleó Carvajal, pero era evidente que la tenía en la bolsa Alemán, tras las derrotas de Yunes al frente del PRI estatal.

Alemán, en su sucesión, alentó a Tomás Ruiz González, quien vio cerca ese sueño, incluso lo ayudaron a conseguir documentación para acreditarlo como veracruzano, pero Fidel Herrera le sacó de la bolsa la candidatura.

Fidel decidió la sucesión casi desde un inicio. Tuvo en mente a algunos, como David Velasco, pero la preferencia de él y familiar estaba con Javier Duarte. JDO vio dos veces tambalear sus posibilidades: antes de que arrancara el gobierno, cuando supo que podría ser nombrado director del DIF estatal y luego como coordinador de los diputados federales veracruzanos, con el caso del IVA. Per sorteó todo.

Duarte no pudo imponer candidato (quería a Alberto Silva) y la candidatura la consiguió Héctor Yunes. Duarte estaba ya muy disminuido ante el presidente Peña Nieto y el titular de la Segob, Miguel Ángel Osorio Chong.

Miguel Yunes sí puso candidato, a su hijo, pero no lo pudo hacer ganar. Ganó la candidatura para su vástago un año después de ser gobernador, cuando triunfó en las elecciones locales, pero fue derrotado por Andrés Manuel López Obrador y Cuitláhuac García.

Y ahora que se está a unos 27 meses de las elecciones hay un factor muy importante a tomarse en cuenta para la sucesión en Veracruz.

Para que se gane la presidencia, con la candidata o el candidato que finalmente decida López Obrador, forzosamente hay que ganar Veracruz, es decir, no hay forma de que el candidato a la gubernatura jarocha se decida fuera del Palacio Nacional.

AMLO, que desayuna, come y cena política ya tiene una idea muy completa de cómo resolverá las sucesiones. Lo ha mostrado con las anteriores gubernaturas y no tendría por qué salirse de su guion.

Por eso puso a caminar a Claudia Sheinbaum y solo cambiará de idea si es muy evidente que no levanta. Y como la suerte de Claudia está ligada a Veracruz, con su gran reserva de votos, pues también ya tiene decidido resolver Veracruz con Rocío Nahle por delante.

¿Puede cambiar estas decisiones?, Sí, aunque por ahora se ve muy complicado que eso suceda. Tras perder dos veces la presidencia, no solo le gusta lo seguro, sino lo muy seguro.

Pero ahí andan en la pelea Sergio Gutiérrez, Manuel Huerta, Patrocinio Cisneros, Zenyazen Escobar y Juan Javier Gómez Cazarín, buscando la candidatura a la senaduría o una diputación o en espera de un resbalón o de plano de una caída.

Si se dio el carbonelazo, han de decir. Aunque en aquella ocasión la candidatura a la gubernatura simplemente le fue dada al final a quien la tenía en la bolsa desde un inicio, pero su sobrada seguridad, convertida en descuido, hizo que la perdiera por unos días. La amistad y el cariño que el presidente Echeverría le tenía a Rafael Hernández Ochoa simplemente se impuso.