/ jueves 28 de abril de 2022

Traición a la Patria

Posteriormente a la votación de la reforma eléctrica, donde el debate fue álgido y por momentos tenso, porque el tema no ameritaba menos y porque al final de cuentas las y los legisladores somos seres humanos, con humanas pasiones y reacciones, cuando se nos presenta una circunstancia adversa o que consideramos injusta, es cierto que la reforma no alcanzó los números de votos suficientes para poder consolidarla.

Se trataba de una reforma de corte constitucional que requería del voto de las dos terceras partes del quórum, en esta circunstancia 223 diputados y diputadas de la oposición votaron en contra, lo que incluso desde antes ya se conceptualizaba como una traición a la patria.

A la hora de la discusión esta definición fue la constante, dejar en claro que quien no votara a favor de beneficiar a 23 millones de hogares mexicanos, 5 millones de productores primarios, 3 millones 200 mil pequeñas y medianas empresas, más de 2 mil 400 municipios con problemas en el pago de energía eléctrica y de organismos operadores de sistemas de agua y drenaje, quienes contarían con tarifas especiales en el consumo de luz y sobre todo, asegurar la transición energética, que no era otra cosa más que pasar de la generación de energías “sucias” a la generación de energías limpias, y fundamentalmente la seguridad en materia energética, que es un tema de importancia nacional, que está ocurriendo en democracias de primer mundo como Alemania o el revelador caso boliviano, que una vez lograda la transición energética redujo sus niveles de pobreza de forma sustancial.

Así las cosas mi querido lector, en los subsecuentes días ha quedado en claro quiénes se identifican como traidores a la Patria, y que algunos legisladores y legisladoras de oposición, como reacción estéril en muchos sentidos, presentan ante organizaciones internacionales denuncias por una aparente campaña de odio. ¡Caray!, sabemos de su extraordinaria capacidad de mentir por parte de los miembros de la oposición y su doble moral, que es signo distintivo de ellos en estas épocas, pero presentar una denuncia por una campaña de odio, esto sí los consolida como un auténtico monumento, no solo a la doble moral, sino a la hipocresía en grado superlativo. De memoria selectiva y flaca ya sabíamos que también son, pero recordemos un poco. Las elecciones de 2006 tuvieron la que debe ser, por mucho, la campaña de odio más grande y dañina en la historia de nuestro país, solo comparada con los enormes daños hechos por la extrema derecha en otros lugares y momentos de la historia mundial, en mi concepto a la altura de la que desembocó en infames conductas que dejaron sin vida a más de 6 millones de hermanos judíos o las dictaduras sudamericanas encabezadas por la ultraderecha, la diferencia es que aquí, en nuestro país, han sido contra un solo hombre que representa a un movimiento, pero solo tal vez unos niveles debajo de las grandes campañas mundiales de odio que hemos conocido.

En este sentido es que la derecha mexicana no le asiste ni el derecho ni la moral, ni mucho menos el respaldo de la opinión publica, en su dolencia de campaña de odio que falsamente indican. La realidad es que señalarlos como traidores a la Patria no es difamarlos, calumniarlos, denostarlos o sembrarles el odio. Cuando se les llama traidores a la Patria lo que estamos haciendo millones de mexicanos es definiéndolos a ellos, estamos más bien diciéndoles cuál es su condición actual de acuerdo a esta circunstancia y esto no es algo ilícito, porque no ofende, por el contrario, es un apego a la verdad de lo más necesario, que el pueblo mexicano perfectamente está aceptando y reflexionando. Para muestra veamos y veremos las variantes en las encuestas de los seis estados en donde habrá elecciones, los números comienzan y seguirán variando en favor de Morena y los resultados, en algunos casos, solo se confirmarán y en otros sí tendrán una variante, que no es otra cosa que el costo político que pagará la oposición (PRI, PAN, PRD y MC) por haber traicionado al pueblo mexicano.

(*) Diputado federal. Morena

Posteriormente a la votación de la reforma eléctrica, donde el debate fue álgido y por momentos tenso, porque el tema no ameritaba menos y porque al final de cuentas las y los legisladores somos seres humanos, con humanas pasiones y reacciones, cuando se nos presenta una circunstancia adversa o que consideramos injusta, es cierto que la reforma no alcanzó los números de votos suficientes para poder consolidarla.

Se trataba de una reforma de corte constitucional que requería del voto de las dos terceras partes del quórum, en esta circunstancia 223 diputados y diputadas de la oposición votaron en contra, lo que incluso desde antes ya se conceptualizaba como una traición a la patria.

A la hora de la discusión esta definición fue la constante, dejar en claro que quien no votara a favor de beneficiar a 23 millones de hogares mexicanos, 5 millones de productores primarios, 3 millones 200 mil pequeñas y medianas empresas, más de 2 mil 400 municipios con problemas en el pago de energía eléctrica y de organismos operadores de sistemas de agua y drenaje, quienes contarían con tarifas especiales en el consumo de luz y sobre todo, asegurar la transición energética, que no era otra cosa más que pasar de la generación de energías “sucias” a la generación de energías limpias, y fundamentalmente la seguridad en materia energética, que es un tema de importancia nacional, que está ocurriendo en democracias de primer mundo como Alemania o el revelador caso boliviano, que una vez lograda la transición energética redujo sus niveles de pobreza de forma sustancial.

Así las cosas mi querido lector, en los subsecuentes días ha quedado en claro quiénes se identifican como traidores a la Patria, y que algunos legisladores y legisladoras de oposición, como reacción estéril en muchos sentidos, presentan ante organizaciones internacionales denuncias por una aparente campaña de odio. ¡Caray!, sabemos de su extraordinaria capacidad de mentir por parte de los miembros de la oposición y su doble moral, que es signo distintivo de ellos en estas épocas, pero presentar una denuncia por una campaña de odio, esto sí los consolida como un auténtico monumento, no solo a la doble moral, sino a la hipocresía en grado superlativo. De memoria selectiva y flaca ya sabíamos que también son, pero recordemos un poco. Las elecciones de 2006 tuvieron la que debe ser, por mucho, la campaña de odio más grande y dañina en la historia de nuestro país, solo comparada con los enormes daños hechos por la extrema derecha en otros lugares y momentos de la historia mundial, en mi concepto a la altura de la que desembocó en infames conductas que dejaron sin vida a más de 6 millones de hermanos judíos o las dictaduras sudamericanas encabezadas por la ultraderecha, la diferencia es que aquí, en nuestro país, han sido contra un solo hombre que representa a un movimiento, pero solo tal vez unos niveles debajo de las grandes campañas mundiales de odio que hemos conocido.

En este sentido es que la derecha mexicana no le asiste ni el derecho ni la moral, ni mucho menos el respaldo de la opinión publica, en su dolencia de campaña de odio que falsamente indican. La realidad es que señalarlos como traidores a la Patria no es difamarlos, calumniarlos, denostarlos o sembrarles el odio. Cuando se les llama traidores a la Patria lo que estamos haciendo millones de mexicanos es definiéndolos a ellos, estamos más bien diciéndoles cuál es su condición actual de acuerdo a esta circunstancia y esto no es algo ilícito, porque no ofende, por el contrario, es un apego a la verdad de lo más necesario, que el pueblo mexicano perfectamente está aceptando y reflexionando. Para muestra veamos y veremos las variantes en las encuestas de los seis estados en donde habrá elecciones, los números comienzan y seguirán variando en favor de Morena y los resultados, en algunos casos, solo se confirmarán y en otros sí tendrán una variante, que no es otra cosa que el costo político que pagará la oposición (PRI, PAN, PRD y MC) por haber traicionado al pueblo mexicano.

(*) Diputado federal. Morena