Acosada aún por la polémica por supuestamente haber delatado a 500 intelectuales como organizadores del movimiento estudiantil de 1968, cuando Elena Garro murió, el 22 de agosto de 1988 en un hospital de Cuernavaca, muy poca gente asistió a su funeral. No hubo laureles, ni homenajes nacionales.
Hoy, que se cumplen 25 años de la partida de quien es considerada como una de las plumas pioneras del realismo mágico, su obra y su memoria gozan de un mayor reconocimiento.
Puedes leer: La poesía de Sabines, muy actual a 24 años de su muerte
“En estos 25 años ha cambiado la percepción de Elena Garro. Y, si bien, desde antes de su muerte ya había comenzado a recuperar un gran público lector, los últimos 10 años han sido clave para su difusión y estudio. Nuevas generaciones conocen la importancia de su figura pública, al igual que de su obra, con un gran valor literario y de reflexión ética y política”, asegura Lucía Melgar, doctora en Literatura Hispanoamericana por la Universidad de Chicago y estudiosa de la obra de Garro, en entrevista con El Sol de México.
La especialista comenta que este reconocimiento se debe en gran parte a que desde de la década de los 90 en México y el mundo comenzó a florecer un creciente interés por recuperar a mujeres autoras que antecedieran a las que estaban publicando ya al borde del siglo XX, principalmente impulsado por grupos feministas.
“El movimiento feminista ha sido fundamental para el reconocimiento de la obra de Elena Garro, aunque ella no se consideraba feminista, sí se puede mencionar que su obra tiene muchos elementos de crítica al sistema social, a los prejuicios, a la discriminación y la violencia contra las mujeres. Esto ha permitido que se hagan lecturas distintas que no están atravesadas necesariamente ni por su figura personal ni por temas políticos, aunque todavía persisten versiones encontradas de Garro”, afirma Melgar.
“Es muy destacable su estilo, su recuperación de la oralidad, su prosa poética y cromática, así como su increíble manejo de lo fantástico”, explica la investigadora, quien escribió el prólogo de los cuentos de la obra completa de Garro publicada por el Fondo de Cultura Económica (FCE).
Entre los libros de narrativa se encuentran La semana de colores, Andamos huyendo Lola, Reencuentro de personajes, y Memorias de España, que es un libro de testimonios.
Su obra emblema, Los recuerdos del porvenir, escrita en 1953, 10 años antes de su publicación, “trata sobre la violencia política y social que estamos viviendo hasta ahora contra las mujeres; también es una crítica del poder muy aguda, que cuestiona la interpretación y manipulación de la historia”, apunta sobre la novela ha sido comparada con Pedro Paramo, de Juan Rulfo, tanto por su complejidad como por su temática, la cual se publicó en 1955.
MUJER FUERA DE LO COMÚN
Elena Garro fue educada por sus padres, en Iguala, Guerrero, ciudad que le fue de gran significación, al grado que fue la semilla de Los recuerdos del porvenir.
Posteriormente estudió en la Escuela Nacional Preparatoria, y Letras Hispánicas en la UNAM. “Garro era una mujer fuera de lo común, que había tenido una educación bastante libre. Ella fue una persona que rompió estereotipos de género. Tenía un carácter nada sencillo, pero brillante, fue una mujer muy bien educada, aunque no terminó ninguna carrera.
“Ella decía lo que pensaba, cosa difícil en el México de los 60, esto le creó grandes antipatías”, dice Melgar de la escritora que tuvo diferencias por posturas intelectuales o políticas con Fernando Benítez, Tomás Segovia, Carlos Fuentes, Rosario Castellanos, Luis Guillermo Piazza y Carlos Monsiváis, y tras el asunto del 68, se exilió en París.
“Afortunadamente estamos en un momento en que se puede juzgar la obra sin regresar siempre a ese tema, sobre todo porque los actores ya se murieron y porque hay nuevas investigaciones que nos permiten entender este proceso.
“Es muy importante, si hacemos una historia intelectual de México en los años 60 y 70 tendríamos que detenernos a pensar la relación del escritores como Carlos Fuentes y Octavio Paz, y muchos otros, que incluso apoyaron a Echeverría ciegamente”.
ELENA Y OCTAVIO
Elena Garro y Octavio Paz estuvieron casados de 1937 a 1959, matrimonio del que nació la también escritora Helena Paz Garro.
Una relación “compleja, pero también positiva en cuanto a que eran dos personas brillantes que leían muchísimo y discutían”, señala la investigadora, quien comenta que aunque hay una idea de que estuvieron muy enamorados, Paz era una persona muy celosa y posesiva.
En cuanto a los rumores de infidelidades, afirma que los dos tuvieron amantes, pero al final esos son temas irrelevantes ante la importancia de la obra de ambos escritores. Y sobre la idea de que Octavio Paz sentía recelo por la obra de Garro, asegura que no hay pruebas de que éste impidiera que Garro fuera publicada y que de hecho Paz llegó a promover la obra de Elena Garro.
➡️ Suscríbete a nuestro Newsletter y recibe las notas más relevantes en tu correo
“Aquí el problema es que con el 68, él se convirtió en el intelectual ejemplar, mientras Garro en la intelectual tachada. Cuando Elena regresa a México a principios de los 90, mira un país en el que Paz tiene un gran reconocimiento y varios personajes, mucho más aguerridos y pazcistas que el propio Paz, no permitían que se hablara de ella”.