No en tanta cantidad como en Moscú o Ekaterimburgo. Pero con el mismo ánimo de siempre, la afición mexicana se hizo presente en Samara, la sede del juego por los octavos de final ante Brasil.
Entre mariachis, máscaras, bigotes y adelitas, el folklore nacional llamó la atención de propios y extraños, antes de ingresar al estadio.
De cada rincón de México y de Estados Unidos, miles de compatriotas llegan con la ilusión de un lunes histórico, en el cual el Tricolor busca el tan ansiado quinto partido.
Los brasileños también llegaron en grandes grupos. No tan ruidosos, ni tan llamativos como los mexicanos, pero con la confianza de que su selección haga valer los pronósticos y avance a los Cuartos de final de la Copa del Mundo.