/ sábado 4 de diciembre de 2021

Jóvenes problemáticos pueden desesperar, pero mira lo que pueden ser

Desde 2014 el ingeniero en Instrumentación y Control se ha dedicado a trabajar con sus estudiantes proyectos tecnológicos de innovación

Muchos estudiantes catalogados como problemáticos, en realidad son candidatos a ser líderes capaces de desarrollarse dentro de la ciencia y tecnología, lo que falta es empatía, acercarse a ellos, preguntarles cómo están, qué les interesa, indica Arturo Pimentel Murguía, docente en la Secundaria Técnica Industrial No. 70 y en el Conalep, ambos en la ciudad de Córdoba.

Desde 2014 el ingeniero en Instrumentación y Control se ha dedicado a trabajar con sus estudiantes proyectos tecnológicos de innovación, con los cuales participan cada año en la Feria Nacional de Ciencia y Tecnología (Fenaci); hasta el momento son cerca de 50 los jóvenes que han participado e incluso algunos han ganado lugares y obtenido acreditaciones para torneos internacionales.

Sin embargo, más allá de los logros, Pimentel Murguía destaca que inmiscuir a los jóvenes considerados como problemáticos en este tipo de trabajo, les da un sentido a sus vidas.

“Ellos se ven motivados y se ve un cambio en ellos; del joven problemático que inició que no cumplía en la escuela a uno que es responsable y que comienza a jalar a otros compañeros para investigar e innovar”, indica.

El ingeniero indica que, si bien muchos de los proyectos son sencillos, debido al nivel académico del que se habla, lo gratificante es que los estudiantes se dan cuenta que ellos son capaces de planear y construir, y ese sentimiento puede ser aprovechado para impulsarlos a una vocación científica o tecnológica.

Además, se les inculca que toda innovación debe tener un fin social, es decir, preguntarse a quién puede ayudarle a mejorar su vida o cómo puede mejorar el entorno para una comunidad.

EL COMPROMISO

Pimentel Murguía inició en la docencia en 2012, dando clases en educación básica en una zona marginada de Córdoba, al estar frente a grupo, poco a poco comenzó a notar que el humor de sus alumnos era cambiante.

“A veces llegaban durmiéndose o tristes y comencé a identificar que era porque traían muchos problemas sociales de casa, de la calle; empiezas entonces a ver su vida y a hacer un poco empático; te comienzas a dar cuenta que tú igual fuiste joven y traías problemas; entonces comencé a pensar que a mí me hubiera gustado un maestro que se acercara para decirme un cómo estás…”.

En educación básica se ha tenido que enfrentar a falta de presupuesto y materiales para trabajar / Foto: Cortesía | Arturo Pimentel

Sin dejar de lado la disciplina, el docente indica que su sistema funciona a base de retar a los alumnos, sobre todo aquel que es más desafiante y “rebelde”, y lo coloca en el papel de “a ver si es cierto…” y lo reta a llevar a cabo tareas de investigación; Pimentel narra que poco a poco el joven se siente atraído y se va comprometiendo con lo que hace.

“Lo que nos falta a los maestros en capacitarnos, aprender acerca de cómo hacer divulgación científica con nuestros alumnos, cómo impulsarlos y poder trabajar con ellos”, acota.

Te puede interesar: Ciencia: museos nos muestran cómo somos y hacia dónde vamos

Narra que en educación básica se ha tenido que enfrentar a falta de presupuesto y materiales para trabajar, por lo que también se hace la labor de convencer a la familia del joven, gestionar apoyos gubernamentales o con asociaciones, lo que sea necesario para que ellos puedan competir y cambiar su vida.

FORMAR PARA LA VIDA

Arturo Pimentel indica que para los jóvenes es importante saberse respaldados, que son escuchados y que sus ideas tienen eco.

Pero además, no sólo se trata de impulsar vocaciones científicas, porque no todos terminarán en ese camino, sino que, a través de los concursos en los que participan, los jóvenes comienzan a tener contacto con “la vida real”; aprender a ir al banco para hacer un depósito, a escribir un mail formal, llenar solicitudes, a expresar lo que quieren, y un sinfín de tareas pequeñas pero fundamentales.

“Muchos de ellos no han tenido contacto con ese tipo de actividades, y cuando salen y hacen las cosas aprenden, porque si a lo mejor mientras estudian tienen que buscar un trabajo de office boy, tal vez no los contraten porque no saben hacer un depósito, y entonces ahora sí; se trata al final de formarlos para la vida, para enfrentar todas las situaciones”, señala.

Para Pimentel Murguía el principal reto es que la sociedad no sea severa con los jóvenes que van a la Fenaci, pues sin saber lo que implica hacer un dispositivo, juzga de simple lo que los alumnos proponen, pero hay todo un proceso que ellos tienen que realizar para llegar a ese resultado, y eso es lo que se valora.

Como docente y divulgador de la ciencia, está dentro de sus plantes crear una asociación donde se impulse a estudiantes de escasos recursos o considerados como problemáticos para que encuentren en la ciencia y la tecnología un camino para cambiar su perspectiva de vida.

Muchos estudiantes catalogados como problemáticos, en realidad son candidatos a ser líderes capaces de desarrollarse dentro de la ciencia y tecnología, lo que falta es empatía, acercarse a ellos, preguntarles cómo están, qué les interesa, indica Arturo Pimentel Murguía, docente en la Secundaria Técnica Industrial No. 70 y en el Conalep, ambos en la ciudad de Córdoba.

Desde 2014 el ingeniero en Instrumentación y Control se ha dedicado a trabajar con sus estudiantes proyectos tecnológicos de innovación, con los cuales participan cada año en la Feria Nacional de Ciencia y Tecnología (Fenaci); hasta el momento son cerca de 50 los jóvenes que han participado e incluso algunos han ganado lugares y obtenido acreditaciones para torneos internacionales.

Sin embargo, más allá de los logros, Pimentel Murguía destaca que inmiscuir a los jóvenes considerados como problemáticos en este tipo de trabajo, les da un sentido a sus vidas.

“Ellos se ven motivados y se ve un cambio en ellos; del joven problemático que inició que no cumplía en la escuela a uno que es responsable y que comienza a jalar a otros compañeros para investigar e innovar”, indica.

El ingeniero indica que, si bien muchos de los proyectos son sencillos, debido al nivel académico del que se habla, lo gratificante es que los estudiantes se dan cuenta que ellos son capaces de planear y construir, y ese sentimiento puede ser aprovechado para impulsarlos a una vocación científica o tecnológica.

Además, se les inculca que toda innovación debe tener un fin social, es decir, preguntarse a quién puede ayudarle a mejorar su vida o cómo puede mejorar el entorno para una comunidad.

EL COMPROMISO

Pimentel Murguía inició en la docencia en 2012, dando clases en educación básica en una zona marginada de Córdoba, al estar frente a grupo, poco a poco comenzó a notar que el humor de sus alumnos era cambiante.

“A veces llegaban durmiéndose o tristes y comencé a identificar que era porque traían muchos problemas sociales de casa, de la calle; empiezas entonces a ver su vida y a hacer un poco empático; te comienzas a dar cuenta que tú igual fuiste joven y traías problemas; entonces comencé a pensar que a mí me hubiera gustado un maestro que se acercara para decirme un cómo estás…”.

En educación básica se ha tenido que enfrentar a falta de presupuesto y materiales para trabajar / Foto: Cortesía | Arturo Pimentel

Sin dejar de lado la disciplina, el docente indica que su sistema funciona a base de retar a los alumnos, sobre todo aquel que es más desafiante y “rebelde”, y lo coloca en el papel de “a ver si es cierto…” y lo reta a llevar a cabo tareas de investigación; Pimentel narra que poco a poco el joven se siente atraído y se va comprometiendo con lo que hace.

“Lo que nos falta a los maestros en capacitarnos, aprender acerca de cómo hacer divulgación científica con nuestros alumnos, cómo impulsarlos y poder trabajar con ellos”, acota.

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Narra que en educación básica se ha tenido que enfrentar a falta de presupuesto y materiales para trabajar, por lo que también se hace la labor de convencer a la familia del joven, gestionar apoyos gubernamentales o con asociaciones, lo que sea necesario para que ellos puedan competir y cambiar su vida.

FORMAR PARA LA VIDA

Arturo Pimentel indica que para los jóvenes es importante saberse respaldados, que son escuchados y que sus ideas tienen eco.

Pero además, no sólo se trata de impulsar vocaciones científicas, porque no todos terminarán en ese camino, sino que, a través de los concursos en los que participan, los jóvenes comienzan a tener contacto con “la vida real”; aprender a ir al banco para hacer un depósito, a escribir un mail formal, llenar solicitudes, a expresar lo que quieren, y un sinfín de tareas pequeñas pero fundamentales.

“Muchos de ellos no han tenido contacto con ese tipo de actividades, y cuando salen y hacen las cosas aprenden, porque si a lo mejor mientras estudian tienen que buscar un trabajo de office boy, tal vez no los contraten porque no saben hacer un depósito, y entonces ahora sí; se trata al final de formarlos para la vida, para enfrentar todas las situaciones”, señala.

Para Pimentel Murguía el principal reto es que la sociedad no sea severa con los jóvenes que van a la Fenaci, pues sin saber lo que implica hacer un dispositivo, juzga de simple lo que los alumnos proponen, pero hay todo un proceso que ellos tienen que realizar para llegar a ese resultado, y eso es lo que se valora.

Como docente y divulgador de la ciencia, está dentro de sus plantes crear una asociación donde se impulse a estudiantes de escasos recursos o considerados como problemáticos para que encuentren en la ciencia y la tecnología un camino para cambiar su perspectiva de vida.

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