/ miércoles 16 de diciembre de 2020

Contra los corruptos no me tocaré el corazón: magistrada presidenta

En octubre pasado comenzó con un trabajo de limpieza en esta institución con el fin de mejorar la impartición de justicia en la entidad

Isabel Inés Romero Cruz, la niña que en La Aguada, su pueblo natal en Alvarado, solo pudo llegar hasta segundo año de primaria y siempre soñó con ser maestra, es la mujer que, de empezar de meritoria, hoy encabeza el Poder Judicial en Veracruz y quien advierte que no se tentará el corazón para acabar con la corrupción y malos manejos en la impartición de justicia en la entidad.

Entrevistada en su despacho, la magistrada presidenta del Tribunal Superior de Justicia y del Consejo de la Judicatura del Poder Judicial del Estado de Veracruz, expone que ha iniciado una serie de cambios encaminados a evitar los rezagos de expedientes y procesos judiciales, sobre todo los relacionados con los delitos de alto impacto que tanto lastiman a la sociedad.

Isabel Inés Romero Cruz / Foto: René Corrales | Diario de Xalapa

Con casi cinco décadas de trabajo en el Poder Judicial, la magistrada presidenta destaca que conoce el trabajo en todos los peldaños de esta institución y que a lo largo de su trabajo ha podido detectar todas las deficiencias que tiene el sistema de justicia en Veracruz. Ahora, a la cabeza, buscará erradicar todas las prácticas no deseables para ciudadanía y justiciables.

“MANO DURA A QUIEN VIOLENTE EL DERECHO Y TUERZA LA LEY”

Romero Cruz asegura que desde su llegada a la presidencia del Tribunal Superior de Justicia en octubre pasado comenzó con un trabajo de limpieza en esta institución con el fin de mejorar la impartición de justicia en la entidad. Explica que el primer paso para este proceso es hablar directamente con los jueces e intentar cambiar la mentalidad con la que se ha venido trabajando.

“Estoy haciendo conciencia en ellos de que tenemos que cambiar. No podemos seguir llevando a cabo prácticas no deseables para la ciudadanía y los justiciables. Tienen además que recordar que somos servidores públicos que estamos de paso y tenemos que servirle a Veracruz con mucha transparencia y rectitud”.

Indicó que en estos meses que lleva al frente de la institución ha recorrido los juzgados de la entidad para pedirles a las y los trabajadores que hagan las cosas “como si fueran ellos mismos” y se busque impartir justicia “como si fuéramos nosotros los que la estuviéramos pidiendo”.

La magistrada asegura que dentro de la institución hay hombres y mujeres sumamente comprometidos con su trabajo, profesionales y honestos y que es con ese personal con quien ha dialogado a fin de pedirles su acompañamiento para cambiar la imagen que tienen ante la sociedad. “Ese cambio sólo se hará a través de nuestros actos y en tanto nuestras resoluciones sean apegadas a derecho; entonces les he pedido que no nos dejemos convencer por otras cuestiones que no son convenientes para el actuar”.

Sin embargo, advierte que, aunque el diálogo ha sido la primera herramienta para buscar el cambio, de no obtener los resultados se tomarán medidas más estrictas en la institución. Incluso señala que habrá procedimientos penales en contra de quienes cometan actos de corrupción y no se tocará el corazón para que se castiguen las prácticas deshonestas.

Ante este escenario, ya dos funcionarios de la institución han presentado sus renuncias al cambio y advierte que vendrán más. Además, dijo que se está por “desmantelar” tres juzgados que están “a sus anchas” y en donde no se están entregando los resultados deseados.

“Si ellos no quieren entender, vamos con las investigaciones. Ya dos personas nos han renunciado por actos de corrupción; no son jueces, pero sí tenían un papel muy importante dentro de los juzgados. Y sí, vamos a entrar con mano dura a quien violente el derecho y tuerza la ley”.

La abogada explica que de momento quienes están al frente de los juzgados tienen ya la indicación de informar a la presidencia los avances que tienen los juicios y procesos a su cargo, haciendo énfasis en aquellos delitos de alto impacto “que causan tanto daño a la sociedad”.

“Tenemos personal que solo quiere llegar a cobrar o que dejan los juicios durmiendo ‘el sueño de los justos’ y eso se tiene que acabar porque queremos que haya justicia. No me voy a tocar el corazón para actuar en contra de las personas que cometan actos de corrupción y no lo voy a pensar dos veces”, afirmó.

A LOS 19 AÑOS LE VATICINARON QUE SERÍA MAGISTRADA

Isabel Inés Romero Cruz señala querer mucho a la institución que ahora encabeza y a la que llegó con 19 años y un “título” de taquimecanógrafa bajo el brazo. La magistrada explica que su llegada al Tribunal, entonces ubicado en el Palacio de Gobierno, fue un golpe del destino, ya que su idea era trabajar unos años para pagarse la carrera de maestra.

“Un día pasé por Leandro Valle, ya traía mi título de la Academia México. Andaba con ese título bajo el brazo siempre. Entonces iba pasando por la calle cuando veo un mural que está ahí y dije ‘me voy a meter aquí, a lo mejor hay trabajo’. En ese entonces ahí estaba el Tribunal; me metí y fui a la derecha y entré a una sala, la misma a la que llegué ahorita de magistrada”, apunta.

Cuenta que su ingreso se dio en calidad de “meritoria”, esquema que le permitió aprender poco a poco el trabajo en la dependencia y con el paso del tiempo lograr una base en el nivel inicial de la carrera judicial. Fue entonces cuando después de firmar su ingreso, el entonces magistrado Isidro Quirasco Vázquez le pronosticó que la joven llegaría a ser magistrada, designio que se cumplió años después en la misma sala a la que ingresó con sólo 19 años y apenas la primaria terminada.

“El magistrado Isidro fue como un padre para mí, me daba consejos como un padre. Me acuerdo que cuando le fui a dar las gracias después de que me dieran mi base, me dijo: de hoy en adelante, ahora sí métase a estudiar lo que quiera y me metí a terminar la secundaria”, y añade “después me dijo unas palabras que nunca voy a olvidar: a echarle ganas que vas a llegar a ser magistrada. Así me lo dijo, vas a ser magistrada. Un magistrado le dice eso a una muchacha que le acaban de dar la base y que apenas va a terminar la secundaria”.

La magistrada apunta que desde ese momento combinó el trabajo y el estudio hasta lograr terminar la licenciatura en Derecho, aunque en el camino estudió tres semestres en la carrera de Administración de Empresas, tuvo dos hijos y se fue a vivir con el papá de sus hijos. “Hubo intervalos en los que dejé de estudiar, pero siempre tuve la idea de seguirme preparando”.

Con el título de abogada en la mano, Romero Cruz buscó ascender al puesto de secretaria de Acuerdos, oportunidad que se presentó cuando su entonces jefa, María Elena Joachín, anunció su retiro de la quinta sala y le dejó el espacio a ella. Cuenta que en este puesto se mantuvo durante 6 años hasta que lo deja de manera temporal para tener a su tercera hija. “Y de ahí viene otra piedra en el camino bien grande; alguien que recomendé, mientras me aliviaba de mi tercera hija, me quita mi lugar y provoca que me manden a un juzgado en San Andrés Tuxtla”.

A los años, la magistrada presidenta asegura que ese traspié se convirtió en una de las más grandes oportunidades de su vida y que el trabajo en el juzgado fue la escuela que le permitió conocer el funcionamiento de todos los peldaños con en los años posteriores ocuparía en la institución.

“Yo me tenía que ir a aprender porque en la sala no se aprende como en el juzgado. El juzgado es la escuela para ser una buena abogada, una buena funcionaria judicial, una buena jueza. Después de eso no dejé ningún peldaño sin ocupar, fui proyectista, secretaria de acuerdos, jueza menor, jueza de primera instancia, pasé por todas las materias: civil, penal, mercantil y juicios orales. Todo recorrí y ahora me nombraron magistrada y lo que nunca esperaba fue llegar a ser presidenta. Y aquí estoy”.

DEJAR SU HOGAR PARA BUSCAR EDUCACIÓN

Durante la entrevista, la magistrada contó que durante su infancia nunca pensó en ser abogada y menos llegar a encabezar el Poder Judicial. Por el contrario, su sueño de niña era ser maestra y dar clases.

Fue precisamente una maestra de la escuela primaria “Josefa Ortiz de Domínguez”, quien vio en ella potencial para lograr sus sueños y buscó la manera de que Romero Cruz pudiera salir de La Aguada, una pequeña comunidad ubicada en Alvarado en donde el mayor grado de escolaridad posible era segundo de primaria.

La togada recuerda que con 13 años cumplidos llevaba ya varios años cursando primero y segundo grado de primaria en la escuela de palma de su comunidad. En ese entonces, recuerda, si se quería avanzar se tenía que viajar a Alvarado o Boca del Río para asistir a clases, algo que era impensable para ella.

“Ahí nadie del rancho salió a estudiar, ya últimamente ha habido jóvenes que han salido estudiar y yo fui la primera gracias a una maestra que vio en mi esa inquietud de querer hacer algo. Yo quería ser maestra, pero no sabía que no podía tener esa vida porque mis abuelos eran muy humildes”.

Cuenta que desde muy pequeña quedó a cargo de sus abuelos maternos y que su crianza fue al lado de sus tías que tenían edades similares a la suya. Sin embargo, es esta maestra la que pregunta por sus orígenes y tras un viaje a Xalapa y Banderilla logra que a la postre ella venga a esta zona a estudiar.

“Fueron por mí y me vine a Banderilla en noviembre del año 1965. Llegué y me inscribió mi papá en la escuela Lázaro Cárdenas. Yo llegué feliz a tercer año con 13 años cumplidos y salí grande, como de 17 años de la primaria”.

Luego de unos años en la telesecundaria de Banderilla, decide dejar la escuela y su padre la apoya para que aprenda taquigrafía y mecanografía en la entonces Academia México con la promesa de que terminando la academia entrara a trabajar para pagar sus estudios profesionales como docente. Sin embargo, su sueño de ser maestra cambia y en lugar de dar clases hoy dirige la institución encargada de impartir justicia en Veracruz.

Isabel Inés Romero Cruz, la niña que en La Aguada, su pueblo natal en Alvarado, solo pudo llegar hasta segundo año de primaria y siempre soñó con ser maestra, es la mujer que, de empezar de meritoria, hoy encabeza el Poder Judicial en Veracruz y quien advierte que no se tentará el corazón para acabar con la corrupción y malos manejos en la impartición de justicia en la entidad.

Entrevistada en su despacho, la magistrada presidenta del Tribunal Superior de Justicia y del Consejo de la Judicatura del Poder Judicial del Estado de Veracruz, expone que ha iniciado una serie de cambios encaminados a evitar los rezagos de expedientes y procesos judiciales, sobre todo los relacionados con los delitos de alto impacto que tanto lastiman a la sociedad.

Isabel Inés Romero Cruz / Foto: René Corrales | Diario de Xalapa

Con casi cinco décadas de trabajo en el Poder Judicial, la magistrada presidenta destaca que conoce el trabajo en todos los peldaños de esta institución y que a lo largo de su trabajo ha podido detectar todas las deficiencias que tiene el sistema de justicia en Veracruz. Ahora, a la cabeza, buscará erradicar todas las prácticas no deseables para ciudadanía y justiciables.

“MANO DURA A QUIEN VIOLENTE EL DERECHO Y TUERZA LA LEY”

Romero Cruz asegura que desde su llegada a la presidencia del Tribunal Superior de Justicia en octubre pasado comenzó con un trabajo de limpieza en esta institución con el fin de mejorar la impartición de justicia en la entidad. Explica que el primer paso para este proceso es hablar directamente con los jueces e intentar cambiar la mentalidad con la que se ha venido trabajando.

“Estoy haciendo conciencia en ellos de que tenemos que cambiar. No podemos seguir llevando a cabo prácticas no deseables para la ciudadanía y los justiciables. Tienen además que recordar que somos servidores públicos que estamos de paso y tenemos que servirle a Veracruz con mucha transparencia y rectitud”.

Indicó que en estos meses que lleva al frente de la institución ha recorrido los juzgados de la entidad para pedirles a las y los trabajadores que hagan las cosas “como si fueran ellos mismos” y se busque impartir justicia “como si fuéramos nosotros los que la estuviéramos pidiendo”.

La magistrada asegura que dentro de la institución hay hombres y mujeres sumamente comprometidos con su trabajo, profesionales y honestos y que es con ese personal con quien ha dialogado a fin de pedirles su acompañamiento para cambiar la imagen que tienen ante la sociedad. “Ese cambio sólo se hará a través de nuestros actos y en tanto nuestras resoluciones sean apegadas a derecho; entonces les he pedido que no nos dejemos convencer por otras cuestiones que no son convenientes para el actuar”.

Sin embargo, advierte que, aunque el diálogo ha sido la primera herramienta para buscar el cambio, de no obtener los resultados se tomarán medidas más estrictas en la institución. Incluso señala que habrá procedimientos penales en contra de quienes cometan actos de corrupción y no se tocará el corazón para que se castiguen las prácticas deshonestas.

Ante este escenario, ya dos funcionarios de la institución han presentado sus renuncias al cambio y advierte que vendrán más. Además, dijo que se está por “desmantelar” tres juzgados que están “a sus anchas” y en donde no se están entregando los resultados deseados.

“Si ellos no quieren entender, vamos con las investigaciones. Ya dos personas nos han renunciado por actos de corrupción; no son jueces, pero sí tenían un papel muy importante dentro de los juzgados. Y sí, vamos a entrar con mano dura a quien violente el derecho y tuerza la ley”.

La abogada explica que de momento quienes están al frente de los juzgados tienen ya la indicación de informar a la presidencia los avances que tienen los juicios y procesos a su cargo, haciendo énfasis en aquellos delitos de alto impacto “que causan tanto daño a la sociedad”.

“Tenemos personal que solo quiere llegar a cobrar o que dejan los juicios durmiendo ‘el sueño de los justos’ y eso se tiene que acabar porque queremos que haya justicia. No me voy a tocar el corazón para actuar en contra de las personas que cometan actos de corrupción y no lo voy a pensar dos veces”, afirmó.

A LOS 19 AÑOS LE VATICINARON QUE SERÍA MAGISTRADA

Isabel Inés Romero Cruz señala querer mucho a la institución que ahora encabeza y a la que llegó con 19 años y un “título” de taquimecanógrafa bajo el brazo. La magistrada explica que su llegada al Tribunal, entonces ubicado en el Palacio de Gobierno, fue un golpe del destino, ya que su idea era trabajar unos años para pagarse la carrera de maestra.

“Un día pasé por Leandro Valle, ya traía mi título de la Academia México. Andaba con ese título bajo el brazo siempre. Entonces iba pasando por la calle cuando veo un mural que está ahí y dije ‘me voy a meter aquí, a lo mejor hay trabajo’. En ese entonces ahí estaba el Tribunal; me metí y fui a la derecha y entré a una sala, la misma a la que llegué ahorita de magistrada”, apunta.

Cuenta que su ingreso se dio en calidad de “meritoria”, esquema que le permitió aprender poco a poco el trabajo en la dependencia y con el paso del tiempo lograr una base en el nivel inicial de la carrera judicial. Fue entonces cuando después de firmar su ingreso, el entonces magistrado Isidro Quirasco Vázquez le pronosticó que la joven llegaría a ser magistrada, designio que se cumplió años después en la misma sala a la que ingresó con sólo 19 años y apenas la primaria terminada.

“El magistrado Isidro fue como un padre para mí, me daba consejos como un padre. Me acuerdo que cuando le fui a dar las gracias después de que me dieran mi base, me dijo: de hoy en adelante, ahora sí métase a estudiar lo que quiera y me metí a terminar la secundaria”, y añade “después me dijo unas palabras que nunca voy a olvidar: a echarle ganas que vas a llegar a ser magistrada. Así me lo dijo, vas a ser magistrada. Un magistrado le dice eso a una muchacha que le acaban de dar la base y que apenas va a terminar la secundaria”.

La magistrada apunta que desde ese momento combinó el trabajo y el estudio hasta lograr terminar la licenciatura en Derecho, aunque en el camino estudió tres semestres en la carrera de Administración de Empresas, tuvo dos hijos y se fue a vivir con el papá de sus hijos. “Hubo intervalos en los que dejé de estudiar, pero siempre tuve la idea de seguirme preparando”.

Con el título de abogada en la mano, Romero Cruz buscó ascender al puesto de secretaria de Acuerdos, oportunidad que se presentó cuando su entonces jefa, María Elena Joachín, anunció su retiro de la quinta sala y le dejó el espacio a ella. Cuenta que en este puesto se mantuvo durante 6 años hasta que lo deja de manera temporal para tener a su tercera hija. “Y de ahí viene otra piedra en el camino bien grande; alguien que recomendé, mientras me aliviaba de mi tercera hija, me quita mi lugar y provoca que me manden a un juzgado en San Andrés Tuxtla”.

A los años, la magistrada presidenta asegura que ese traspié se convirtió en una de las más grandes oportunidades de su vida y que el trabajo en el juzgado fue la escuela que le permitió conocer el funcionamiento de todos los peldaños con en los años posteriores ocuparía en la institución.

“Yo me tenía que ir a aprender porque en la sala no se aprende como en el juzgado. El juzgado es la escuela para ser una buena abogada, una buena funcionaria judicial, una buena jueza. Después de eso no dejé ningún peldaño sin ocupar, fui proyectista, secretaria de acuerdos, jueza menor, jueza de primera instancia, pasé por todas las materias: civil, penal, mercantil y juicios orales. Todo recorrí y ahora me nombraron magistrada y lo que nunca esperaba fue llegar a ser presidenta. Y aquí estoy”.

DEJAR SU HOGAR PARA BUSCAR EDUCACIÓN

Durante la entrevista, la magistrada contó que durante su infancia nunca pensó en ser abogada y menos llegar a encabezar el Poder Judicial. Por el contrario, su sueño de niña era ser maestra y dar clases.

Fue precisamente una maestra de la escuela primaria “Josefa Ortiz de Domínguez”, quien vio en ella potencial para lograr sus sueños y buscó la manera de que Romero Cruz pudiera salir de La Aguada, una pequeña comunidad ubicada en Alvarado en donde el mayor grado de escolaridad posible era segundo de primaria.

La togada recuerda que con 13 años cumplidos llevaba ya varios años cursando primero y segundo grado de primaria en la escuela de palma de su comunidad. En ese entonces, recuerda, si se quería avanzar se tenía que viajar a Alvarado o Boca del Río para asistir a clases, algo que era impensable para ella.

“Ahí nadie del rancho salió a estudiar, ya últimamente ha habido jóvenes que han salido estudiar y yo fui la primera gracias a una maestra que vio en mi esa inquietud de querer hacer algo. Yo quería ser maestra, pero no sabía que no podía tener esa vida porque mis abuelos eran muy humildes”.

Cuenta que desde muy pequeña quedó a cargo de sus abuelos maternos y que su crianza fue al lado de sus tías que tenían edades similares a la suya. Sin embargo, es esta maestra la que pregunta por sus orígenes y tras un viaje a Xalapa y Banderilla logra que a la postre ella venga a esta zona a estudiar.

“Fueron por mí y me vine a Banderilla en noviembre del año 1965. Llegué y me inscribió mi papá en la escuela Lázaro Cárdenas. Yo llegué feliz a tercer año con 13 años cumplidos y salí grande, como de 17 años de la primaria”.

Luego de unos años en la telesecundaria de Banderilla, decide dejar la escuela y su padre la apoya para que aprenda taquigrafía y mecanografía en la entonces Academia México con la promesa de que terminando la academia entrara a trabajar para pagar sus estudios profesionales como docente. Sin embargo, su sueño de ser maestra cambia y en lugar de dar clases hoy dirige la institución encargada de impartir justicia en Veracruz.

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