/ sábado 21 de noviembre de 2020

La filosofía debe llegar a la calle, plantea filósofo

La filosofía es una actitud que se toma frente a la vida y la existencia, nos dice David Rey Gámez Merced, maestro en Filosofía de la UV

¿Alguna vez has pensado qué sentido tiene lo que haces día con día?, ¿por qué te relacionas de cierta forma?, ¿si realmente eliges lo que sientes, lo que piensas? Entonces, has hecho filosofía.

La filosofía es una actitud que se toma frente a la vida y la existencia, nos dice David Rey Gámez Merced, maestro en Filosofía por la Universidad Veracruzana (UV) y académico en la Escuela Normal Martha Christlieb; filosofar es "poner en duda todo: son cuestionamientos, son preguntas, interrogantes, y también admirarse por las cosas, y la admiración requiere de esta actitud de duda frente a la vida para poder encontrar una respuesta que nos satisfaga", señala.

Alrededor de la filosofía hay diversos mitos, desde que es una actividad no productiva hasta que es difícil y ajena a la realidad; sin embargo, Gámez Merced apunta a que es mediante el ejercicio de la filosofía que el ser humano puede conocerse y dar un sentido auténtico a su existencia y esto se logra al ser impulsado a pensar más allá de su cotidianidad.

"Se puede empezar a preguntarse más allá de la mundanalidad, de lo cotidiano, más allá de sus opiniones y prejuicios que están ahí radicados en su cabeza, y entonces, en un momento determinado, empezar a encontrar un sentido más auténtico, y lo auténtico se refiere a apropiarse de sí mismo en sus preguntas y sus repuestas, darlas desde su propia situación", indica el director del proyecto digital de divulgación Philosophica.

SER MÁS HUMANO

Gámez Merced indica que este ejercicio de ver hacia sí mismo y abstraerse de la realidad, lejos de ser una actividad de fuga o egoísta, termina teniendo implicaciones en nuestro núcleo de interacción diaria.

"El filósofo no es que se fugue, al contrario, lo que hace es exentarse para regresar, para obtener una visión del mundo completamente diferente e impacta radicalmente en el mundo, porque ya trae otras ideas; otra forma de ver el mundo y de hacer el mundo. Como dice Heidegger (Martin Heidegger, filósofo alemán), pensar ya es actuar; cuando alguien que hace filosofía piensa, no está pensando en abstracto, si no que está conectado con la facticidad (con los hechos); pensar es mover aspectos de lo mundano, es llevarlo a la práctica, y la práctica comienza desde modular el pensamiento, y cuando lo lleva a la práctica, transforma", explica el docente.

David Gámez añade que en la actualidad vivimos como parte de una maquinaria deshumanizada que solo busca producir, y para ello nos convierte en objeto de consumo y consumistas, en máquinas y sostenedores de esa maquinaria.

"Al ser todo maquinal, está construyendo deseo, está construyendo mercancía, incluso está construyendo subjetividad, y la única posibilidad de salir de ese juego es dejar de ser máquina, empezar a ser humano; y la única posibilidad de ser humano es primero mover el pensamiento para dudar de toda esta inercia y a partir de ahí empezar a reconocer que quizá la maquinaria, el mecanismo, el capitalismo en cuanto tal, produce todo esto, y entonces por qué no producir algo más humano, algo más interior, más personal; el pensamiento invita a salir de eso, invita a dejar de ser máquina para empezar a ser más humano", explica.

Ante esta realidad en la que pareciera que hay una decadencia de valores y pérdida del sentido de la vida, el académico apunta a que es a través de la filosofía como podemos hacer una crítica, reflexionar y apostar por la transformación:

"Si la máquina trabaja por jerarquías y por producciones, procesos; el sentido de lo humano es todo lo contrario; tendría que ser más fraterno, más solidario, más rizomático, en el sentido de no trabajar por jerarquías si no en sentido horizontal; entonces cuando somos capaces de criticar esta visión mecánica podemos encontrar nuevas formas de organizarnos. La filosofía tiene que abonar en construir sociedades más justas, más fraternas, más solidarias", agrega Gámez Merced.

APOSTAR A LA FILOSOFÍA

Pero para transformar el mundo hay que empezar por ver hacia dentro, es decir, comenzar el cambio en uno mismo: "Para ello vale la pena cuestionarse cómo establezco mis relaciones de amistad, de amor, con nuestra pareja, con lo que hacemos, con los demás de manera cotidiana; ahí es cuando debe de empezar el cambio, la transformación, la crítica, sobre estas relaciones de poder; criticar nuestra propia posición".

Gámez explica que generalmente empezamos la crítica por lo de afuera, por lo externo, porque es lo visible, "pero primero hay que visibilizarnos a nosotros como un contexto de cambio y a partir de ésta reflexión, después de esta crítica, entonces podamos mirar hacia afuera y a lo mejor empezar a criticar el contexto y todo lo demás; pero de primera instancia a nosotros".

Pese a que se tiene la idea de que cambiar es difícil porque el ser humano es egoísta y lo lleva a ponerse por encima del otro, Gámez Merced indica que este egoísmo no es natural ni biológico sino una construcción social, histórica, pero que como toda construcción hecha por el hombre, puede derrumbarse y ser cambiada.

"Lo que hay que hacer es precisamente divulgar, comunicarle a la gente que la situación no es esa, que hay posibilidad de salir de esta forma construida y la única posibilidad de hacerlo es divulgando, democratizando el saber, sacándolo de la academia, sacándolo de las instituciones, porque mientras no llegue esta comunicación a las masas, entonces las masas siempre van a permanecer ajenas a ello y por lo tanto no van a tener ninguna herramienta para promover ningún cambio. Sacar a la filosofía de la academia y llevarla a nivel de calle, porque si no se convierte también en una mercancía, en una etiqueta, un slogan muy bonito que le sirve al sistema para que la gente no haga, no piense", añade el docente.

ESPACIOS PARA PENSAR

David Gámez nos dice que si bien es cierto que con la carga laboral y de responsabilidades diarias pareciera que no hay tiempo para meditar, en realidad hay momentos que podemos que recuperar para hacer filosofía.

"Hay que ser capaces de generar contextos donde en lugar de regresar del trabajo a mirar cinco horas Netflix, y con ello seguir siendo máquina, mejor pudiéramos compartir algo con los demás, a lo mejor 20 minutos de filosofía que contribuyan a que esa persona pueda reflexionar que la forma económica, mercantil, productiva existente debe cambiar para que pueda tener espacios de reflexión, espacios de pensamiento", abunda.

Para ello el esfuerzo debe ser colectivo, empezar a pensar en otras formas de organización: "la tarea es individual pero a la vez tiene que ser colectiva, tiene que ser un trabajo ‘interdisciplinario’, pero no necesariamente tiene que ser alguien egresado de la universidad para poder gestar estos espacios; cualquier persona interesada en comunicar ideas y pensamiento para transformar el mundo debería crear estos colectivos; como dice Deleuze (Gilles Deleuze, filósofo francés): al capitalismo a lo mejor no se le vence en una guerra frontal, sino en una guerra de guerrillas, es decir, con focos pequeños de guerrilleros que estén lanzando ideas, lanzando pensamientos para deconstruir y para construir y solo así de poco a poco poder transformar el contexto".

¿Alguna vez has pensado qué sentido tiene lo que haces día con día?, ¿por qué te relacionas de cierta forma?, ¿si realmente eliges lo que sientes, lo que piensas? Entonces, has hecho filosofía.

La filosofía es una actitud que se toma frente a la vida y la existencia, nos dice David Rey Gámez Merced, maestro en Filosofía por la Universidad Veracruzana (UV) y académico en la Escuela Normal Martha Christlieb; filosofar es "poner en duda todo: son cuestionamientos, son preguntas, interrogantes, y también admirarse por las cosas, y la admiración requiere de esta actitud de duda frente a la vida para poder encontrar una respuesta que nos satisfaga", señala.

Alrededor de la filosofía hay diversos mitos, desde que es una actividad no productiva hasta que es difícil y ajena a la realidad; sin embargo, Gámez Merced apunta a que es mediante el ejercicio de la filosofía que el ser humano puede conocerse y dar un sentido auténtico a su existencia y esto se logra al ser impulsado a pensar más allá de su cotidianidad.

"Se puede empezar a preguntarse más allá de la mundanalidad, de lo cotidiano, más allá de sus opiniones y prejuicios que están ahí radicados en su cabeza, y entonces, en un momento determinado, empezar a encontrar un sentido más auténtico, y lo auténtico se refiere a apropiarse de sí mismo en sus preguntas y sus repuestas, darlas desde su propia situación", indica el director del proyecto digital de divulgación Philosophica.

SER MÁS HUMANO

Gámez Merced indica que este ejercicio de ver hacia sí mismo y abstraerse de la realidad, lejos de ser una actividad de fuga o egoísta, termina teniendo implicaciones en nuestro núcleo de interacción diaria.

"El filósofo no es que se fugue, al contrario, lo que hace es exentarse para regresar, para obtener una visión del mundo completamente diferente e impacta radicalmente en el mundo, porque ya trae otras ideas; otra forma de ver el mundo y de hacer el mundo. Como dice Heidegger (Martin Heidegger, filósofo alemán), pensar ya es actuar; cuando alguien que hace filosofía piensa, no está pensando en abstracto, si no que está conectado con la facticidad (con los hechos); pensar es mover aspectos de lo mundano, es llevarlo a la práctica, y la práctica comienza desde modular el pensamiento, y cuando lo lleva a la práctica, transforma", explica el docente.

David Gámez añade que en la actualidad vivimos como parte de una maquinaria deshumanizada que solo busca producir, y para ello nos convierte en objeto de consumo y consumistas, en máquinas y sostenedores de esa maquinaria.

"Al ser todo maquinal, está construyendo deseo, está construyendo mercancía, incluso está construyendo subjetividad, y la única posibilidad de salir de ese juego es dejar de ser máquina, empezar a ser humano; y la única posibilidad de ser humano es primero mover el pensamiento para dudar de toda esta inercia y a partir de ahí empezar a reconocer que quizá la maquinaria, el mecanismo, el capitalismo en cuanto tal, produce todo esto, y entonces por qué no producir algo más humano, algo más interior, más personal; el pensamiento invita a salir de eso, invita a dejar de ser máquina para empezar a ser más humano", explica.

Ante esta realidad en la que pareciera que hay una decadencia de valores y pérdida del sentido de la vida, el académico apunta a que es a través de la filosofía como podemos hacer una crítica, reflexionar y apostar por la transformación:

"Si la máquina trabaja por jerarquías y por producciones, procesos; el sentido de lo humano es todo lo contrario; tendría que ser más fraterno, más solidario, más rizomático, en el sentido de no trabajar por jerarquías si no en sentido horizontal; entonces cuando somos capaces de criticar esta visión mecánica podemos encontrar nuevas formas de organizarnos. La filosofía tiene que abonar en construir sociedades más justas, más fraternas, más solidarias", agrega Gámez Merced.

APOSTAR A LA FILOSOFÍA

Pero para transformar el mundo hay que empezar por ver hacia dentro, es decir, comenzar el cambio en uno mismo: "Para ello vale la pena cuestionarse cómo establezco mis relaciones de amistad, de amor, con nuestra pareja, con lo que hacemos, con los demás de manera cotidiana; ahí es cuando debe de empezar el cambio, la transformación, la crítica, sobre estas relaciones de poder; criticar nuestra propia posición".

Gámez explica que generalmente empezamos la crítica por lo de afuera, por lo externo, porque es lo visible, "pero primero hay que visibilizarnos a nosotros como un contexto de cambio y a partir de ésta reflexión, después de esta crítica, entonces podamos mirar hacia afuera y a lo mejor empezar a criticar el contexto y todo lo demás; pero de primera instancia a nosotros".

Pese a que se tiene la idea de que cambiar es difícil porque el ser humano es egoísta y lo lleva a ponerse por encima del otro, Gámez Merced indica que este egoísmo no es natural ni biológico sino una construcción social, histórica, pero que como toda construcción hecha por el hombre, puede derrumbarse y ser cambiada.

"Lo que hay que hacer es precisamente divulgar, comunicarle a la gente que la situación no es esa, que hay posibilidad de salir de esta forma construida y la única posibilidad de hacerlo es divulgando, democratizando el saber, sacándolo de la academia, sacándolo de las instituciones, porque mientras no llegue esta comunicación a las masas, entonces las masas siempre van a permanecer ajenas a ello y por lo tanto no van a tener ninguna herramienta para promover ningún cambio. Sacar a la filosofía de la academia y llevarla a nivel de calle, porque si no se convierte también en una mercancía, en una etiqueta, un slogan muy bonito que le sirve al sistema para que la gente no haga, no piense", añade el docente.

ESPACIOS PARA PENSAR

David Gámez nos dice que si bien es cierto que con la carga laboral y de responsabilidades diarias pareciera que no hay tiempo para meditar, en realidad hay momentos que podemos que recuperar para hacer filosofía.

"Hay que ser capaces de generar contextos donde en lugar de regresar del trabajo a mirar cinco horas Netflix, y con ello seguir siendo máquina, mejor pudiéramos compartir algo con los demás, a lo mejor 20 minutos de filosofía que contribuyan a que esa persona pueda reflexionar que la forma económica, mercantil, productiva existente debe cambiar para que pueda tener espacios de reflexión, espacios de pensamiento", abunda.

Para ello el esfuerzo debe ser colectivo, empezar a pensar en otras formas de organización: "la tarea es individual pero a la vez tiene que ser colectiva, tiene que ser un trabajo ‘interdisciplinario’, pero no necesariamente tiene que ser alguien egresado de la universidad para poder gestar estos espacios; cualquier persona interesada en comunicar ideas y pensamiento para transformar el mundo debería crear estos colectivos; como dice Deleuze (Gilles Deleuze, filósofo francés): al capitalismo a lo mejor no se le vence en una guerra frontal, sino en una guerra de guerrillas, es decir, con focos pequeños de guerrilleros que estén lanzando ideas, lanzando pensamientos para deconstruir y para construir y solo así de poco a poco poder transformar el contexto".

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