/ domingo 13 de octubre de 2019

Mujer de 61 años venció al cáncer

Al acudir con el oncólogo le recomendó, para evitar que el tumor se expandiera, que se operara. Aunque su primera opción fue el Seguro Social, la cita se la daban hasta en dos meses, lo que la obligó a hacer uso de sus ahorros y acudir con un médico particular

Xalapa, Ver.- Hilda Delgado Hernández está convencida de que Dios le dio una segunda oportunidad. Hace 10 años, no acostumbraba a explorarse los senos, no era común. Un día empezó a sentir ardor y malestar y se descubrió “una bolita” que la hizo acudir al ginecólogo. Así, sin más, fue diagnosticada con cáncer de mama.

Actualmente tiene 61 años, pero recuerda que en aquel momento no había la difusión ni la información que existe ahora, pero tampoco la atención que intentan ponerle las autoridades. A sus entonces 51 años, tras tener tres hijas, empezó a vivir la experiencia más traumática de su vida, lo que le impedía incluso pronunciar la palabra “cáncer”.

Que te digan de buenas a primeras, tienes cáncer, como que es un balde de agua fría. Empezamos a seguir los procedimientos. Antes a esto le llamaba enfermedad, pero con el tiempo empezaba a decir, esto se debe llamar como es, ponerle nombre, cáncer”, dijo.

Al acudir con el oncólogo le recomendó, para evitar que el tumor se expandiera, que se operara. Aunque su primera opción fue el Seguro Social, la cita se la daban hasta en dos meses, lo que la obligó a hacer uso de sus ahorros y acudir con un médico particular para operarse de inmediato.

De ahí estuve convaleciente como 15 días y procedieron a darme 10 quimioterapias que salen caras, y lo vimos todo por el seguro. Ahí sí se portó muy bien (el seguro), excelente, me dijeron son 10 quimioterapias y 25 radioterapias, que fue un proceso de casi dos años


“¿Por qué a mí?”

Tras el tratamiento, empezó a sufrir la caída de su cabello, tener vómito, entre otros malestares que la hacían estar extremadamente débil y decaída. Dejó de comer y no querer levantarse de su cama y así era por varios días, cada 28 días.

Al inicio vivió una etapa que califica de rebeldía porque no dejaba de preguntarse “por qué a mí”. El tiempo, con el apoyo de su familia y su esposo, le hizo asimilar la situación y tomar una actitud positiva, lo que dijo fue determinante para ahora ser una sobreviviente del cáncer.

Porque si ya me habían dado una oportunidad y todo había salido bien, había que echarle más ganas. Se cae el pelo, mi esposo me compró una peluca, pero nunca la usé porque me sudaba la cabeza y gracias a Dios me encontré a gente muy buena en el camino. Me ayudaba, me echaban ánimo”.

Foto: René Corrales


“Ya no la quiero de regreso”

Después de dos años fue dada de alta en quimio y radioterapia, pero debía ir a consulta cada tres meses en las que le mandaban a hacer todo tipo de análisis para descartar las células cancerígenas. Después empezó a acudir cada seis meses y luego cada año. A la fecha acude una vez por año, aunque no ha sido dado de alta y continúa en observación.

Ahí vamos, según dicen que regresa (el cáncer), pero no lo quiero de regreso. La alimentación es muy importante también, dicen que el estrés crea las células cancerígenas y hay que estar bien, comer bien. No tomar, no fumar, no desvelarse, eso también influye mucho. Llevar una vida sana”, agregó.

El cáncer es curable cuando se detecta a tiempo, sentenció. Eso hizo incluso que pudiera salvar su seno. Cuando le retiraron el tumor, le quitaron solo un cuadrante de su busto, por lo que aunque ahora es más pequeño, no lo perdió.

Lo viví mal, pero a la vez bien porque experimentas tantas cosas... y lo que debes hacer es cuidarte y observarte más. Eso hace que uno se explore más para saber que puedes tener algo. Yo decía me quitaron algo, es un pedacito que no es nada en realidad porque me salvó. Dios me dio una segunda oportunidad”.

Otra de las situaciones más difíciles que vivió fue tener que ver partir a mujeres que compartían la misma lucha. Mujeres con las que compartía el mismo espacio para las quimioterapias y que perdían la batalla.

Después de lo que vivió, no deja de recomendarle a las mujeres que la rodean no dejar su salud para el final, atenderse, explorarse y acudir al médico ante el primer signo y molestia. Amarse y cuidarse, pues “el cuerpo es nuestro templo”.

Foto: David Bello

“Dios se acordó de mí y me dio una segunda oportunidad”

La fe en Dios, refirió, era su arma principal. “Ahí recuperamos la fe en Dios y nos metimos más a estar con él, a pedirle, mucha gente estuvo haciendo oración. Venían a la casa o íbamos nosotros, pero eso también nos ayudó mucho y aquí estamos”.

Sentada en la sala de su casa, con los labios pintados y su hermoso cabello rizado, Hilda ha superado esa prueba y ahora tiene una vida tranquila, feliz, rodeada de su familia, seres queridos, pero con mayor conciencia.


Xalapa, Ver.- Hilda Delgado Hernández está convencida de que Dios le dio una segunda oportunidad. Hace 10 años, no acostumbraba a explorarse los senos, no era común. Un día empezó a sentir ardor y malestar y se descubrió “una bolita” que la hizo acudir al ginecólogo. Así, sin más, fue diagnosticada con cáncer de mama.

Actualmente tiene 61 años, pero recuerda que en aquel momento no había la difusión ni la información que existe ahora, pero tampoco la atención que intentan ponerle las autoridades. A sus entonces 51 años, tras tener tres hijas, empezó a vivir la experiencia más traumática de su vida, lo que le impedía incluso pronunciar la palabra “cáncer”.

Que te digan de buenas a primeras, tienes cáncer, como que es un balde de agua fría. Empezamos a seguir los procedimientos. Antes a esto le llamaba enfermedad, pero con el tiempo empezaba a decir, esto se debe llamar como es, ponerle nombre, cáncer”, dijo.

Al acudir con el oncólogo le recomendó, para evitar que el tumor se expandiera, que se operara. Aunque su primera opción fue el Seguro Social, la cita se la daban hasta en dos meses, lo que la obligó a hacer uso de sus ahorros y acudir con un médico particular para operarse de inmediato.

De ahí estuve convaleciente como 15 días y procedieron a darme 10 quimioterapias que salen caras, y lo vimos todo por el seguro. Ahí sí se portó muy bien (el seguro), excelente, me dijeron son 10 quimioterapias y 25 radioterapias, que fue un proceso de casi dos años


“¿Por qué a mí?”

Tras el tratamiento, empezó a sufrir la caída de su cabello, tener vómito, entre otros malestares que la hacían estar extremadamente débil y decaída. Dejó de comer y no querer levantarse de su cama y así era por varios días, cada 28 días.

Al inicio vivió una etapa que califica de rebeldía porque no dejaba de preguntarse “por qué a mí”. El tiempo, con el apoyo de su familia y su esposo, le hizo asimilar la situación y tomar una actitud positiva, lo que dijo fue determinante para ahora ser una sobreviviente del cáncer.

Porque si ya me habían dado una oportunidad y todo había salido bien, había que echarle más ganas. Se cae el pelo, mi esposo me compró una peluca, pero nunca la usé porque me sudaba la cabeza y gracias a Dios me encontré a gente muy buena en el camino. Me ayudaba, me echaban ánimo”.

Foto: René Corrales


“Ya no la quiero de regreso”

Después de dos años fue dada de alta en quimio y radioterapia, pero debía ir a consulta cada tres meses en las que le mandaban a hacer todo tipo de análisis para descartar las células cancerígenas. Después empezó a acudir cada seis meses y luego cada año. A la fecha acude una vez por año, aunque no ha sido dado de alta y continúa en observación.

Ahí vamos, según dicen que regresa (el cáncer), pero no lo quiero de regreso. La alimentación es muy importante también, dicen que el estrés crea las células cancerígenas y hay que estar bien, comer bien. No tomar, no fumar, no desvelarse, eso también influye mucho. Llevar una vida sana”, agregó.

El cáncer es curable cuando se detecta a tiempo, sentenció. Eso hizo incluso que pudiera salvar su seno. Cuando le retiraron el tumor, le quitaron solo un cuadrante de su busto, por lo que aunque ahora es más pequeño, no lo perdió.

Lo viví mal, pero a la vez bien porque experimentas tantas cosas... y lo que debes hacer es cuidarte y observarte más. Eso hace que uno se explore más para saber que puedes tener algo. Yo decía me quitaron algo, es un pedacito que no es nada en realidad porque me salvó. Dios me dio una segunda oportunidad”.

Otra de las situaciones más difíciles que vivió fue tener que ver partir a mujeres que compartían la misma lucha. Mujeres con las que compartía el mismo espacio para las quimioterapias y que perdían la batalla.

Después de lo que vivió, no deja de recomendarle a las mujeres que la rodean no dejar su salud para el final, atenderse, explorarse y acudir al médico ante el primer signo y molestia. Amarse y cuidarse, pues “el cuerpo es nuestro templo”.

Foto: David Bello

“Dios se acordó de mí y me dio una segunda oportunidad”

La fe en Dios, refirió, era su arma principal. “Ahí recuperamos la fe en Dios y nos metimos más a estar con él, a pedirle, mucha gente estuvo haciendo oración. Venían a la casa o íbamos nosotros, pero eso también nos ayudó mucho y aquí estamos”.

Sentada en la sala de su casa, con los labios pintados y su hermoso cabello rizado, Hilda ha superado esa prueba y ahora tiene una vida tranquila, feliz, rodeada de su familia, seres queridos, pero con mayor conciencia.


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