Orizaba, Ver.- Los hechos de violencia que se registran en algunos estados del país, que rayan en el terrorismo, indican la gravedad en que está el Estado y confirman la solicitud que hacen los Obispos al Gobierno Federal para revisar las estrategias de seguridad, que evidentemente están fallando, aseveró el padre Helkyn Enríquez Báez, Vocero de la Diócesis de Orizaba.
Considera que en Guanajuato, Chihuahua se ha llegado a niveles extremos de violencia, que no solo hacen sufrir a las familias y comunidades, sino que pueden provocar fuga de inversiones y el éxodo de algunas familias que buscan su seguridad o un sitio donde se puedan desarrollar mejor.
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Provocan también incerteza de desarrollo y una crisis en la salud psíquica de las personas, que viven con miedo. “Todas estas consecuencias evidentemente dañan a las comunidades, al país y agudizan la crisis económica que ya se vive en el territorio mexicano”, resalta.
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Y es que se genera una crisis en la sociedad, de seguridad, de estabilidad, de inversión que tiene consecuencias a corto, mediano y largo plazo.
El vocero diocesano señala que es cierto que se requiere una estrategia para garantizar la seguridad de los ciudadanos, pero esto tampoco justifica la militarización del país.
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“Se requiere otro tipo de medidas y una revisión de la estrategia que se pueda seguir para mantener, no solamente una paz aparente en nuestro país, sino una paz que se construya desde las diversas aristas que ésta conlleva”, resalta.
Recientemente, representantes y líderes de las diversas iglesias manifestaron, mediante un comunicado de la Conferencia del Episcopado Mexicano, que nadie debe vivir en un clima de violencia cotidiana.
Exhortaron a las autoridades a encontrar mejores y más eficaces estrategias de seguridad ciudadana que garanticen la paz social, los derechos y libertades fundamentales. Pidieron trabajar en favor de todas las formas de justicia, solidaridad y amor al prójimo.
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Mencionan que en consonancia con muchas otras iniciativas que exigen el fin de la violencia en el país, mantienen la esperanza de que es posible cambiar esa realidad como fruto de la reconciliación con uno mismo, con Dios y con el prójimo, y para ello es necesaria la implementación de mejores políticas por parte de las autoridades civiles en todos los niveles de gobierno, pues tienen la responsabilidad primaria de garantizar la paz y la seguridad en la Nación.
