/ viernes 17 de mayo de 2024

Amor capitalista y patriarcal

Asistí a un taller sobre amor, capitalismo y patriarcado. Fuimos puras mujeres, aunque el taller era para todo público. La mayoría eran muy jóvenes e irradiaban alegría, ganas de vivir e inconformismo; tal vez por eso asistieron al taller que buscó la reflexión sobre la necesidad de un cambio. La revolución amorosa, la revolución de la ternura.

Escuché sus enojos, sus frustraciones, sus miedos; pero también el anhelo del cambio. Creo que hay esperanza en construir un mundo nuevo mientras sigamos por este camino de reflexión.

¿Cómo nos toca el amor?, ¿qué papel juega en nuestras vidas? Para empezar, habría que definir que el amor que conocemos es capitalista y patriarcal. Su lógica es el uso, consumo y desecho. Es utilitario y depredador. Es solitario y nos aísla del resto. Es patriarcal en cuanto a que ha sido usado para dominar a las mujeres, relegarlas al espacio de la casa, del marido, de los hijos; le ha dicho que su anhelo debe ser el amor de pareja que le dará sentido a su vida y la felicidad absoluta.

A las mujeres se nos educa para que el amor de pareja sea el centro de nuestras vidas, la pieza que nos hará completas; no importa cuán talentosa, próspera o inteligente sea, mientras no encuentre el amor, estará incompleta y su vida no será plena. Educadas bajo esta idea, las mujeres invertimos valioso tiempo y energía en encontrar al príncipe azul, aunque lo más que se encuentra son sapos de pantano.

Urge hacer una reflexión acerca de qué es el amor, qué dimensiones de nuestra vida abarca y arrebatárselo al capitalismo patriarcal para redescubrirlo como una fuerza siempre presente en nuestras vidas. El amor va más allá de la pareja, encontramos amor en todas partes, pero nuestra programación nos hace desdeñar las otras relaciones que tenemos y que son las que en realidad nos sostienen y fortalecen en el día a día. Pensemos sino en el peso que tienen las amistades, la familia, compañeros de trabajo, de lucha, etcétera.

Hace falta reflexionar sobre cómo el amor capitalista nos mantiene siempre deseantes, solos e insatisfechos; y nada le conviene más al sistema que la sensación de sentirnos solos, de no pertenecer. El sistema nos vende la idea de que la realización está en encontrar una pareja, formar un hogar y quedarnos en la felicidad ramplona de nuestra casita hollywoodense. Nos vende la idea de que solo vale la pena sacrificarse por esa familia, que no hay nada más importante. Y eso deja fuera nuestras relaciones vecinales y comunitarias. Nos preocupamos por uno y no por el todo. El capitalismo usa al amor para controlarnos y mantenernos como reproductores de un sistema profundamente egoísta y violento.

Es cierto que la peor parte nos la llevamos las mujeres, subsumidas en esta idea de que el amor de pareja es nuestro fin y que hay que pelear y desvivirse por ello. ¿Qué haríamos las mujeres si nuestro anhelo no fuera ser amadas?, ¿qué haríamos si fuéramos capaces de sacudirnos esa ilusión y redirigiéramos esa energía en construir otro mundo posible? Un mundo donde las relaciones se basen en un amor compañero, un amor que respete, un amor que impulse, un amor que cree y transforme, un amor honesto y generoso que busque construir.

Pero también falta revalorizar las relaciones todas y fomentar estas redes de amor, cariño y acompañamiento no románticas; aprender a querernos bonito como familia, como vecinos, como amigos, como miembros de una comunidad que enfrenta la misma barbarie, hambre, miseria, depredación ambiental y desaliento que nos arroja el capital. Saber que somos únicos, pero no somos los únicos; y que la fuerza verdadera está en hacer comunidad y que de ahí se puede obtener contención y respuesta a los males que nos aquejan.

En esta reflexión de qué es el amor, hay que sumar a hombres. No hubo ninguno en el taller que fue abierto. Si bien se entiende que sean los menos preocupados en cuestionar un sistema que, dado que es patriarcal, los favorece, hay que sumarlos porque ellos también padecen el capitalismo patriarcal; también son oprimidos, obligados a sedar sus sentimientos, a ser ogros o príncipes; también tienen miedo, también se sienten solos o incomprendidos, también están cansados de cumplir etiquetas, también están frustrados de no llenar expectativas, tampoco saben cómo amar distinto.

Creo que la revolución de la ternura, del amor, es una tarea colectiva; a todes nos interesa saber amar, saber dar cuidados, saber dar ternura; pero también saber recibir todo eso, saber qué hacer cuándo nos están queriendo, cómo gestionarlo, cómo poner límites sanos, cómo crear acuerdos igualitarios y libres. Pero también urge desmitificar al amor de pareja y dejar de pensarlo como una panacea que nos salvará de la soledad y pensarlo tal vez como un punto de apoyo para seguir creciendo personal y colectivamente. Un amor de pareja que sirva para luchar contra las injusticias de este sistema depredador, un amor que sirva para sumarse e impulsar redes comunitarias de apoyo mutuo. Un amor que sirva para descansar de la crueldad del sistema y nos dé fuerza.

csanchez@diariodexalapa.com.mx

Asistí a un taller sobre amor, capitalismo y patriarcado. Fuimos puras mujeres, aunque el taller era para todo público. La mayoría eran muy jóvenes e irradiaban alegría, ganas de vivir e inconformismo; tal vez por eso asistieron al taller que buscó la reflexión sobre la necesidad de un cambio. La revolución amorosa, la revolución de la ternura.

Escuché sus enojos, sus frustraciones, sus miedos; pero también el anhelo del cambio. Creo que hay esperanza en construir un mundo nuevo mientras sigamos por este camino de reflexión.

¿Cómo nos toca el amor?, ¿qué papel juega en nuestras vidas? Para empezar, habría que definir que el amor que conocemos es capitalista y patriarcal. Su lógica es el uso, consumo y desecho. Es utilitario y depredador. Es solitario y nos aísla del resto. Es patriarcal en cuanto a que ha sido usado para dominar a las mujeres, relegarlas al espacio de la casa, del marido, de los hijos; le ha dicho que su anhelo debe ser el amor de pareja que le dará sentido a su vida y la felicidad absoluta.

A las mujeres se nos educa para que el amor de pareja sea el centro de nuestras vidas, la pieza que nos hará completas; no importa cuán talentosa, próspera o inteligente sea, mientras no encuentre el amor, estará incompleta y su vida no será plena. Educadas bajo esta idea, las mujeres invertimos valioso tiempo y energía en encontrar al príncipe azul, aunque lo más que se encuentra son sapos de pantano.

Urge hacer una reflexión acerca de qué es el amor, qué dimensiones de nuestra vida abarca y arrebatárselo al capitalismo patriarcal para redescubrirlo como una fuerza siempre presente en nuestras vidas. El amor va más allá de la pareja, encontramos amor en todas partes, pero nuestra programación nos hace desdeñar las otras relaciones que tenemos y que son las que en realidad nos sostienen y fortalecen en el día a día. Pensemos sino en el peso que tienen las amistades, la familia, compañeros de trabajo, de lucha, etcétera.

Hace falta reflexionar sobre cómo el amor capitalista nos mantiene siempre deseantes, solos e insatisfechos; y nada le conviene más al sistema que la sensación de sentirnos solos, de no pertenecer. El sistema nos vende la idea de que la realización está en encontrar una pareja, formar un hogar y quedarnos en la felicidad ramplona de nuestra casita hollywoodense. Nos vende la idea de que solo vale la pena sacrificarse por esa familia, que no hay nada más importante. Y eso deja fuera nuestras relaciones vecinales y comunitarias. Nos preocupamos por uno y no por el todo. El capitalismo usa al amor para controlarnos y mantenernos como reproductores de un sistema profundamente egoísta y violento.

Es cierto que la peor parte nos la llevamos las mujeres, subsumidas en esta idea de que el amor de pareja es nuestro fin y que hay que pelear y desvivirse por ello. ¿Qué haríamos las mujeres si nuestro anhelo no fuera ser amadas?, ¿qué haríamos si fuéramos capaces de sacudirnos esa ilusión y redirigiéramos esa energía en construir otro mundo posible? Un mundo donde las relaciones se basen en un amor compañero, un amor que respete, un amor que impulse, un amor que cree y transforme, un amor honesto y generoso que busque construir.

Pero también falta revalorizar las relaciones todas y fomentar estas redes de amor, cariño y acompañamiento no románticas; aprender a querernos bonito como familia, como vecinos, como amigos, como miembros de una comunidad que enfrenta la misma barbarie, hambre, miseria, depredación ambiental y desaliento que nos arroja el capital. Saber que somos únicos, pero no somos los únicos; y que la fuerza verdadera está en hacer comunidad y que de ahí se puede obtener contención y respuesta a los males que nos aquejan.

En esta reflexión de qué es el amor, hay que sumar a hombres. No hubo ninguno en el taller que fue abierto. Si bien se entiende que sean los menos preocupados en cuestionar un sistema que, dado que es patriarcal, los favorece, hay que sumarlos porque ellos también padecen el capitalismo patriarcal; también son oprimidos, obligados a sedar sus sentimientos, a ser ogros o príncipes; también tienen miedo, también se sienten solos o incomprendidos, también están cansados de cumplir etiquetas, también están frustrados de no llenar expectativas, tampoco saben cómo amar distinto.

Creo que la revolución de la ternura, del amor, es una tarea colectiva; a todes nos interesa saber amar, saber dar cuidados, saber dar ternura; pero también saber recibir todo eso, saber qué hacer cuándo nos están queriendo, cómo gestionarlo, cómo poner límites sanos, cómo crear acuerdos igualitarios y libres. Pero también urge desmitificar al amor de pareja y dejar de pensarlo como una panacea que nos salvará de la soledad y pensarlo tal vez como un punto de apoyo para seguir creciendo personal y colectivamente. Un amor de pareja que sirva para luchar contra las injusticias de este sistema depredador, un amor que sirva para sumarse e impulsar redes comunitarias de apoyo mutuo. Un amor que sirva para descansar de la crueldad del sistema y nos dé fuerza.

csanchez@diariodexalapa.com.mx