/ sábado 13 de abril de 2024

La campaña presidencial y la educación

Ante la pregunta ¿se han tocado los verdaderos problemas educativos durante las campañas a la presidencia 2024-2030? ¿Están suficientemente identificados por las candidatas y candidato? ¿Presentaron sustentos viables, basados en la investigación y el análisis para su ejecución?

Diversas son las opiniones de algunos observadores de este proceso. Juan Carlos Miranda Arroyo, en Educación Futura, coincide con Jimena Hernández Fernández del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación (INIDE) de la Ibero, cuando afirma “Por un lado, observo que las campañas no muestran un análisis profundo del problema público a resolver. Se sigue cayendo en el uso de transferencias económicas por ser estrategias políticamente más rentables.

Por otro lado, la infraestructura de las escuelas no se observa como un aspecto prioritario en las campañas, por el contrario, se apuesta a la continuidad de las condiciones actuales cuando se habla, por ejemplo, de seguir empleando al programa La Escuela es Nuestra como mecanismo para resarcir el mal estado en que se encuentran las escuelas públicas…”. “También es muy preocupante que las candidatas punteras no tengan propuestas específicas en materia de inclusión cuando sólo un 23% y 37% de las escuelas de educación básica y media superior, respectivamente, tienen infraestructura para integrar a personas con discapacidad y cuando según Coneval son las personas que reportan mayor nivel de discriminación (25%)”.

También Hernández Fernández expresa su preocupación cuando comenta “noto que no se han visibilizado de manera adecuada los ‘cómo’ se atenderá a poblaciones históricamente marginadas en el sistema educativo mexicano: comunidades indígenas, población que habita en localidades de muy alta marginación, personas con discapacidades de naturalezas distintas, poblaciones de jornaleros agrícolas, migrantes y refugiados.

Atender las necesidades educativas de estos grupos de población requiere perspectivas inclusivas, políticas públicas orientadas a reducir las brechas de acceso y calidad educativa, así como asignar recursos adecuados para garantizar la oportunidad de recibir una educación de calidad”.

Por su parte, Sergio Martínez Dunstan, en “La educación en el debate presidencial”, al referirse a Jorge Álvarez Máynez, destacó entre sus propuestas “la importancia de destinar el 1% del Producto Interno Bruto a la ciencia como lo establece el precepto constitucional. Puso en tela de juicio los Libros de Texto Gratuito por “adoctrinantes”. De manera enunciativa, aludió a la educación universitaria y la infraestructura educativa.

También se mostró a favor del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación —sin decir más nada—, del restablecimiento de las escuelas de tiempo completo y de mayor inversión del recurso público en este rubro”. De Xóchitl Gálvez subraya que “coincidió con su homóloga en las pretensiones de transparentar los procesos de la Unidad del Sistema para la Carreras de las Maestras y los Maestros, así como ofrecer mejores salarios al magisterio.

Ponderó la reducción del presupuesto para la capacitación de los maestros. Contempla retomar el programa de escuela de tiempo completo incluyendo la alimentación. Asimismo, que ofrecerá una tarjeta de datos para el acceso a internet en zonas marginadas, tabletas digitales, la enseñanza del idioma inglés y mejorar los planteles”. Acerca de las propuestas educativas de la candidata Xóchitl Gálvez, Manuel Gil Antón, profesor e investigador de El Colegio de México, escribió lo siguiente en la red Twitter: “Me pareció un regreso abrupto a Enciclomedia, tabletas de Calderón y Peña… computadoras e inglés (más robótica e Inteligencia Artificial) y becas para escuelas públicas y privadas. Increíble la frivolidad añeja”.

Al referirse a Claudia Sheinbaum, Martínez Dunstan señala: insistió en la universalización de las becas desde preescolar hasta universidad; el fortalecimiento de la educación media superior o preparatoria. Prometió hacer nacionales la Universidad Rosario Castellanos y la Universidad de la Salud creadas en la CDMX cuando fue Jefa de Gobierno como parte del programa “Jóvenes Construyendo Futuro”.

A pregunta expresa sobre la calidad de la educación puso por delante la Nueva Escuela Mexicana con la participación del magisterio, y los nuevos Libros de Texto Gratuitos que dejan de lado la memorización, según dijo. Y aprovechó para insistir en la necesidad de aplicar el humanismo mexicano. Claudia Sheinbaum retoma la fórmula de la administración gubernamental que va de salida. Los argumentos esgrimidos para cuestionar y desdeñar las políticas de gobiernos anteriores deberían tener mayor solidez técnica.

Es válido ver desde otra perspectiva los problemas. Pero los métodos para acometer los grandes desafíos presentes y futuros bien ameritan que sean debidamente planteados. No solo es cambiar por cambiar ni continuar por continuar.

Sobre el debate en “Escasez de proyectos educativos alternativos en campaña”, Miranda Arroyo concluye: se registra la inexistencia de propuestas consistentes y dirigidas a solucionar los grandes problemas nacionales y locales para ese sector (en el qué y el cómo); propuestas que contengan argumentos y que estén basadas en los hallazgos de la investigación y de las experiencias internacionales, nacionales y locales.

“Apostarle, pues, a la educación pública es apostarle a un país más justo, menos desigual, menos polarizado”, precisa Alma Maldonado, profesora e investigadora del DIE del CINVESTAV. Concluye Martínez Dunstan que: Las propuestas no representan un avance respecto a las políticas públicas actuales o de sexenios anteriores. Parece que no hay nada oculto bajo el sol. Elegir entre el pretérito más lejano y el presente —que dentro de poco formará parte del pasado también— es dejar de lado la visión de futuro y condenar a la educación al estancamiento. Falta altura de miras en todos los casos.

Ante la pregunta ¿se han tocado los verdaderos problemas educativos durante las campañas a la presidencia 2024-2030? ¿Están suficientemente identificados por las candidatas y candidato? ¿Presentaron sustentos viables, basados en la investigación y el análisis para su ejecución?

Diversas son las opiniones de algunos observadores de este proceso. Juan Carlos Miranda Arroyo, en Educación Futura, coincide con Jimena Hernández Fernández del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación (INIDE) de la Ibero, cuando afirma “Por un lado, observo que las campañas no muestran un análisis profundo del problema público a resolver. Se sigue cayendo en el uso de transferencias económicas por ser estrategias políticamente más rentables.

Por otro lado, la infraestructura de las escuelas no se observa como un aspecto prioritario en las campañas, por el contrario, se apuesta a la continuidad de las condiciones actuales cuando se habla, por ejemplo, de seguir empleando al programa La Escuela es Nuestra como mecanismo para resarcir el mal estado en que se encuentran las escuelas públicas…”. “También es muy preocupante que las candidatas punteras no tengan propuestas específicas en materia de inclusión cuando sólo un 23% y 37% de las escuelas de educación básica y media superior, respectivamente, tienen infraestructura para integrar a personas con discapacidad y cuando según Coneval son las personas que reportan mayor nivel de discriminación (25%)”.

También Hernández Fernández expresa su preocupación cuando comenta “noto que no se han visibilizado de manera adecuada los ‘cómo’ se atenderá a poblaciones históricamente marginadas en el sistema educativo mexicano: comunidades indígenas, población que habita en localidades de muy alta marginación, personas con discapacidades de naturalezas distintas, poblaciones de jornaleros agrícolas, migrantes y refugiados.

Atender las necesidades educativas de estos grupos de población requiere perspectivas inclusivas, políticas públicas orientadas a reducir las brechas de acceso y calidad educativa, así como asignar recursos adecuados para garantizar la oportunidad de recibir una educación de calidad”.

Por su parte, Sergio Martínez Dunstan, en “La educación en el debate presidencial”, al referirse a Jorge Álvarez Máynez, destacó entre sus propuestas “la importancia de destinar el 1% del Producto Interno Bruto a la ciencia como lo establece el precepto constitucional. Puso en tela de juicio los Libros de Texto Gratuito por “adoctrinantes”. De manera enunciativa, aludió a la educación universitaria y la infraestructura educativa.

También se mostró a favor del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación —sin decir más nada—, del restablecimiento de las escuelas de tiempo completo y de mayor inversión del recurso público en este rubro”. De Xóchitl Gálvez subraya que “coincidió con su homóloga en las pretensiones de transparentar los procesos de la Unidad del Sistema para la Carreras de las Maestras y los Maestros, así como ofrecer mejores salarios al magisterio.

Ponderó la reducción del presupuesto para la capacitación de los maestros. Contempla retomar el programa de escuela de tiempo completo incluyendo la alimentación. Asimismo, que ofrecerá una tarjeta de datos para el acceso a internet en zonas marginadas, tabletas digitales, la enseñanza del idioma inglés y mejorar los planteles”. Acerca de las propuestas educativas de la candidata Xóchitl Gálvez, Manuel Gil Antón, profesor e investigador de El Colegio de México, escribió lo siguiente en la red Twitter: “Me pareció un regreso abrupto a Enciclomedia, tabletas de Calderón y Peña… computadoras e inglés (más robótica e Inteligencia Artificial) y becas para escuelas públicas y privadas. Increíble la frivolidad añeja”.

Al referirse a Claudia Sheinbaum, Martínez Dunstan señala: insistió en la universalización de las becas desde preescolar hasta universidad; el fortalecimiento de la educación media superior o preparatoria. Prometió hacer nacionales la Universidad Rosario Castellanos y la Universidad de la Salud creadas en la CDMX cuando fue Jefa de Gobierno como parte del programa “Jóvenes Construyendo Futuro”.

A pregunta expresa sobre la calidad de la educación puso por delante la Nueva Escuela Mexicana con la participación del magisterio, y los nuevos Libros de Texto Gratuitos que dejan de lado la memorización, según dijo. Y aprovechó para insistir en la necesidad de aplicar el humanismo mexicano. Claudia Sheinbaum retoma la fórmula de la administración gubernamental que va de salida. Los argumentos esgrimidos para cuestionar y desdeñar las políticas de gobiernos anteriores deberían tener mayor solidez técnica.

Es válido ver desde otra perspectiva los problemas. Pero los métodos para acometer los grandes desafíos presentes y futuros bien ameritan que sean debidamente planteados. No solo es cambiar por cambiar ni continuar por continuar.

Sobre el debate en “Escasez de proyectos educativos alternativos en campaña”, Miranda Arroyo concluye: se registra la inexistencia de propuestas consistentes y dirigidas a solucionar los grandes problemas nacionales y locales para ese sector (en el qué y el cómo); propuestas que contengan argumentos y que estén basadas en los hallazgos de la investigación y de las experiencias internacionales, nacionales y locales.

“Apostarle, pues, a la educación pública es apostarle a un país más justo, menos desigual, menos polarizado”, precisa Alma Maldonado, profesora e investigadora del DIE del CINVESTAV. Concluye Martínez Dunstan que: Las propuestas no representan un avance respecto a las políticas públicas actuales o de sexenios anteriores. Parece que no hay nada oculto bajo el sol. Elegir entre el pretérito más lejano y el presente —que dentro de poco formará parte del pasado también— es dejar de lado la visión de futuro y condenar a la educación al estancamiento. Falta altura de miras en todos los casos.