El primero de octubre de este año será declarado el día nacional de los huérfanos de AMLO. Son los que han construido un altar imaginario en honor del Presidente; son los que cultivaron una especie de relación religiosa con él; son los que lo ven con fe más allá de las razones y la verdad; son los que creen que es de izquierda o, mínimo, progresista; son los que lo siguieron en el PRD y a Morena; son los que están enajenados con su figura.
Son sus fanáticos; son los que sintonizan “las mañaneras”; son los muchos de los que reciben programas sociales; son los amlover; son los neo morenistas; son los que disfrutan privilegios de cargos políticos; son los caciques que se acomodan con quien esté en el poder; son los narcos que han sido bendecidos por el Presidente; son los que lo han seguido por más de treinta años; son los que definen su militancia en función de él; son los que lo seguirían si cambia de partido; son los que lo seguirán a su rancho; son los que lo apoyarán gane Xóchitl o Claudia, en la oposición o en el poder.
Van a sufrir una crisis de identidad; van a padecer la ausencia de quien ven como un padre. Se van a quedar sin la figura mesiánica, sin sus peroratas eternas, sin su voz destemplada, sin su omnipresente figura, sin sus proclamas de odio, sin sus ocurrencias, sin sus eternas giras. Van a sentirse huérfanos. Así pasa con los líderes providénciales y populistas.
Crean un culto a su personalidad que vacía de pensamiento propio y razón a sus seguidores. Todo lo que hacen es para reforzar su popularidad. Son mitómanos e infunden mitos en sus bases de apoyo. Lo que dice es verdad y ley para sus “feligreses”. Este fenómeno es solamente nacional, tiene que ver con una figura fuerte, se trata de AMLO. El caso del gobernador de Veracruz es diferente, se trata de una caricatura; cuando se vaya no tendrá huérfanos, excepto su cofradía. Sin la presencia de AMLO, Morena tendrá serios problemas.
Deberá convencer y dialogar. Reinventarse. Sacudirse del odio y la mentira. Si Morena pierde la presidencia, se partirá en tres o cuatro partidos. Sin el poder se verá su realidad de “tigre de papel”. Aun ganando la ausencia formal del líder carismático y sus afanes maximalistas serán un desafío para la gobernabilidad.
Líderes como AMLO han existido siempre en el mundo, y existen actualmente. Son despóticos y demagogos. Nunca sueltan el poder por la buena; acá será una excepción gracias al principio constitucional de no reelección y a que el oficialismo no cuenta con mayoría calificada en el Poder Legislativo.
Recadito: aguas con el agua, la crisis ya llegó.