/ martes 5 de julio de 2022

Por la grandeza de México

El pasado viernes 1 de julio se cumplieron cuatro años de la jornada electoral en la que Andrés Manuel López Obrador se convirtió en el presidente de México con el respaldo de más de 30 millones de mexicanos. Con una aprobación ciudadana del 63 por ciento, según la casa encuestadora Oraculus, el mandato del tabasqueño sigue a tambor batiente, dejando un legado histórico para nuestro país. Ningún presidente, en los últimos cinco sexenios, había tenido tanta aprobación y reconocimiento.

A pesar de los malquerientes, de las campañas de guerra sucia, de los voceros del viejo régimen, quienes han querido enfermarlo y augurar el fracaso de su gobierno, el Presidente López Obrador se encuentra más fuerte que nunca, firme, sólido, avanzando en los grandes proyectos que sentarán las bases para consolidar la transformación de nuestro país. A más campañas negras, a cada mentira, más fortaleza. No hay duda.

Su respuesta es siempre humilde, porque sabe que su fortaleza viene del pueblo. “La obra de transformación la estamos haciendo entre todos. Con trabajo creativo. Sin excluir a nadie. Con la inteligencia. Con el trabajo de obreros y campesinos. Con la participación de hombres y de mujeres, pensando siempre en el porvenir de las nuevas generaciones, con mucho amor al pueblo y siempre a favor de la grandeza de México”, ha señalado.

A diferencia de otros sexenios, en donde el cuarto año el mandatario en turno se empezaba a desinflar porque ya no daba para más, porque las pilas se le estaban acabando, en el caso de Andrés Manuel López Obrador su fortaleza va repuntando. No dudamos que la aprobación ciudadana siga en escalada, sobre todo cuando los grandes proyectos se van concretando.

El caso de la refinería Olmeca o Dos Bocas, es emblemático. Así lo dijo el jefe de las instituciones del país al arrancar el periodo de prueba de la misma. En los 36 años del periodo neoliberal o neoporfirista nunca se construyó en el país una refinería. Durante todo ese tiempo se apostó a vender petróleo crudo y comprar en el extranjero gasolinas, diésel y otros combustibles. De manera deliberada y por corrupción, los gobernantes buscaban destruir la industria petrolera nacional, comentó.

No podemos olvidar que acabaron con la petroquímica, que dejaron en estado lamentable las seis refinerías que se construyeron a lo largo de nuestra historia y reformaron la Constitución para privatizar el petróleo, aunque no les alcanzó el tiempo para terminar de entregar todos los yacimientos y consumar esa gran infamia.

Con nuestro triunfo decidimos aplicar una nueva política energética.

El pasado viernes 1 de julio se cumplieron cuatro años de la jornada electoral en la que Andrés Manuel López Obrador se convirtió en el presidente de México con el respaldo de más de 30 millones de mexicanos. Con una aprobación ciudadana del 63 por ciento, según la casa encuestadora Oraculus, el mandato del tabasqueño sigue a tambor batiente, dejando un legado histórico para nuestro país. Ningún presidente, en los últimos cinco sexenios, había tenido tanta aprobación y reconocimiento.

A pesar de los malquerientes, de las campañas de guerra sucia, de los voceros del viejo régimen, quienes han querido enfermarlo y augurar el fracaso de su gobierno, el Presidente López Obrador se encuentra más fuerte que nunca, firme, sólido, avanzando en los grandes proyectos que sentarán las bases para consolidar la transformación de nuestro país. A más campañas negras, a cada mentira, más fortaleza. No hay duda.

Su respuesta es siempre humilde, porque sabe que su fortaleza viene del pueblo. “La obra de transformación la estamos haciendo entre todos. Con trabajo creativo. Sin excluir a nadie. Con la inteligencia. Con el trabajo de obreros y campesinos. Con la participación de hombres y de mujeres, pensando siempre en el porvenir de las nuevas generaciones, con mucho amor al pueblo y siempre a favor de la grandeza de México”, ha señalado.

A diferencia de otros sexenios, en donde el cuarto año el mandatario en turno se empezaba a desinflar porque ya no daba para más, porque las pilas se le estaban acabando, en el caso de Andrés Manuel López Obrador su fortaleza va repuntando. No dudamos que la aprobación ciudadana siga en escalada, sobre todo cuando los grandes proyectos se van concretando.

El caso de la refinería Olmeca o Dos Bocas, es emblemático. Así lo dijo el jefe de las instituciones del país al arrancar el periodo de prueba de la misma. En los 36 años del periodo neoliberal o neoporfirista nunca se construyó en el país una refinería. Durante todo ese tiempo se apostó a vender petróleo crudo y comprar en el extranjero gasolinas, diésel y otros combustibles. De manera deliberada y por corrupción, los gobernantes buscaban destruir la industria petrolera nacional, comentó.

No podemos olvidar que acabaron con la petroquímica, que dejaron en estado lamentable las seis refinerías que se construyeron a lo largo de nuestra historia y reformaron la Constitución para privatizar el petróleo, aunque no les alcanzó el tiempo para terminar de entregar todos los yacimientos y consumar esa gran infamia.

Con nuestro triunfo decidimos aplicar una nueva política energética.