Al igual que en nuestro país, Estados Unidos de Norteamérica está pasando por una euforia electoral, dado que como nosotros, allá habrá elecciones presidenciales; el presidente Biden querrá competir por un segundo periodo de cuatro años y hasta ahora el principal contrincante que se ve en puerta es el republicano Donald Trump, quien ya ostentó ese cargo antes que la actual administración y que habiendo perdido las elecciones de manera completamente legal, armó un total escándalo diciendo que le habían hecho fraude. Sólo faltó que se parara a gritar en el obelisco que él era el “pregidente” legítimo y alzara en alto su bandera con un águila bicéfala.
Es de todos sabido que Trump ha pasado y sigue pasando por diversos juicios por fraude, evasión de impuestos, malos manejos financieros, abuso sexual y como el acarreador y mente maestra de el ataque al Capitolio por parte de sus fanáticos, causando innumerables destrozos y atacando al personal de guardia, en protesta por haber perdido las elecciones.
Llama la atención que a pesar de ser un real delincuente sobre el que siguen pesando varias demandas y juicios legales, siga siendo el ídolo de millones de norteamericanos, la mayoría republicanos, que lo apoyan e impulsan para llegar de nuevo a la Casa Blanca, imponiéndose a otros aspirantes republicanos que han tenido que ceder ante la popularidad del tramposo magnate.
Pero ¿cuál es uno de los motivos más fuertes de su popularidad que lo está llevando a contender de nuevo por la presidencia? Pues el rechazo de la población a la invasión migratoria que Biden ha permitido bajo el concepto de ayuda humanitaria y asilo político, lo que aunado a la holgura y actitud permisiva de López Obrador, al permitir la entrada de miles de migrantes multinacionales y que la mayoría transite por nuestro territorio con miras a llegar a la frontera norte para cruzar a Estados Unidos, mientras otros se van quedando en diversas poblaciones por donde cruzan, para ser una molestia a los ciudadanos y una carga para el estado y para cada municipio donde se asientan.
Algunos tienen suerte de ser aceptados y pasan la frontera, pero la mayoría son devueltos a nuestro país, como material de desecho. Otros mueren en el intento ya sea en el tren llamado “La Bestia” y otros más al tratar de cruzar el río Bravo.
Sabemos que Trump es un acérrimo promotor de la política antimigratoria y eso significaría que de llegar a la presidencia, toda la bandada de migrantes que se introducen a diario en nuestro país por la frontera sur, no tendrían ninguna oportunidad de cruzar a Estados Unidos y que a falta de ánimo de extraditarlos, se quedarían en nuestro territorio, sin trabajo y como oportunidad para ser atraídos por la delincuencia organizada, como ya está pasando, incrementándose la inseguridad que ya existe en nuestro país.