/ sábado 30 de marzo de 2024

Exiliado español inspira novela de Silvia Molina

Testigo de su época, Rafael Sánchez Ocaña escribió la vida cultural de México y España 

La escritora Silvia Molina guarda con cariño recuerdos de grandes personajes de la historia de México que en su niñez visitaban su casa y se quedaban largas horas de sobremesa, donde imperaba la intelectualidad, el análisis político y los aires de bohemia.

Uno de ellos fue Rafael Sánchez de Ocaña (1888-1962), un periodista, exiliado español, casado con su tía y del que Molina mantendría en su memoria la imagen de él escuchando el “Concierto de Aranjuez”, compuesto por el guitarrista valenciano Joaquín Rodrigo.

Como un ejercicio de reconstrucción histórica y recreación literaria, Silvia Molina en su nueva novela “El tío Rafael o La huida del peregrino” (Bonilla Artigas Editores, 2024),recupera la biografía de este hombre que, desde el periodismo y la docencia, como muchos españoles refugiados de la Guerra Civil Española, contribuyó al desarrollo de la cultura mexicana del siglo XX.

“Rafael fue un testigo de su época que escribía de todo, él tenía varias columnas. Una de ellas se llamaba ‘España a la vista’, donde iba descubriendo al lector qué era lo que estaba sucediendo, antes y durante la Guerra Civil, porque estaban todos muy al pendiente; otras eran ‘Confesiones de un desvelado’ y ‘Reflejos en el agua’ en las que hablaba de todo, porque él era un hombre universal”, menciona Silvia Molina, en entrevista con El Sol de México.

Haciendo uso de las mismas notas periodísticas del español, la Premio Xavier Villaurrutia 1977, narra cómo Rafael Sánchez de joven se formó en la Institución Libre de Enseñanza y en el Ateneo de Madrid, educado por personajes de la célebre Generación del 98, como Miguel de Unamuno. También refiere a la relación de este futuro periodista con contemporáneos suyos, como José Ortega y Gasset, a los que se les conoce como la Generación del 14.

“La Generación del 14 fue un poco perdida, porque le tocó primero la Primera Guerra Mundial y luego la Guerra Civil Española. Fue un grupo que se deshizo porque muchos tuvieron que irse al extranjero u optaron por otras cosas, como Rafael que se dedicó a la diplomacia”, señala Silvia Molina, quien apunta que Rafael Sánchez no llegó a México en 1939, como la mayoría de los exiliados, sino en 1931, luego de ser motivado por Alfonso Reyes, en Argentina, para desempeñarse como jefe de Prensa de la embajada española antes del franquismo.


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“Los españoles que vinieron a México y dieron clases fueron grandes pensadores, filósofos, poetas y científicos. Algo de lo que yo aprendí con la vida de Rafael es cómo fue la vida en Europa y España antes de la guerra. Cómo fue que varios de ellos partieron a Francia y Alemania para también formarse con los mejores filósofos con la idea de evitar que España se siguiera encerrando en sí misma”, comenta Molina, quien adelanta que en esta obra también se podrá leer cómo es que este personaje fue formador de alumnos en la Universidad Nacional Autónoma de México, con sus conocimientos sobre España y la cultura mexicana.

Esta no es la primera vez que Molina aborda su biografía y la de su familia, sobre ello la autora confiesa que sobre todas las cosas, la escritura ha sido una oportunidad de descubrimiento propio y de su entorno familiar, así como un testigo para contar a sus propias hijas y al mundo cómo era la vida antes.

La escritora Silvia Molina guarda con cariño recuerdos de grandes personajes de la historia de México que en su niñez visitaban su casa y se quedaban largas horas de sobremesa, donde imperaba la intelectualidad, el análisis político y los aires de bohemia.

Uno de ellos fue Rafael Sánchez de Ocaña (1888-1962), un periodista, exiliado español, casado con su tía y del que Molina mantendría en su memoria la imagen de él escuchando el “Concierto de Aranjuez”, compuesto por el guitarrista valenciano Joaquín Rodrigo.

Como un ejercicio de reconstrucción histórica y recreación literaria, Silvia Molina en su nueva novela “El tío Rafael o La huida del peregrino” (Bonilla Artigas Editores, 2024),recupera la biografía de este hombre que, desde el periodismo y la docencia, como muchos españoles refugiados de la Guerra Civil Española, contribuyó al desarrollo de la cultura mexicana del siglo XX.

“Rafael fue un testigo de su época que escribía de todo, él tenía varias columnas. Una de ellas se llamaba ‘España a la vista’, donde iba descubriendo al lector qué era lo que estaba sucediendo, antes y durante la Guerra Civil, porque estaban todos muy al pendiente; otras eran ‘Confesiones de un desvelado’ y ‘Reflejos en el agua’ en las que hablaba de todo, porque él era un hombre universal”, menciona Silvia Molina, en entrevista con El Sol de México.

Haciendo uso de las mismas notas periodísticas del español, la Premio Xavier Villaurrutia 1977, narra cómo Rafael Sánchez de joven se formó en la Institución Libre de Enseñanza y en el Ateneo de Madrid, educado por personajes de la célebre Generación del 98, como Miguel de Unamuno. También refiere a la relación de este futuro periodista con contemporáneos suyos, como José Ortega y Gasset, a los que se les conoce como la Generación del 14.

“La Generación del 14 fue un poco perdida, porque le tocó primero la Primera Guerra Mundial y luego la Guerra Civil Española. Fue un grupo que se deshizo porque muchos tuvieron que irse al extranjero u optaron por otras cosas, como Rafael que se dedicó a la diplomacia”, señala Silvia Molina, quien apunta que Rafael Sánchez no llegó a México en 1939, como la mayoría de los exiliados, sino en 1931, luego de ser motivado por Alfonso Reyes, en Argentina, para desempeñarse como jefe de Prensa de la embajada española antes del franquismo.


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“Los españoles que vinieron a México y dieron clases fueron grandes pensadores, filósofos, poetas y científicos. Algo de lo que yo aprendí con la vida de Rafael es cómo fue la vida en Europa y España antes de la guerra. Cómo fue que varios de ellos partieron a Francia y Alemania para también formarse con los mejores filósofos con la idea de evitar que España se siguiera encerrando en sí misma”, comenta Molina, quien adelanta que en esta obra también se podrá leer cómo es que este personaje fue formador de alumnos en la Universidad Nacional Autónoma de México, con sus conocimientos sobre España y la cultura mexicana.

Esta no es la primera vez que Molina aborda su biografía y la de su familia, sobre ello la autora confiesa que sobre todas las cosas, la escritura ha sido una oportunidad de descubrimiento propio y de su entorno familiar, así como un testigo para contar a sus propias hijas y al mundo cómo era la vida antes.

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