/ lunes 29 de junio de 2020

Con fe y cuidados médicos, supera Sergio Rodríguez Covid-19

El procurador de Medio Ambiente en Veracruz recuerda que la noche que ingresó al hospital solo tuvo luz por momentos

Orizaba, Ver.- “Me internaron en el hospital a causa de una crisis respiratoria que me diagnosticaron como Neumonía Atípica. Estaba respirando muy por debajo de lo normal, con el 80 por ciento de los pulmones invadidos por el “Coronavirus”, una semana antes me habían confirmado la enfermedad; sin embargo, la reacción en mi cuerpo fue muy agresiva, no daba crédito a mi hospitalización”; así comienza su relato Sergio Rodríguez Cortés, procurador de Medio Ambiente en el estado, quien, tras permanecer 26 días en terapia intensiva, ya convalece en su casa.

Su recuperación la atribuye, sí a la atención y cuidado que recibió de parte del personal médico y enfermeras, que es la misma que recibe el resto de los pacientes con diagnóstico de Covid-19, pero, sobre todo, a la gran misericordia de Dios.

Recuerda que la noche que ingresó al hospital solo tuvo luz por momentos. “Entre que me desvanecía y abría mis ojos, el tiempo transcurría, pero en realidad no sabía cuánto. Así pasó casi una semana. No reaccionaba a los medicamentos, tenía crisis respiratorias severas, dificultad para levántarme y aunque la mayoría en mi condición hace sus necesidades con un cómodo, yo siempre me levanté al baño, aunque eso fuera motivo de shock respiratorio, el cual me hacía pensar lo peor”, señala.

LLEGÓ LO MÁS DIFÍCIL POR SUPERAR

No sabía que lo más difícil estaba por llegar. “Me pasaron a terapia intensiva. Estuve en la habitación 4, es decir, me tocó la 4T (según la propia terminología del Hospital), mientras escuchaba hablar a los médicos de la necesidad de entubarme y ponerme un ventilador”.

A sus 42 años pasaba por el peor momento de su vida y no daba crédito a lo que le sucedía. Abunda que por su cabeza solo pasaban las imágenes de su familia, el rostro de mis hijos y su esposa lo ayudaban a hacer esfuerzos extraordinarios para mantener la respiración.

Una noche, estando medio consciente, pues mantenía fuertes crisis, lo visitó el médico de piso y haciendo un gran esfuerzo le preguntó cuál era su estado de salud. La respuesta fue: “de gravedad”.

“Ya encarrilado le dije: doctor, ¿qué porcentaje tengo de sobrevivir? Y frío y directo como suelen ser los médicos, me respondió: señor, si eso quiere saber no le doy más de un 10 por ciento de oportunidad”, le respondió.

Fue entonces que sintió mucho miedo, impotencia y desesperación, pues estaba casi sin poder respirar y escuchar esa respuesta le oprimió todavía más el pecho, como si tuviera encima una aplanadora, dice.

Ya era tarde y estaba solo en el cuarto, con el ruido del oxígeno en mis oídos, cansado de esa semana tan pesada, con inyecciones por todos lados, parchado, con suero, canalizado con un catéter, con cables por todo mi cuerpo. Sentí que estaba perdido, estaba desecho por dentro y por fuera”, recuerda.

SU FE LE DIO FUERZA PARA MANTENER LA LUCHA

Mencionó que, a pesar de su gravedad, había estado haciendo un rosario en línea junto con su familia, desde que llegó al hospital, y la noche que le dijeron que sus posibilidades de sobrevivir eran mínimas, en su corazón surgió un impulso por hablarle a Dios; “no sé qué pasó, pero cuando me di cuenta había entrado en un diálogo con Él”.

Dice que le explicó sus razones para vivir, le pidió que perdonara sus pecados y le rogaba una oportunidad.Le pedía que no me dejara solo, le dije que quería ver crecer a mis hijos y que deseaba recuperarme para ser un buen cristiano, ser un buen hijo, un buen hermano, un buen esposo, un buen padre. Le ofrecí disculpas por mi soberbia, porque uno cree que todo lo tiene y mírenme acá. En un par de semanas no tenía absolutamente nada, le dije todo eso con el corazón, le pedí que por favor perdonara mi egoísmo”, apunta.

Reconoce que Dios lo fue guiando en el diálogo y le hizo prometerle algo: entregarle mi vida para lo que Él dispusiera si me dejaba vivir. “Yo sería testimonio de su grandeza, no tendría por qué negarlo, y mucho menos darme pena y gritar a los cuatro vientos que Dios existe, que mi Dios nunca me ha abandonado. La fuerza con la que realicé la oración me hizo sentir mejor, Él me tomó de la mano, la sentí junto a la mía, estaba ahí esa noche; consolándome después de llorar por largo rato me quedé profundamente dormido”.

Tres semanas después, una tarde, antes de rezar el rosario, recuerda que su esposa lo llamó y le dijo que su médico, el doctor Xicoténcatl García Jiménez, le dijo que de acuerdo a los análisis que se le habían estado practicando la evolución había sido favorable y que estaba en franca recuperación.

Después de 26 días de lucha contra la enfermedad, finalmente le dieron de alta y comparte su difícil paso por la enfermedad que ha cobrado millones de vidas en todo el mundo. “A los que leen este texto cuídense, no lo tomen a la ligera el Covid-19 es una enfermedad mortal que puede terminar con tu vida, quédense en casa y tomen las previsiones que la autoridad recomienda”.

AGRADECE ORACIÓN, ASISTENCIA ESPIRITUAL Y MENSAJES DE ALIENTO

Sergio Rodríguez agradece a toda su familia, amigos, compañeros, conocidos y personas que se mantuvieron en oración él.

“Fueron 26 días en el hospital. Recibir ánimo, bendiciones, oraciones e imágenes de aliento me hicieron acudir a Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, a San Judas Tadeo, a la Virgen María, a la Virgen de Juquila. Los médicos, enfermeras y enfermeros, químicos, fisioterapeutas, afanadoras, todos influyen y arriesgan su vida para recuperar otras, muchas Gracias a todos”.

Agradeció de manera especial a los sacerdotes de la Parroquia de San Rafael, de Ciudad Mendoza (de donde es originario; al padre Jorge Bautista Valenzuela, Monseñor Hipólito Reyes Larios, arzobispo de Xalapa y al padre Marcos Palacios Cárdenas, párroco de San Isidro Labrador en el Encinar. “Este último me mandó un mensaje y me dijo, quiero que medites lo siguiente: ¿qué te deja este tiempo que viviste, esta situación que pasaste ahora que vas a salir?, reflexiona todos los días y cuando salgas tenlo claro”.

Su respuesta, dice es: “Amemos la vida, disfrutemos cada instante, pero nunca nos perdamos, Dios es la respuesta a todo. Si Dios está conmigo nada me falta; si rompes una rama ahí estará, si levantas una piedra, ahí lo encontrarás. Gracias por salvar mi vida... logré salir del hospital y hoy me recupero en casa”.


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Orizaba, Ver.- “Me internaron en el hospital a causa de una crisis respiratoria que me diagnosticaron como Neumonía Atípica. Estaba respirando muy por debajo de lo normal, con el 80 por ciento de los pulmones invadidos por el “Coronavirus”, una semana antes me habían confirmado la enfermedad; sin embargo, la reacción en mi cuerpo fue muy agresiva, no daba crédito a mi hospitalización”; así comienza su relato Sergio Rodríguez Cortés, procurador de Medio Ambiente en el estado, quien, tras permanecer 26 días en terapia intensiva, ya convalece en su casa.

Su recuperación la atribuye, sí a la atención y cuidado que recibió de parte del personal médico y enfermeras, que es la misma que recibe el resto de los pacientes con diagnóstico de Covid-19, pero, sobre todo, a la gran misericordia de Dios.

Recuerda que la noche que ingresó al hospital solo tuvo luz por momentos. “Entre que me desvanecía y abría mis ojos, el tiempo transcurría, pero en realidad no sabía cuánto. Así pasó casi una semana. No reaccionaba a los medicamentos, tenía crisis respiratorias severas, dificultad para levántarme y aunque la mayoría en mi condición hace sus necesidades con un cómodo, yo siempre me levanté al baño, aunque eso fuera motivo de shock respiratorio, el cual me hacía pensar lo peor”, señala.

LLEGÓ LO MÁS DIFÍCIL POR SUPERAR

No sabía que lo más difícil estaba por llegar. “Me pasaron a terapia intensiva. Estuve en la habitación 4, es decir, me tocó la 4T (según la propia terminología del Hospital), mientras escuchaba hablar a los médicos de la necesidad de entubarme y ponerme un ventilador”.

A sus 42 años pasaba por el peor momento de su vida y no daba crédito a lo que le sucedía. Abunda que por su cabeza solo pasaban las imágenes de su familia, el rostro de mis hijos y su esposa lo ayudaban a hacer esfuerzos extraordinarios para mantener la respiración.

Una noche, estando medio consciente, pues mantenía fuertes crisis, lo visitó el médico de piso y haciendo un gran esfuerzo le preguntó cuál era su estado de salud. La respuesta fue: “de gravedad”.

“Ya encarrilado le dije: doctor, ¿qué porcentaje tengo de sobrevivir? Y frío y directo como suelen ser los médicos, me respondió: señor, si eso quiere saber no le doy más de un 10 por ciento de oportunidad”, le respondió.

Fue entonces que sintió mucho miedo, impotencia y desesperación, pues estaba casi sin poder respirar y escuchar esa respuesta le oprimió todavía más el pecho, como si tuviera encima una aplanadora, dice.

Ya era tarde y estaba solo en el cuarto, con el ruido del oxígeno en mis oídos, cansado de esa semana tan pesada, con inyecciones por todos lados, parchado, con suero, canalizado con un catéter, con cables por todo mi cuerpo. Sentí que estaba perdido, estaba desecho por dentro y por fuera”, recuerda.

SU FE LE DIO FUERZA PARA MANTENER LA LUCHA

Mencionó que, a pesar de su gravedad, había estado haciendo un rosario en línea junto con su familia, desde que llegó al hospital, y la noche que le dijeron que sus posibilidades de sobrevivir eran mínimas, en su corazón surgió un impulso por hablarle a Dios; “no sé qué pasó, pero cuando me di cuenta había entrado en un diálogo con Él”.

Dice que le explicó sus razones para vivir, le pidió que perdonara sus pecados y le rogaba una oportunidad.Le pedía que no me dejara solo, le dije que quería ver crecer a mis hijos y que deseaba recuperarme para ser un buen cristiano, ser un buen hijo, un buen hermano, un buen esposo, un buen padre. Le ofrecí disculpas por mi soberbia, porque uno cree que todo lo tiene y mírenme acá. En un par de semanas no tenía absolutamente nada, le dije todo eso con el corazón, le pedí que por favor perdonara mi egoísmo”, apunta.

Reconoce que Dios lo fue guiando en el diálogo y le hizo prometerle algo: entregarle mi vida para lo que Él dispusiera si me dejaba vivir. “Yo sería testimonio de su grandeza, no tendría por qué negarlo, y mucho menos darme pena y gritar a los cuatro vientos que Dios existe, que mi Dios nunca me ha abandonado. La fuerza con la que realicé la oración me hizo sentir mejor, Él me tomó de la mano, la sentí junto a la mía, estaba ahí esa noche; consolándome después de llorar por largo rato me quedé profundamente dormido”.

Tres semanas después, una tarde, antes de rezar el rosario, recuerda que su esposa lo llamó y le dijo que su médico, el doctor Xicoténcatl García Jiménez, le dijo que de acuerdo a los análisis que se le habían estado practicando la evolución había sido favorable y que estaba en franca recuperación.

Después de 26 días de lucha contra la enfermedad, finalmente le dieron de alta y comparte su difícil paso por la enfermedad que ha cobrado millones de vidas en todo el mundo. “A los que leen este texto cuídense, no lo tomen a la ligera el Covid-19 es una enfermedad mortal que puede terminar con tu vida, quédense en casa y tomen las previsiones que la autoridad recomienda”.

AGRADECE ORACIÓN, ASISTENCIA ESPIRITUAL Y MENSAJES DE ALIENTO

Sergio Rodríguez agradece a toda su familia, amigos, compañeros, conocidos y personas que se mantuvieron en oración él.

“Fueron 26 días en el hospital. Recibir ánimo, bendiciones, oraciones e imágenes de aliento me hicieron acudir a Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, a San Judas Tadeo, a la Virgen María, a la Virgen de Juquila. Los médicos, enfermeras y enfermeros, químicos, fisioterapeutas, afanadoras, todos influyen y arriesgan su vida para recuperar otras, muchas Gracias a todos”.

Agradeció de manera especial a los sacerdotes de la Parroquia de San Rafael, de Ciudad Mendoza (de donde es originario; al padre Jorge Bautista Valenzuela, Monseñor Hipólito Reyes Larios, arzobispo de Xalapa y al padre Marcos Palacios Cárdenas, párroco de San Isidro Labrador en el Encinar. “Este último me mandó un mensaje y me dijo, quiero que medites lo siguiente: ¿qué te deja este tiempo que viviste, esta situación que pasaste ahora que vas a salir?, reflexiona todos los días y cuando salgas tenlo claro”.

Su respuesta, dice es: “Amemos la vida, disfrutemos cada instante, pero nunca nos perdamos, Dios es la respuesta a todo. Si Dios está conmigo nada me falta; si rompes una rama ahí estará, si levantas una piedra, ahí lo encontrarás. Gracias por salvar mi vida... logré salir del hospital y hoy me recupero en casa”.


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