/ jueves 16 de mayo de 2019

Con Tebacom estudiantes aprenden en medio de la pobreza

Pese a las carencias, las familias hacen un esfuerzo para que sus hijos acudan a la escuela y aspiren a un futuro distinto

(Segunda parte)

Tehuipango, Ver.- El Telebachillerato Comunitario (Tebacom) Tzacuala Primero se asienta en una pequeña localidad indígena 100% hablante de náhuatl, perteneciente a Tehuipango, en la sierra de Zongolica.

De acuerdo con el Consejo Nacional de Población (Conapo 2015), el municipio es el primero en el estado en nivel de marginación y el octavo del país.

Pese a las carencias, las familias hacen un esfuerzo para que sus hijos acudan a la escuela y aspiren a un futuro distinto. Sin embargo, el Tebacom no está exento de padecer las carencias de su entorno, lo que limita la calidad de la educación que se ofrece.

Como en toda la comunidad la escuela carece de agua potable y drenaje, se cuenta con fosa séptica y un tanque de agua que se usa para lavado de manos y limpieza del plantel.

No hay laboratorios, ni biblioteca, ni sala de cómputo o cancha de usos múltiples; el plantel no cuenta con barda perimetral ni piso pavimentado, la entrada es una pendiente de grava y tierra que en época de lluvia se convierte en un pantano donde el menos hábil resbala sin piedad. No hay portón de entrada.

“Los jóvenes necesitan más que un lugar, no sólo basta con ampliar la cobertura (de educación media), se necesita, en términos de equidad educativa, no sólo tener el acceso a la educación media superior, sino a las posibilidades de permanencia: las condiciones para permanecer, para egresar, pero también para que estos conocimientos que se adquieran puedan movilizarse en términos de ingreso al mercado de trabajo, de continuación de la educación superior o de otros aspectos”, indicó para Diario de Xalapa la doctora Carlota Guzmán, investigadora del Centro Regional de Investigaciones multidisciplinarias (RIM) de la UNAM y miembro del Sistema Nacional de Investigadores.

La especialista agregó que se necesita otorgar a los docentes las condiciones para que se lleve a cabo un óptimo proceso de enseñanza-aprendizaje y cumplir así con la calidad educativa.

Para eso se requiere inversión: invertir en infraestructura, invertir en equipo, mejorar los planteles, mejorar los materiales educativos, pero también condiciones de los docentes, docentes preparados, con condiciones para impartir clases en esos bachilleratos


TEBACOM EN NÚMEROS

De acuerdo con el informe “La Educación Obligatoria en México” de 2019, realizado por el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE), una educación de calidad para todos implica garantizar al menos tres condiciones: acceso a la educación, permanencia en la escuela y logros óptimos de aprendizajes, es decir, relevantes, útiles y significativos para la vida de la población en general.

Sin embargo, los objetivos contrastan con el panorama del programa de Telebachillerato Comunitario: El 60% de los Tebacom de Veracruz no tienen instalaciones propias, están albergados en telesecundarias o incluso en primarias; 85% no cuenta con bibliotecas, 85% no tiene aulas de cómputo y 99% no tiene laboratorios. (INEE 2019)

En cuanto a cobertura, a nivel nacional Veracruz se ubica en el número 25 con 30 planteles, cuatro de ellos asentados en zona indígena, como es el caso de Tzacuala. Lideran en cobertura Ciudad de México con 520 planteles, Guanajuato, 354 y Guerrero, 316. Los últimos son Baja California, Morelos y Tlaxcala con 16, 8 y 5 planteles, respectivamente. (Tebacom ciclo 2018-2019).

En cuanto a recursos los Telebachilleratos Comunitarios son los que menos presupuesto anual reciben: en 2016 el Gobierno del Estado destinó 9 millones 229 mil 860 pesos, en 2017 el presupuesto bajó a 8 millones 810 mil 202 pesos, para 2018 se ejercieron 9 millones 599 mil 889 pesos y para este 2019 se aprobó la misma cantidad. En tres años el aumento de recursos apenas fue de 370 mil 029 pesos.

Esto contrasta con lo que recibe la Educación Media Superior de Veracruz, que en 2016 se le destinó mil 355 millones 481 mil 548 pesos y para este año ejercerá 4 mil 180 millones 034 mil 359 pesos.


Es decir, Veracruz invierte en un alumno de Telebachillerato Comunitario alrededor de 6 mil 575.26 pesos anuales, unos 35 pesos diarios, tomando en cuenta el calendario de 185 días de clases.

Con 30 años dedicada a la investigación en el ámbito educativo, particularmente en la zona rural, Carlota Guzmán apunta que los Tebacom en lugar de ser los que menos apoyos tienen, tendrían que ser los prioritarios: “el mayor presupuesto para los bachilleratos más vulnerables, los mejores maestros para los bachilleratos rurales, formación con estrategias didáctico-pedagógicas que permitan a los docentes poder trabajar con estudiantes que tienen carencias, que estén preparados para enfrentar la problemática rural y se tengan todas estas condiciones de materiales para que puedan llevar a cabo un proceso de enseñanza-aprendizaje significativo para los jóvenes”.

No obstante el programa responde a su objetivo de ampliar la cobertura de la educación media superior en comunidades pequeñas, donde no hay otro servicio de bachillerato disponible.

Me parece muy pertinente la continuación de los Telebachilleratos Comunitarios, pero no como un programa federal, sino que formen parte de una modalidad del propio sistema de Educación Media Superior, que se consideren prioritarios, en tanto que atienden a la población más vulnerable


NO ESTUDIAR, UN DESPERDICIO

Nieves Zoquitecatl Calihua es de las pocas alumnas que sabe cómo usar una computadora, por su promedio de 10 obtuvo como estímulo una laptop de las autoridades municipales anteriores; sin embargo, no puede aprovecharla al máximo, ya que en su casa no hay internet ni cuenta con impresora. Al igual que los demás estudiantes debe ahorrar dinero para ir a un Ciber para consultar información.

La joven cursa sexto semestre y desea seguir estudiando, ser universitaria y una profesionista, la primera de su familia; ser un ejemplo para su hermana que va en la telesecundaria y un orgullo para su madre. Sin embargo, hay nubarrones en su cielo plagado de esperanzas.

“Mi mamá tiene diabetes, ahorita ya está en cama, ya no sale a ninguna parte. No sé qué hacer porque yo soy la que cuido, soy la que vivo con ella, la que prepara la comida, yo lavo, yo hago todo eso, y si me voy a estudiar a Tequila, pues quién va a cuidar a mi mamá”, dice con voz adelgazada por la angustia.

Su padre, quien era el sostén de la familia, falleció hace algunos años y tras la enfermedad de su madre, que la tiene en cama, Nieves y su hermana se mantenían de la beca Prospera, consistentes en 2 mil 500 pesos cada dos meses, 5 mil pesos entre las dos. Pero desde diciembre el apoyo no ha llegado a la sierra. Nieves busca la forma de llevar a su casa la comida diaria, ya sea pidiendo dinero prestado o vendiendo algunas hortalizas.

El proceso de ingreso a la universidad ya inició, pero ella, pese a su promedio, no tiene para la ficha ni para la inscripción, cantidad que asciende a mil 250 pesos en total. Si no le pagan la beca ve difícil conseguir el dinero, por lo que no podría seguir estudiando.

A sus 18 años, sus responsabilidades van más allá de estudiar y tener buen promedio, es la que lleva las riendas de su hogar.

Llegando a mi casa de nuevo me cambio el uniforme, prendo la lumbre, preparo la comida y ya como con mi familia. Hoy les voy a preparar quelites —ríe apenada—. Primero los hiervo, luego a veces los frío en aceite, le pongo tomate y hago nuevas tortillas

Cada domingo Nieves va al centro, es decir, a Tehuipango, que es la cabecera municipal, ahí aprovecha para comprar lo de la semana: maíz, nopales, quelites: “compro cuatro manojos de quelites, cada uno en cinco pesos, los pongo en una bolsa para que no se seque; el jitomate lo compro poquito porque nada más somos tres”, indica.

Lo más caro es la carne, sólo la comen una vez a la semana, pollo o puerco; muy de vez en vez, si se puede, entre semana se animan a comprar de nuevo carne en la tienda “de allá”, dice señalando hacia arriba del camino.

Su casa es de madera y lámina con techo de tierra, tiene un fogón y dos camas, una es de su mamá y la otra la comparte con su hermana, aunque también se turnan para dormir con ella. Ante la falta de drenaje usan fosa séptica y tienen que acarrear agua de un manantial para llenar un “tanquecito” y así no caminar todos los días una hora con las cubetas acuestas por una pendiente agotadora.

En Tzacuala los habitantes están acostumbrados a hacer dos comidas al día: el café de la mañana y los tacos de nopales, quelites o chícharos para la tarde, pero Nieves dice que la verdad a ella le gusta el pan, y por las noches, cuando está tomando su café, nada como comerse una pieza, tal vez dos, y a dormir. Siempre es la última en acostarse y la primera en abrir los ojos.

Mientras habla la joven ríe y se emociona, tiene la mirada limpia sin una sola veta de amargura a pesar de su difícil situación.

—Nieves, ¿por qué quieres seguir estudiando?

—Es que quiero salir adelante, y aparte me gusta estudiar, tengo buenas calificaciones y para mí sería un desperdicio dejar los estudios.

—¿Qué te gustaría ser a futuro?

—A mí me gustaría ser presidenta -dice y se cubre una sonrisa tímida con la mano-, para ayudar a las demás personas, ayudar a mi mamá, a todos los que necesitan, para ya no estar así...



(Segunda parte)

Tehuipango, Ver.- El Telebachillerato Comunitario (Tebacom) Tzacuala Primero se asienta en una pequeña localidad indígena 100% hablante de náhuatl, perteneciente a Tehuipango, en la sierra de Zongolica.

De acuerdo con el Consejo Nacional de Población (Conapo 2015), el municipio es el primero en el estado en nivel de marginación y el octavo del país.

Pese a las carencias, las familias hacen un esfuerzo para que sus hijos acudan a la escuela y aspiren a un futuro distinto. Sin embargo, el Tebacom no está exento de padecer las carencias de su entorno, lo que limita la calidad de la educación que se ofrece.

Como en toda la comunidad la escuela carece de agua potable y drenaje, se cuenta con fosa séptica y un tanque de agua que se usa para lavado de manos y limpieza del plantel.

No hay laboratorios, ni biblioteca, ni sala de cómputo o cancha de usos múltiples; el plantel no cuenta con barda perimetral ni piso pavimentado, la entrada es una pendiente de grava y tierra que en época de lluvia se convierte en un pantano donde el menos hábil resbala sin piedad. No hay portón de entrada.

“Los jóvenes necesitan más que un lugar, no sólo basta con ampliar la cobertura (de educación media), se necesita, en términos de equidad educativa, no sólo tener el acceso a la educación media superior, sino a las posibilidades de permanencia: las condiciones para permanecer, para egresar, pero también para que estos conocimientos que se adquieran puedan movilizarse en términos de ingreso al mercado de trabajo, de continuación de la educación superior o de otros aspectos”, indicó para Diario de Xalapa la doctora Carlota Guzmán, investigadora del Centro Regional de Investigaciones multidisciplinarias (RIM) de la UNAM y miembro del Sistema Nacional de Investigadores.

La especialista agregó que se necesita otorgar a los docentes las condiciones para que se lleve a cabo un óptimo proceso de enseñanza-aprendizaje y cumplir así con la calidad educativa.

Para eso se requiere inversión: invertir en infraestructura, invertir en equipo, mejorar los planteles, mejorar los materiales educativos, pero también condiciones de los docentes, docentes preparados, con condiciones para impartir clases en esos bachilleratos


TEBACOM EN NÚMEROS

De acuerdo con el informe “La Educación Obligatoria en México” de 2019, realizado por el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE), una educación de calidad para todos implica garantizar al menos tres condiciones: acceso a la educación, permanencia en la escuela y logros óptimos de aprendizajes, es decir, relevantes, útiles y significativos para la vida de la población en general.

Sin embargo, los objetivos contrastan con el panorama del programa de Telebachillerato Comunitario: El 60% de los Tebacom de Veracruz no tienen instalaciones propias, están albergados en telesecundarias o incluso en primarias; 85% no cuenta con bibliotecas, 85% no tiene aulas de cómputo y 99% no tiene laboratorios. (INEE 2019)

En cuanto a cobertura, a nivel nacional Veracruz se ubica en el número 25 con 30 planteles, cuatro de ellos asentados en zona indígena, como es el caso de Tzacuala. Lideran en cobertura Ciudad de México con 520 planteles, Guanajuato, 354 y Guerrero, 316. Los últimos son Baja California, Morelos y Tlaxcala con 16, 8 y 5 planteles, respectivamente. (Tebacom ciclo 2018-2019).

En cuanto a recursos los Telebachilleratos Comunitarios son los que menos presupuesto anual reciben: en 2016 el Gobierno del Estado destinó 9 millones 229 mil 860 pesos, en 2017 el presupuesto bajó a 8 millones 810 mil 202 pesos, para 2018 se ejercieron 9 millones 599 mil 889 pesos y para este 2019 se aprobó la misma cantidad. En tres años el aumento de recursos apenas fue de 370 mil 029 pesos.

Esto contrasta con lo que recibe la Educación Media Superior de Veracruz, que en 2016 se le destinó mil 355 millones 481 mil 548 pesos y para este año ejercerá 4 mil 180 millones 034 mil 359 pesos.


Es decir, Veracruz invierte en un alumno de Telebachillerato Comunitario alrededor de 6 mil 575.26 pesos anuales, unos 35 pesos diarios, tomando en cuenta el calendario de 185 días de clases.

Con 30 años dedicada a la investigación en el ámbito educativo, particularmente en la zona rural, Carlota Guzmán apunta que los Tebacom en lugar de ser los que menos apoyos tienen, tendrían que ser los prioritarios: “el mayor presupuesto para los bachilleratos más vulnerables, los mejores maestros para los bachilleratos rurales, formación con estrategias didáctico-pedagógicas que permitan a los docentes poder trabajar con estudiantes que tienen carencias, que estén preparados para enfrentar la problemática rural y se tengan todas estas condiciones de materiales para que puedan llevar a cabo un proceso de enseñanza-aprendizaje significativo para los jóvenes”.

No obstante el programa responde a su objetivo de ampliar la cobertura de la educación media superior en comunidades pequeñas, donde no hay otro servicio de bachillerato disponible.

Me parece muy pertinente la continuación de los Telebachilleratos Comunitarios, pero no como un programa federal, sino que formen parte de una modalidad del propio sistema de Educación Media Superior, que se consideren prioritarios, en tanto que atienden a la población más vulnerable


NO ESTUDIAR, UN DESPERDICIO

Nieves Zoquitecatl Calihua es de las pocas alumnas que sabe cómo usar una computadora, por su promedio de 10 obtuvo como estímulo una laptop de las autoridades municipales anteriores; sin embargo, no puede aprovecharla al máximo, ya que en su casa no hay internet ni cuenta con impresora. Al igual que los demás estudiantes debe ahorrar dinero para ir a un Ciber para consultar información.

La joven cursa sexto semestre y desea seguir estudiando, ser universitaria y una profesionista, la primera de su familia; ser un ejemplo para su hermana que va en la telesecundaria y un orgullo para su madre. Sin embargo, hay nubarrones en su cielo plagado de esperanzas.

“Mi mamá tiene diabetes, ahorita ya está en cama, ya no sale a ninguna parte. No sé qué hacer porque yo soy la que cuido, soy la que vivo con ella, la que prepara la comida, yo lavo, yo hago todo eso, y si me voy a estudiar a Tequila, pues quién va a cuidar a mi mamá”, dice con voz adelgazada por la angustia.

Su padre, quien era el sostén de la familia, falleció hace algunos años y tras la enfermedad de su madre, que la tiene en cama, Nieves y su hermana se mantenían de la beca Prospera, consistentes en 2 mil 500 pesos cada dos meses, 5 mil pesos entre las dos. Pero desde diciembre el apoyo no ha llegado a la sierra. Nieves busca la forma de llevar a su casa la comida diaria, ya sea pidiendo dinero prestado o vendiendo algunas hortalizas.

El proceso de ingreso a la universidad ya inició, pero ella, pese a su promedio, no tiene para la ficha ni para la inscripción, cantidad que asciende a mil 250 pesos en total. Si no le pagan la beca ve difícil conseguir el dinero, por lo que no podría seguir estudiando.

A sus 18 años, sus responsabilidades van más allá de estudiar y tener buen promedio, es la que lleva las riendas de su hogar.

Llegando a mi casa de nuevo me cambio el uniforme, prendo la lumbre, preparo la comida y ya como con mi familia. Hoy les voy a preparar quelites —ríe apenada—. Primero los hiervo, luego a veces los frío en aceite, le pongo tomate y hago nuevas tortillas

Cada domingo Nieves va al centro, es decir, a Tehuipango, que es la cabecera municipal, ahí aprovecha para comprar lo de la semana: maíz, nopales, quelites: “compro cuatro manojos de quelites, cada uno en cinco pesos, los pongo en una bolsa para que no se seque; el jitomate lo compro poquito porque nada más somos tres”, indica.

Lo más caro es la carne, sólo la comen una vez a la semana, pollo o puerco; muy de vez en vez, si se puede, entre semana se animan a comprar de nuevo carne en la tienda “de allá”, dice señalando hacia arriba del camino.

Su casa es de madera y lámina con techo de tierra, tiene un fogón y dos camas, una es de su mamá y la otra la comparte con su hermana, aunque también se turnan para dormir con ella. Ante la falta de drenaje usan fosa séptica y tienen que acarrear agua de un manantial para llenar un “tanquecito” y así no caminar todos los días una hora con las cubetas acuestas por una pendiente agotadora.

En Tzacuala los habitantes están acostumbrados a hacer dos comidas al día: el café de la mañana y los tacos de nopales, quelites o chícharos para la tarde, pero Nieves dice que la verdad a ella le gusta el pan, y por las noches, cuando está tomando su café, nada como comerse una pieza, tal vez dos, y a dormir. Siempre es la última en acostarse y la primera en abrir los ojos.

Mientras habla la joven ríe y se emociona, tiene la mirada limpia sin una sola veta de amargura a pesar de su difícil situación.

—Nieves, ¿por qué quieres seguir estudiando?

—Es que quiero salir adelante, y aparte me gusta estudiar, tengo buenas calificaciones y para mí sería un desperdicio dejar los estudios.

—¿Qué te gustaría ser a futuro?

—A mí me gustaría ser presidenta -dice y se cubre una sonrisa tímida con la mano-, para ayudar a las demás personas, ayudar a mi mamá, a todos los que necesitan, para ya no estar así...



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