“Chirinos”, más de 3 décadas sacando brillo a zapatos orizabeños

Patricio Hermenegildo, con 50 años a cuestas es lustrador de calzado independiente

Mayra Figueiras | El Sol de Orizaba

  · viernes 7 de julio de 2023

Desde hace tres décadas le gustó el oficio de sacar brillo al calzado en el centro histórico del Pueblo Mágico. “Muy temprano salgo con la bendición de Dios a darle a la chamba”, expresa / Foto: Mayra Figueiras | El Sol de Orizaba

Orizaba, Ver.- Patricio Hermenegildo, con 50 años a cuestas es lustrador de calzado independiente. No tiene caseta en el Parque Central (Apolinar Castillo), pero desde hace 32 años recorre oficinas de gobierno, estaciones de radio y el corazón de la ciudad en busca de clientes, para sacarle brillo a sus zapatos.

Lo conocen como “Chirinos”, porque tiene el mismo nombre del exgobernador de Veracruz Patricio Chirinos Calero. Siempre está sonríe y mientras lustra el calzado de algún cliente cuenta chistes y anécdotas de su pueblo: Soledad Atzompa.

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Todos los días recorre el Palacio de Orizaba, los juzgados y el parque donde siempre hay galanes y caballeros que buscan que el calzado luzca bien boleado.

Con su cajón en la mano pregunta: “¿Una boleada, jefe?” y siempre encuentra la respuesta del parroquiano que lo saluda: “Chirinos, por favor dame brillo en los zapatos”.

Desde hace tres décadas le gustó el oficio de sacar brillo al calzado en el centro histórico del Pueblo Mágico. “Muy temprano salgo con la bendición de Dios a darle a la chamba”, expresa.

También visita el Palacio de Hierro, hoteles y restaurantes para ofrecer sus servicios a los visitantes.

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¿Por qué el señor "Chirinos" no cuenta con una caseta?

Le preguntamos porque no tiene una caseta en el Parque Central (Apolinar Castillo), “Chirinos” contesta: “Me gusta ser libre como el viento, así he conocido gente que ahora me considera como el mejor del centro de Orizaba”.

Comienza su labor con una brocha mojada en agua enjabonada que unta en el zapato, luego saca una franela para secarlo; más adelante procede a poner al calzado una capa de pintura para finalmente echarle grasa, para darle brillo con un cepillo, al tiempo que imita el sonido de la franela al frotar el zapato.

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Finalmente, el cliente lo cuestiona: “¿Cuánto es por la boleada mi Chirinos?”, a lo que contesta “Son 30 pesitos, si traes billete grande, aquí tengo cambio”, responde el sonriente Patricio.