ORIZABA, Ver.- Durante el confinamiento por la pandemia, los grupos de Alcohólicos Anónimos, en el valle de Orizaba funcionaron a través del contacto telefónico entre sus miembros y manteniendo sus reuniones a través de las plataformas el línea. Hoy regresaron, de acuerdo a recomendaciones de las autoridades sanitarias, a las sesiones presenciales dada la importancia que tiene el encuentro interpersonal en la recuperación de sus miembros.
Juan “A”, coordinador del grupo Fortaleza, ubicado en los límites de Orizaba e Ixtaczoquitlán, dijo que durante la semana asisten 8 compañeros que son de base, pero 2 veces cada 7 días, la membresía llega hasta 12 y 15 alcohólicos.
Comentó que el confinamiento y el impacto que ha tenido la pandemia, podrían ser motivo para que las personas reinicien el consumo de alcohol, por lo que procuran mantener muy activos a los socios del grupo.
Desde que se ordenó suspender las actividades que implicaran la aglomeración de personas, estamos atentos a las indicaciones de las autoridades de salud y establecimos los protocolos que reduzcan el riesgo de contagios por Covid-19.
Dijo que mantienen el protocolo de no estar más de 10 personas, y la sugerencia es que todos usen cubrebocas, además de que al principio y al final de la sesión se sanitiza a los asistentes, así como el lugar, resaltó.
Resaltó que en cada ocasión ofrecen apoyo y acompañamiento a las personas que tienen problemas con su manera de beber, a través de sesiones de terapia grupal.
El alcoholismo es una enfermedad, y para el grupo, cada sesión es el tratamiento de los que al día de hoy estamos sin beber
Recordó que algunos de sus compañeros, por temor a sufrir contagio de Covid, prefirieron no asistir a las reuniones y a quienes no contaban con acceso a las reuniones virtuales, se les ofreció asistencia vía telefónica.
Sí es difícil poder estar en su casa, sin poder salir, algunos nada más salen a lo esencial, pero para el AA, es importante disfrutar de un cafecito, una plática donde pueden expresar su sentir del diario vivir
Finalmente, Juan consideró que las recaídas más bien fueron emocionales, “en depresión, en ansiedad; lo escuchamos en las reuniones, aunque sí hubo quien dijo que se le antojaba volver a beber”, concluyó.