Orizaba, Ver.- En un cuadro hecho con semillas, flores, y frutas, mientras se escuchaba el sonido que se emitía con un caracol, se instaló la ofrenda que simboliza el ombligo del mundo, para dar gracias a la Madre Tierra. La ceremonia, que tiene sus orígenes en nuestros ancestros se realizó en el Mercado de Artesanías, como tradicionalmente se hace.
“La Tierra es sagrada, como nuestros ancestros; es el polvo que nos alimenta el cuerpo, el alma y el espíritu, por eso debemos agradecer todos los días”, resaltó Antonio Ramírez Mota, promotor de cultura.
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Con un incensario donde el copal humeaba, se dirigió a los cuatro puntos cardinales para que el universo sea bondadoso. Ahí, se evocó a los cuatro elementos: aire, agua, tierra y fuego.
Durante el ritual cultural-prehispánico pidieron respetuosamente permiso, para sembrar en la Madre Tierra las nuevas semillas que producirán los frutos que cosecharán para el pueblo.
Antonio explicó que la gente recarga energía y abundancia, lo cual es parte del conocimiento de la ciencia ancestral y legado de los antepasados.
Bienvenida la primavera, ¿en qué consiste el ritual de limpieza?
Los invitados recibieron una limpieza con el incensario de copal humeante, que impregnó de energía positiva a todos los que participaron en el ritual a la Madre Tierra.
El humo blanco y denso sale del sahumador colocado en el piso, mientras quien realizó la ceremonia, vestido de blanco, tomó el incensario entre sus manos y lo alza hacia el cielo, mientras el sonido del viento, se escuchaba.
El sonido del caracol marcó el ritmo para los artesanos. Mujeres vestidas, en su mayoría de color blanco, se alinearon para formar un círculo, mientras, el humo del copal y el incienso se expande a medida que avanza el ritual.
Los invitados giraron en cuatro posiciones: Norte, Sur, Este y Oeste al frente del cuadro de semillas con tierra, de espaldas y a los costados. Los espectadores observan y se mantienen silenciosos, mostrando respeto.
En el ritual pidieron permiso a las esencias del rumbo del Este, hacia el Oeste, luego al Sur; cada dirección tiene su razón de ser.
El norte, por ejemplo, representa al Mictlán, lugar donde descansan los muertos y, saludaron a los guardianes de ese lugar; saludaron al Poniente, donde se oculta el sol al atardecer, “en el regazo de nuestra Madre Tierra”.
Al Sur, donde todo crece, nace y donde baja el agua; al Oriente, donde está el padre sol, que cada amanecer da la vida.
Finalmente obsequiaron a los presentes, plantas de árboles frutales con el agradecimiento y compromiso de devolver a la Madre Tierra un poco de lo que ella da cada día al ser humano.
