Orizaba, Ver.- En la actualidad, el matrimonio infantil por usos y costumbres no es una práctica que se dé en municipios de la Sierra de Zongolica, afirma Jairo Guarneros Sosa, integrante del Colectivo Feminista Cihuatlahtolli. Lo que sí se da y con mucha más frecuencia son uniones de menores, en municipios de las faldas del volcán Pico de Orizaba, como La Perla, donde dijo, la problemática es grave.
En entrevista para El Sol de Orizaba, el activista señala que los matrimonios infantiles pudieron haber sido hace unos 50 años o más; pero los usos y costumbres también evolucionan, en algunos casos mejoran y en otros, retroceden.
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“No podemos hablar, hoy, de usos y costumbres como hace 50 o 60 años, cuando las mujeres, -no quiere decir que haya cambiado mucho la situación-, no podían decidir con quién casarse o incluso, eran robadas”.
Refiere que hay otros lugares, donde sí se ha señalado en zona indígena la venta de niñas; aquí no han encontrado casos así, pero sí las uniones de menores, “y me parece que más en la zona del volcán, que en la sierra de Zongolica”.
Destacó que, en lugar de hacer reformas, -que no está mal-, el asunto tiene que abordarse desde una perspectiva multisectorial y, tener en cuenta todas las situaciones que se viven en esos lugares, como la pobreza, además de que también la falla que el Estado ha tenido para atender adecuadamente esas zonas.
“Me parece que, si el problema no se atiende de manera conjunta o colectiva o colegiada, no deben hacerlo más complicado”. Recordó que, por ejemplo, en el gobierno de Javier Duarte se hizo una reforma para evitar que los menores de edad contrajeran matrimonio legal, pero esa reforma no género que no se siguieran dando.
Incluso, para las mujeres fue todavía peor, porque, aunque no se casara no significaba que se inhibiera la problemática que vivía, pues no tenían ningún documento en el que por lo menos se señalará una sociedad conyugal.
Agrega que en el caso de adultos que contraen matrimonio o viven en unión libre con una menor de edad, para castigarlas están las reformas penales que se han hecho y, determinar la pederastia y, que los usos y costumbres, -que se han discutido mucho-, no puedan solapar la violación a los derechos de las mujeres.
Destaca que los usos y costumbres han mantenido el tejido social de las comunidades, pero también han estado en revisión y, cada vez hay más voces de mujeres indígenas que los cuestionan.
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Pero, hay lugares donde no se cuestionan y quienes están contrayendo matrimonio o quienes están decidiendo vivir en unión libre son menores de edad. “Habría que voltear hacia las faldas del Volcán, que es donde más desde mi punto de vista se está dando este fenómeno”.
¿En La Perla hay casos de uniones libres de parejas de adolescentes?
Insiste que en el municipio de La Perla hay una problemática grave, pues son menores de 18 años las que deciden vivir en pareja, una gran mayoría también con hombres, también, menores de edad, que por su inmadurez terminan mal.
Esto se da no solo por eso, sino por el desconocimiento de cuáles son los derechos tanto de los hombres como de las mujeres, pero, si se entiende o descubre cuáles son las razones principales que llevan a las menores a aceptar una relación conyugal, se podrá buscar una solución.
Por ejemplo, si es la pobreza que vive dentro de su familia y, buscan escapar de eso aceptando una relación conyugal y pasan a una situación de abuso tanto físico como económico, “¿qué alternativa tiene esta mujer, regresar nuevamente a la casa de la que quiso poner distancia por la situación que vivía? o ¿sostenerse por ella misma en las peores condiciones?, porque son menores que, si bien les va por mucho terminaron la instrucción secundaria, y son pocas”.
Menciona que antes de hacer una reforma se debe revisar la situación social que está alrededor de ellos, porque es contraproducente, por ejemplo, lo que en el gobierno de Duarte se hizo (prohibir el matrimonio civil entre menores de edad).
Si no hay una radiografía, una investigación a fondo y una intervención multisectorial que arroje los datos suficientes para entender la realidad de estas zonas, ninguna reforma funciona; se seguirá patinando, “y vamos a seguir viendo a niñas ser mamás, desafortunadamente”.
Finalmente, dijo que hay una responsabilidad del Estado. No basta con que se diga que se hará una reforma, sino que debe haber una intervención real y ésta se tiene que dar de la mano con quienes están en estos espacios y con quienes han estado bregando con esta realidad, pues si se da únicamente desde la visión del funcionario, desde arriba, no funciona.