/ jueves 8 de septiembre de 2022

"No hay garantía de seguridad cuando somos enviados a comunidades" señalan pasantes de medicina

El del servicio social se convirtió en “saca trabajo” y su labor representa hasta el 30 por ciento de lo que se hace en algunas instituciones

Estrés, trastornos de ansiedad y depresión inducida son solo algunas de las consecuencias de la violencia en la educación médica en México que persisten, se normalizan y aceptan como parte de un entrenamiento, lamenta el doctor en bioética Ricardo Páez Moreno.

En la conmemoración de los 60 años del internado médico en el país, expone la necesidad de crear un sistema que escuche las quejas de los médicos estudiantes en un marco de privacidad y confidencialidad que obligue a las instituciones a dar respuesta.

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Desde el enfoque de la salud basado en derechos humanos, el investigador del Programa Universitario de Bioética de la Universidad Nacional Autónoma de México señala tres problemas específicos.

Ni la universidad se encarga del entrenamiento médico adecuado de los estudiantes ni el hospital deja de tratarlos como trabajadores sin realmente serlo / Foto ilustrativa: Isaac Hermar | Pexels

Enumera las carencias en el sistema educativo de los médicos, la falta de una organización que vea por los intereses de los médicos y la falta de supervisión, donde ve la fuente de errores.

Entre los puntos básicos menciona la escasa participación de las universidades en la educación de los residentes; las jornadas extenuantes a las que son sometidos al ser utilizados como fuerza de trabajo a bajo sueldo, y el entorno inseguro al que son sometidos al prestar su servicio social.

El investigador enfatiza en la indefinición de responsabilidad del sistema educativo médico (universidad u hospital) y en un sistema sanitario que ha descargado buena parte de la atención de la salud en los médicos estudiantes.

Ejemplifica que en el caso del servicio social, se convierten en “saca trabajo” y su labor representa hasta el 30 por ciento de lo que se hace en algunas instituciones, sin que haya una remuneración acorde. “No se define su rol como trabajadores con sus respectivos derechos. Son ‘mano de obra barata’ o explotada. Además, el Estado no afronta la carencia de una asistencia sanitaria universal y de calidad, aunado al bajo presupuesto asignado al sector salud”.

Observa que ni la universidad se encarga del entrenamiento médico adecuado de los estudiantes ni el hospital deja de tratarlos como trabajadores sin realmente serlo.

Por otra parte, opina que el que la población en general viva en un contexto de violencia generalizado no significa que no se deba tomar en cuenta la falta de medidas protectoras de los pasantes de medicina, quienes a veces se han ido a lugares inseguros con la idea de quizá no regresar.

¿Cuáles son los tipos de violencia que se presentan?

En el aula magna de la Facultad de Medicina de la Universidad Veracruzana, el invitado citó libros y estudios de distintas instituciones educativas que apuntan a tres niveles de violencia: subjetiva, simbólica y objetiva-sistémica.

Señalan que los médicos estudiantes se resignan y agachan la cabeza ante el temor de que se les acabe el internado / Foto ilustrativa: Anna Shvets | Pexels

La mayor prevalencia está en el maltrato psicológico, los gritos y malos tratos de los jefes, trabajos excesivos, acoso sexual e insinuaciones, y falta de respeto a los horarios de comidas y de clases.

Asimismo, hostigamiento, discriminación, llamados de atención de manera incorrecta, humillante y prepotente; tono de voz altanero, frialdad en el trato y humillación directa.

En este sistema —dice— crece la dominación motivada por el abuso de poder, el complejo de superioridad, el estrés laboral y la rivalidad o competencia de ver quién es mejor.

Aunque el orden de los agresores varía dependiendo de la institución que presenta sus estudios, expuso que persisten los enfermeros, médicos de planta, docentes asistenciales y hasta los mismos residentes.

En esta estructura, señala, los médicos estudiantes se resignan y agachan la cabeza ante el temor de que se les acabe el internado; además, tienen miedo a las represalias.

Sobre los síntomas de estas agresiones, los estudios indican que hay sensación de abandono, impotencia, angustia, estrés y tristeza con efectos en la salud mental y en las interrelaciones familiares. Así, por la edad y las horas que duermen en el día, se dan casos de ansiedad y depresión inducida.

Leer más: Solo el 20% de universitarios logra terminar una licenciatura en Veracruz: académico

Ricardo Páez Moreno puntualiza que en México se cumple un círculo de explotación generador de violencia cuyos principales receptores son los pacientes, quienes representan el eslabón más vulnerable en una cadena de fenómenos y de violencia invisibilizada.

Nota publicada en Diario de Xalapa

Estrés, trastornos de ansiedad y depresión inducida son solo algunas de las consecuencias de la violencia en la educación médica en México que persisten, se normalizan y aceptan como parte de un entrenamiento, lamenta el doctor en bioética Ricardo Páez Moreno.

En la conmemoración de los 60 años del internado médico en el país, expone la necesidad de crear un sistema que escuche las quejas de los médicos estudiantes en un marco de privacidad y confidencialidad que obligue a las instituciones a dar respuesta.

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Desde el enfoque de la salud basado en derechos humanos, el investigador del Programa Universitario de Bioética de la Universidad Nacional Autónoma de México señala tres problemas específicos.

Ni la universidad se encarga del entrenamiento médico adecuado de los estudiantes ni el hospital deja de tratarlos como trabajadores sin realmente serlo / Foto ilustrativa: Isaac Hermar | Pexels

Enumera las carencias en el sistema educativo de los médicos, la falta de una organización que vea por los intereses de los médicos y la falta de supervisión, donde ve la fuente de errores.

Entre los puntos básicos menciona la escasa participación de las universidades en la educación de los residentes; las jornadas extenuantes a las que son sometidos al ser utilizados como fuerza de trabajo a bajo sueldo, y el entorno inseguro al que son sometidos al prestar su servicio social.

El investigador enfatiza en la indefinición de responsabilidad del sistema educativo médico (universidad u hospital) y en un sistema sanitario que ha descargado buena parte de la atención de la salud en los médicos estudiantes.

Ejemplifica que en el caso del servicio social, se convierten en “saca trabajo” y su labor representa hasta el 30 por ciento de lo que se hace en algunas instituciones, sin que haya una remuneración acorde. “No se define su rol como trabajadores con sus respectivos derechos. Son ‘mano de obra barata’ o explotada. Además, el Estado no afronta la carencia de una asistencia sanitaria universal y de calidad, aunado al bajo presupuesto asignado al sector salud”.

Observa que ni la universidad se encarga del entrenamiento médico adecuado de los estudiantes ni el hospital deja de tratarlos como trabajadores sin realmente serlo.

Por otra parte, opina que el que la población en general viva en un contexto de violencia generalizado no significa que no se deba tomar en cuenta la falta de medidas protectoras de los pasantes de medicina, quienes a veces se han ido a lugares inseguros con la idea de quizá no regresar.

¿Cuáles son los tipos de violencia que se presentan?

En el aula magna de la Facultad de Medicina de la Universidad Veracruzana, el invitado citó libros y estudios de distintas instituciones educativas que apuntan a tres niveles de violencia: subjetiva, simbólica y objetiva-sistémica.

Señalan que los médicos estudiantes se resignan y agachan la cabeza ante el temor de que se les acabe el internado / Foto ilustrativa: Anna Shvets | Pexels

La mayor prevalencia está en el maltrato psicológico, los gritos y malos tratos de los jefes, trabajos excesivos, acoso sexual e insinuaciones, y falta de respeto a los horarios de comidas y de clases.

Asimismo, hostigamiento, discriminación, llamados de atención de manera incorrecta, humillante y prepotente; tono de voz altanero, frialdad en el trato y humillación directa.

En este sistema —dice— crece la dominación motivada por el abuso de poder, el complejo de superioridad, el estrés laboral y la rivalidad o competencia de ver quién es mejor.

Aunque el orden de los agresores varía dependiendo de la institución que presenta sus estudios, expuso que persisten los enfermeros, médicos de planta, docentes asistenciales y hasta los mismos residentes.

En esta estructura, señala, los médicos estudiantes se resignan y agachan la cabeza ante el temor de que se les acabe el internado; además, tienen miedo a las represalias.

Sobre los síntomas de estas agresiones, los estudios indican que hay sensación de abandono, impotencia, angustia, estrés y tristeza con efectos en la salud mental y en las interrelaciones familiares. Así, por la edad y las horas que duermen en el día, se dan casos de ansiedad y depresión inducida.

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Ricardo Páez Moreno puntualiza que en México se cumple un círculo de explotación generador de violencia cuyos principales receptores son los pacientes, quienes representan el eslabón más vulnerable en una cadena de fenómenos y de violencia invisibilizada.

Nota publicada en Diario de Xalapa

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