Nogales, Ver.- La historia perruna de “Pelusa” es una demostración de lealtad y amor. La mascota llegó el año pasado al Cementerio Municipal Benito Juárez durante el cortejo fúnebre de su amo y ahí se quedó custodiando la tumba donde descansan los restos de su adorado humano. Los sepultureros la adoptaron, y el administrador lo cuida y provee de croquetas.
Es un perro mestizo con un corazón puro. Platican que “Pelusa” tenía su hogar en Huiloapan, pero el jefe de la familia murió. Se la llevaron, y regresaba al camposanto.
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La mascota, ya no regresó a casa nunca más y sus dueños creían que estaba perdida o que había encontrado un nuevo hogar. Quisieron llevársela, “Pelusa” firmemente decidió quedarse allí en el cementerio al lado de la tumba de su humano.
La perrita se rehúsa a abandonar al amo, aunque éste ya no se encuentre con vida, todos los días en la tarde, ella se acuesta cerca del sepulcro y le hace compañía.
¿Quiénes cuidan de Pelusa?
Lleva una vida cómoda, porque encontró el cariño de los empleados del cementerio municipal que la alimentan; en un descanso juegan, acarician y miman a “Pelusa”.
Cuando llegan los visitantes, de inmediato se hace amigos y los acompaña al recorrido. Nunca le falta cariño, ni alimento a la peluda que es la delicia de las familias.
“Pelusa” sigue al administrador Alejandro García Palacios, quien se convirtió en su mejor amigo, compañero y protector. Es muy dulce y tiene una casita donde duerme por las noches.
La gente llega con el dolor de perder un ser querido. Al final, se emocionan con el gesto amigable de la patuda, la acarician y se convierte en una especie de terapeuta emocional. Esa es la historia de la mascota del cementerio municipal de Nogales.