/ viernes 11 de agosto de 2023

Lo volvió a hacer la SCJN

Ciro II, fundador del Imperio Persa, heredó su poder a su hijo Cambises II, siendo Rey de Persia también, aunque por un periodo muy corto. En su reinado, un juez de nombre Sisamnes, siendo juez real, dictó una sentencia injusta, señalando que esta había sido motivada porque el propio ministro había aceptado un soborno, lo que lo convertía en una autoridad corrupta.

Consecuencia de estos actos, el mandatario ordenó la detención del magistrado y como castigo, ordenó su despellejamiento vivo. Su piel fue usada para tapizar el asiento en donde había dictado tantas sentencias, y en ese asiento ahora se posaría el hijo del despellejado, de nombre Ótanes, al que el propio Sisamnes había elegido para reemplazarlo. Ótanes tenía que recordar en todo momento el origen del cuero, no solo de quien era, sino porque había llegado ahí, en cada decisión, en cada audiencia y en cada sentencia. Ótanes nunca dictó una condena injusta: lección aprendida entonces.

En 94 páginas, la Suprema Corte de Justicia de la Nación otorga una suspensión definitiva para efectos de detener la impresión y entrega de los libros de texto gratuitos, amén de un amparo promovido por la Unión Nacional de Padres de Familia Asociación Civil, ente que en otra ocasión igualmente analizaremos. Es de explorado conocimiento histórico, sobre todo de quienes en realidad entienden el tema de la educación como un pilar en la evolución de una sociedad, que los libros de texto, los propios planes y programas de estudio en nuestro país, adolecen desde hace décadas de una atención y definición propia del ámbito educativo, es decir, la existencia de deficiencias en los libros de texto no es privativa de estas épocas, tampoco la elaboración de los planes y programas de estudio.

Los libros de texto durante décadas han tenido errores, omisiones y datos incorrectos, principalmente en los niveles de educación básica; los programas y planes de estudio, han sido igualmente durante años, arcaicos, faltos de eficacia y eficiencia, e incluso, en algunas épocas han sido elaborados por personas absolutamente ajenas a la realidad educativa de México. Y sin embargo, esta circunstancia nunca fue motivo de preocupación de quienes debería serlo, mucho menos de una asociación civil o de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que además de extrañas, siempre han estado indiferentes a los procesos de este tipo.

Pero una vez más, la Corte deja claro que se erige como el último reducto de lo más hediondo y carroñero del conservadurismo actual, colocando en la agenda política y en el aparente sustento legal, un tema que debió ser atendido hace años y que hoy en día sí lo está siendo, pero aun así, este órgano de gobierno está mistificando su existencia, motivado por intereses tan ruines, que no tienen el menor recato al impedir que siga adelante un proceso educativo, que como todo en la vida, tiene que seguir siendo perfectible.

La sentencia de 94 páginas está cargada de reflexiones a modo de preocupaciones desfasadas en época, y sobre todo de un velo de mala intención, creando incluso brechas de ilegalidad que más adelante se le revertirán a la propia Corte, pues resuelve en base a presunciones, resuelve con una falsa preocupación por la educación, atendiéndola por separación de sus elementos, lo que evidencia no solo su desconocimiento como proceso transformador, sino su desinterés en el fondo por resolver un problema, y evidencia más bien su interés por crear un ambiente político en un aparente motivo sano y darle a la derecha que está extraviada, un porqué de golpeteo para el ambiente electoral que se avecina.

La Corte perdió nivel de suyo, al autocolocarse en el último lugar de la cadena alimenticia de reflexiones y preocupaciones de este país, al llevar su debate en un tema tan especial, como lo es la educación, de una forma tan burda y que tendría que haberlo hecho hace muchas décadas, cuando los elementos del proceso educativo estaban realmente comprometidos y la educación no cumplía su objetivo.

*Diputado federal. Morena

Ciro II, fundador del Imperio Persa, heredó su poder a su hijo Cambises II, siendo Rey de Persia también, aunque por un periodo muy corto. En su reinado, un juez de nombre Sisamnes, siendo juez real, dictó una sentencia injusta, señalando que esta había sido motivada porque el propio ministro había aceptado un soborno, lo que lo convertía en una autoridad corrupta.

Consecuencia de estos actos, el mandatario ordenó la detención del magistrado y como castigo, ordenó su despellejamiento vivo. Su piel fue usada para tapizar el asiento en donde había dictado tantas sentencias, y en ese asiento ahora se posaría el hijo del despellejado, de nombre Ótanes, al que el propio Sisamnes había elegido para reemplazarlo. Ótanes tenía que recordar en todo momento el origen del cuero, no solo de quien era, sino porque había llegado ahí, en cada decisión, en cada audiencia y en cada sentencia. Ótanes nunca dictó una condena injusta: lección aprendida entonces.

En 94 páginas, la Suprema Corte de Justicia de la Nación otorga una suspensión definitiva para efectos de detener la impresión y entrega de los libros de texto gratuitos, amén de un amparo promovido por la Unión Nacional de Padres de Familia Asociación Civil, ente que en otra ocasión igualmente analizaremos. Es de explorado conocimiento histórico, sobre todo de quienes en realidad entienden el tema de la educación como un pilar en la evolución de una sociedad, que los libros de texto, los propios planes y programas de estudio en nuestro país, adolecen desde hace décadas de una atención y definición propia del ámbito educativo, es decir, la existencia de deficiencias en los libros de texto no es privativa de estas épocas, tampoco la elaboración de los planes y programas de estudio.

Los libros de texto durante décadas han tenido errores, omisiones y datos incorrectos, principalmente en los niveles de educación básica; los programas y planes de estudio, han sido igualmente durante años, arcaicos, faltos de eficacia y eficiencia, e incluso, en algunas épocas han sido elaborados por personas absolutamente ajenas a la realidad educativa de México. Y sin embargo, esta circunstancia nunca fue motivo de preocupación de quienes debería serlo, mucho menos de una asociación civil o de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que además de extrañas, siempre han estado indiferentes a los procesos de este tipo.

Pero una vez más, la Corte deja claro que se erige como el último reducto de lo más hediondo y carroñero del conservadurismo actual, colocando en la agenda política y en el aparente sustento legal, un tema que debió ser atendido hace años y que hoy en día sí lo está siendo, pero aun así, este órgano de gobierno está mistificando su existencia, motivado por intereses tan ruines, que no tienen el menor recato al impedir que siga adelante un proceso educativo, que como todo en la vida, tiene que seguir siendo perfectible.

La sentencia de 94 páginas está cargada de reflexiones a modo de preocupaciones desfasadas en época, y sobre todo de un velo de mala intención, creando incluso brechas de ilegalidad que más adelante se le revertirán a la propia Corte, pues resuelve en base a presunciones, resuelve con una falsa preocupación por la educación, atendiéndola por separación de sus elementos, lo que evidencia no solo su desconocimiento como proceso transformador, sino su desinterés en el fondo por resolver un problema, y evidencia más bien su interés por crear un ambiente político en un aparente motivo sano y darle a la derecha que está extraviada, un porqué de golpeteo para el ambiente electoral que se avecina.

La Corte perdió nivel de suyo, al autocolocarse en el último lugar de la cadena alimenticia de reflexiones y preocupaciones de este país, al llevar su debate en un tema tan especial, como lo es la educación, de una forma tan burda y que tendría que haberlo hecho hace muchas décadas, cuando los elementos del proceso educativo estaban realmente comprometidos y la educación no cumplía su objetivo.

*Diputado federal. Morena