/ domingo 4 de febrero de 2024

La justicia social anhelada

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) plantea como meta mejorar la calidad de vida de las personas para lograr la justicia mundial en la sociedad, sin embargo, en torno a esto hay intenciones viles, por las cuales se promueve cierta desinformación que se mezcla perversamente con la buena intención; el establecimiento de un “gobierno mundial”, el grupo de la élite mundial, sigue metiendo las manos.

Nuestro país, que tiene grandes posibilidades en todos los ámbitos de la vida y la economía, presenta un panorama social preocupante; la injusticia social conlleva relaciones de explotación y estructuras perversas, y todo ello parte del egoísmo de los corazones, la terquedad de los que tienen los medios y la ambición del poder. No obstante, no basta con saber que la justicia social se basa en la igualdad de oportunidades y en cumplir los derechos humanos.

Para responder a las exigencias de la justicia y de la equidad se requieren todos los esfuerzos posibles para que, dentro del respeto a la dignidad, a los derechos de las personas y del carácter propio de cada pueblo, se evite la inseguridad del individuo, de la familia y, por ende, de la patria. Conviene evitar toda discriminación en materia de remuneración o condiciones de trabajo, asegurar la sustancia y la dignidad humana, sobre todo cuando por enfermedad, o en caso de edad, la persona se encuentre en situaciones difíciles.

Han existido personas que nada han hecho en contra de nadie, sin embargo, han sido maltratadas injustamente, y por amor a su patria han dado la vida. No eres tú quien les hace un favor, ya que tú has recibido primero las conquistas de sus logros. Que las aflicciones sean tu gozo no solo en tiempo de paz, también en tiempo de dificultad. Has de tener la misma entereza y la misma confianza, de lo contrario serías amigo solo en tiempos de paz y enemigo en tiempos de guerra, por tanto, cuando sobrevenga la lucha, pelea denodadamente por ti, por tu familia y por tu patria.

Urge presentar de una vez el verdadero rostro de la participación ciudadana, la cual no es simplemente ejercer un voto razonado, que ya es mucho hablando éticamente, sino que consiste en analizar cuál es la alternativa o el camino estratégico para disminuir y frenar el abismo al cual estamos propensos a caer. Los congresos pueden ser una alternativa, pero lo más importante y contundente, “no os conforméis a la mentalidad de este mundo”; es precisamente mediante sus actos que el hombre se perfecciona como persona llamada a buscar espontáneamente a su Creador y alcanzar libremente, mediante su adhesión a Él, la perfección feliz y plena, la cual impacta en la justicia social.

Solo los actos conforme al bien son el camino que conduce a la vida y a la justicia social, por tanto, el obrar humano es decisivo, porque si no estamos en sintonía con el verdadero bien, cómo se va a alcanzar la justicia social; solo serán paliativos, discursos y verdades a medias para lograr caer en sus redes. En este sentido, quiénes tienen el poder, ellos o nosotros, si se hiciera consciencia de este derecho que tenemos, podríamos transformar nuestras vidas y contribuir a la transformación de los demás. ¿Qué he de hacer de bueno para conseguirlo? Piensa y encontrarás la respuesta en tu interior. ¡Espera, actúa en consecuencia y nos encaminaremos hacia la justicia social anhelada!

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) plantea como meta mejorar la calidad de vida de las personas para lograr la justicia mundial en la sociedad, sin embargo, en torno a esto hay intenciones viles, por las cuales se promueve cierta desinformación que se mezcla perversamente con la buena intención; el establecimiento de un “gobierno mundial”, el grupo de la élite mundial, sigue metiendo las manos.

Nuestro país, que tiene grandes posibilidades en todos los ámbitos de la vida y la economía, presenta un panorama social preocupante; la injusticia social conlleva relaciones de explotación y estructuras perversas, y todo ello parte del egoísmo de los corazones, la terquedad de los que tienen los medios y la ambición del poder. No obstante, no basta con saber que la justicia social se basa en la igualdad de oportunidades y en cumplir los derechos humanos.

Para responder a las exigencias de la justicia y de la equidad se requieren todos los esfuerzos posibles para que, dentro del respeto a la dignidad, a los derechos de las personas y del carácter propio de cada pueblo, se evite la inseguridad del individuo, de la familia y, por ende, de la patria. Conviene evitar toda discriminación en materia de remuneración o condiciones de trabajo, asegurar la sustancia y la dignidad humana, sobre todo cuando por enfermedad, o en caso de edad, la persona se encuentre en situaciones difíciles.

Han existido personas que nada han hecho en contra de nadie, sin embargo, han sido maltratadas injustamente, y por amor a su patria han dado la vida. No eres tú quien les hace un favor, ya que tú has recibido primero las conquistas de sus logros. Que las aflicciones sean tu gozo no solo en tiempo de paz, también en tiempo de dificultad. Has de tener la misma entereza y la misma confianza, de lo contrario serías amigo solo en tiempos de paz y enemigo en tiempos de guerra, por tanto, cuando sobrevenga la lucha, pelea denodadamente por ti, por tu familia y por tu patria.

Urge presentar de una vez el verdadero rostro de la participación ciudadana, la cual no es simplemente ejercer un voto razonado, que ya es mucho hablando éticamente, sino que consiste en analizar cuál es la alternativa o el camino estratégico para disminuir y frenar el abismo al cual estamos propensos a caer. Los congresos pueden ser una alternativa, pero lo más importante y contundente, “no os conforméis a la mentalidad de este mundo”; es precisamente mediante sus actos que el hombre se perfecciona como persona llamada a buscar espontáneamente a su Creador y alcanzar libremente, mediante su adhesión a Él, la perfección feliz y plena, la cual impacta en la justicia social.

Solo los actos conforme al bien son el camino que conduce a la vida y a la justicia social, por tanto, el obrar humano es decisivo, porque si no estamos en sintonía con el verdadero bien, cómo se va a alcanzar la justicia social; solo serán paliativos, discursos y verdades a medias para lograr caer en sus redes. En este sentido, quiénes tienen el poder, ellos o nosotros, si se hiciera consciencia de este derecho que tenemos, podríamos transformar nuestras vidas y contribuir a la transformación de los demás. ¿Qué he de hacer de bueno para conseguirlo? Piensa y encontrarás la respuesta en tu interior. ¡Espera, actúa en consecuencia y nos encaminaremos hacia la justicia social anhelada!